XXIX

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Abri los ojos con pereza, encontrándome con el rostro tranquilo de Rasmus aún dormido. Sonreí.

Hasta dormido eres hermoso...

Con cuidado de no despertarlo, me levanté y preparé todo para partir apenas el rubio se despertara.
Mientras revisaba la camioneta y acomodaba el equipaje ligero, golpeé sin querer el fondo del maletero. Sonaba hueco. Aquello me trajo recuerdos de mi papá cambiando neumáticos pinchados, y como los guardaba en un pocito secreto.

Tenía que ser eso...

Levanté la alfombra, encontrando que, en lugar de un neumático de auxilio, había un maletín. Estaba cerrado a cal y canto. Tomé una palanca del garage y comencé a forcejear, lo cual no sirvió de mucho.

Ok... plan B.

Tomé la pistola que traía en la mochila y le disparé al cerrojo sin pensarlo demasiado.

—¿¡____, dónde estás!?—Rasmus entró al garage desesperado.

—Estoy aquí, no pasa nada.—solté mientras abría el maletín—. No podía abrir esta cosa, es todo.—

—¿No pudiste abrirlo y le disparaste?—me encogí de hombros—. Es lo más irresponsable que has hecho desde que te fugaste.—

—En primer lugar, no me fugé, no estaba atrapada en ningún lado. Y en segundo lugar: si me hubiese escapado contigo no habría sido tan malo ¿no?—

—Tal vez...—sonreí.

El maletín estaba lleno de planos y una especie de contratos difíciles de leer.

—¿Qué es esto?—

—No lo sé, pero si estaban tan protegidos, deben ser importantes. Parecen estar en otro idioma...—

—Al menos los planos sí están claros... eso creo.—

—Guardemos todo y volvamos con los demás, tal vez Martin sepa qué hacer.—Rasmus asintió mientras juntaba todo en el maletín nuevamente y lo cerraba.

—Espera, no sólo casi me matas de un infarto, sino que tampoco pude desayunar ¿podemos sentarnos y comer algo?—negué.

—No quiero perder más tiempo aquí, así que te hice un poco de té y lo guardé en uno de los vasos térmicos.—el chico sonrió.

—Que linda eres, me preparaste el biberón.—reí.

—Mi lindo bebé enorme, ya súbete a la camioneta.—

Minutos después de aquello, ya estábamos camino a casa.

—¿qué haremos cuando lleguemos?—preguntó Rasmus mientras conducía.

—No lo sé, tal vez los planos del maletín sirvan para algo. Podría ser una especie de paraíso anti lluvia.—

—Sí... con pájaros cantantes y monos bailarines.—lo miré.

—¿En serio? ¿es lo mejor que se te ocurrió?—

—¿qué?—rió—. Estoy concentrado en el camino, no en crear una fantasía contigo.—

—¿no quieres fantasear conmigo? Hieres mis sentimientos, Andersen.—

—En eso te equivocas, yo fantaseo contigo... todo el tiempo.—me miró fugazmente y alzó las cejas antes de volver su atención al camino.

—Acabas de volver extraña esta conversación...—

—Todas nuestras conversaciones son extrañas.—

—Bueno, en eso tienes razón.—

•○•

Al llegar a la casa, todos se alegraron al ver que estábamos sanos y salvos y, tras algunas bromas por parte de Patrick en cuanto a nuestro "tiempo a solas", nos reunimos en la cocina.

—¿tuvieron algún percance?—preguntó Martin a lo que negamos.

—Solo estuvimos mil horas bajo la lluvia, nada de que preocuparse.—solté mientras ponía el maletín sobre la mesa—. Encontré esto en la camioneta, tiene planos y unos papeles. No sé qué dicen, al parecer están en otro idioma.—

—Ahora si extraño Google...—soltó Patrick mientras miraba confundido las hojas.

—Esto es ruso.—

Miramos a Nick, quien tenía una hoja en sus manos y la leía con expresión confundida.

—¿desde cuándo sabes ruso? Ni siquiera hablas bien en español.—soltó Jonas, ganándose un golpe de su amigo.

—Mi padre era ruso, nos obligó a aprender el idioma.—tomó las demás hojas—. Estoy algo oxidado en esto de la lectura, pero puedo entender vagamente de qué hablan estas cosas.—

—Pues suéltalo, amigo.—Patrick sonaba demasiado ansioso.

—Según esto, Alemania y otros países se aliaron para construir un refugio... no confiaban en los planes de Apollon.—Nick me devolvió las hojas—. Eso es más o menos lo que entendí.—

—Es más que suficiente.—solté emocionada—. Martin, si esto existe, podría ser la solución para nuestros problemas. Apollon muy probablemente aún no saben de esto.—

—Podría ser bueno... muy bueno en realidad.—el hombre se mantuvo en silencio unos segundos antes de sonreír—. Creo que ya tenemos nuestro próximo destino.—

Miré emocionada a Rasmus, quien me sonrió igual de ansioso.

Miré emocionada a Rasmus, quien me sonrió igual de ansioso

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~° Under The Rain (Rasmus y tu) The RainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora