Era un agradable día de verano, cuando un estremecedor chillido invadió por completo aquel tranquilo vecindario de Londres. Una vecina asustada, decidió llamar a la policía. Al llegar se encontraron con una mujer muerta y a su lado un hombre llorando desconsoladamente. El inspector David avisó a la agente Clare Wrighr para analizar la escena del crimen. Clare, tenía un aspecto frágil, con su melena pelirroja y aquellos ojos verdes encajados en su cara llena de pecas, hacía que pareciese una niña inocente. Pero Clare, era una de las agentes más inteligentes, duras y exigentes dentro de su profesión. Siempre estaba en primera línea y a veces, eso le pasaba factura. Como en su última investigación de crímenes en serie que cerró sin encontrar al culpable. Aun así, nunca perdía su motivación y daba el cien por cien cada día. Eso había hecho, que fuese la mano derecha del inspector.La agente Wright se acercó al hombre que se encontraba junto al cadáver y le preguntó:
—Hola, buenos días ¿podría decirme su nombre?
El hombre levantó su cabeza abatido y mirándola a los ojos contestó:
—Mi nombre es Tom, Tom Riddle y han matado a mi mujer—dijo entre sollozos.
—Bien, cuénteme—dijo la agente Wright.—¿dónde estaba usted en aquel momento?
—Estaba tumbado en mi cama, descansando ya que había trabajado en el turno de noche, cuando escuché un grito. Al principio pensé que era un sueño pero decidí levantarme a comprobar que todo estaba bien. De pronto, observé que la puerta de casa estaba abierta. Me acerqué por el pasillo y cual fue mi sorpresa cuando me encontré allí tirada en el suelo a mi mujer, muerta en un charco de sangre.—Y qué hizo usted después?—preguntó Clare.
—Iba a llamarles, pero alguien ha debido adelantarse.—contestó Tom.La agente Wright, tras tomarle declaración, se dirigió a la comisaría a redactar el informe. Había algo en aquel hombre que a Clare le transmitía poca confianza y no sabía que era. Tras varias semanas sin acabar de encajar el puzzle, Clare decidió seguir su instinto y comenzó a investigar a Tom. Durante días observó sus rutinas, sus amistades... Pero nada en la vida de Tom parecía haber cambiado ya que se le veía como si nada hubiese pasado. Para el, todo continuaba igual y eso a Clare le parecía muy extraño. Decidió hablar con el inspector David y solicitó un nuevo registro de la vivienda. Esperó a que Tom se fuese a trabajar para poder entrar en la casa. Clare estaba desesperada, no encontraba nada nuevo para esclarecer el caso. Estaba a punto de marcharse, cuando algo en el suelo le hizo tropezar. Bajó su mirada y vio que la alfombra del salón estaba levantada por una de sus esquinas. Se agachó para colocarla bien, cuando de pronto observó que había una trampilla en el suelo. El corazón le palpitaba a mil por hora. No estaba segura sí Tom llegaría pronto a casa pero al final, se armó de valor y levantó la trampilla. Descubrió que allí, se ocultaba una habitación secreta. Estaba muy oscuro y vio que junto a la escalinata que bajaba, había un interruptor. Encendió la luz y cuál fue su sorpresa, cuando encontró las paredes empapeladas con fotografías. Al acercarse, se dió cuenta, de que las personas que aparecían en aquellas fotos, habían sido víctimas de sus casos anteriores no resueltos. De pronto, todo encajó. Tom era el asesino que llevaba buscando durante años sin éxito. Cogió su teléfono y llamó al inspector David. Clare le contó todo lo que había visto y el inspector le dijo que llegaría enseguida con todo el equipo. Le felicitó, por su excepcional trabajo, pero Clare con tono cortante, le contestó que sí no llegaban en menos de cinco minutos se encargaría personalmente de Tom. Lo último que se escuchó detrás del teléfono, fue al inspector gritando a todo su equipo. Mientras tanto, Clare empezó a ordenar en orden cronológico todas las pruebas para facilitar el trabajo a su equipo. De pronto, escuchó un ruido en el piso superior. Sacó su pistola y sigilosamente comenzó a subir las escaleras. Intentó abrir la trampilla, pero alguien desde arriba se lo impedía. Sabía que era Tom, pero no quería asustarle para que no saliese huyendo. Justo en aquel preciso momento, escuchó como entraba su equipo y acababa arrestando al asesino.
Trasladaron a Tom a la comisaría y en el interrogatorio se derrumbó confesando que él había matado a su mujer al ser descubierto y esta le iba a delatar. De nuevo la intuición de la agente Wright había jugado un papel decisivo en su carrera. Gracias a ello y a su entrega fue ascendida a inspectora jefe y siempre trató de transmitir a su equipo los valores que le habían hecho llegar tan lejos.
Iraia Atristain