Ha madurado demasiado rápido para su corta edad, dirían algunos ¿qué saben ellos? No han vivido lo que él.
Si supieran que hubo un momento de su pasado en el que todo parecía ser perfecto y que aún se aferra a esos recuerdos a través de una caja repleta de fotografías y docenas de notas compartidas en clase, la cual abre cada madrugada con los ojos hinchados de tanto llorar, sabrían lo mucho que no quiere olvidar el ayer, aunque quizá no es la mejor manera de aliviar su dolor.
Si se enteraran de las veces que ha tenido que soportar las lágrimas al ver los tacones al pie de su cama y los vestidos en su armario, nadie le creería.
Y si de casualidad se pusieran en sus zapatos, repasando cada instante de su vida grabado en su diario, se compadecerían de él. Pero no quiere que le tengan compasión, ni mucho menos lástima, así que prefiere que se sigan preguntando qué fue lo que lo marcó para convertirlo en la persona que es ahora.
Él no revelará nada, no quiere que sepan lo mucho que se esfuerza por sonreír ante la persona que lo espera en casa, a quien le cuesta mirar a los ojos y escuchar su voz sin sentirse culpable.
Ese alguien, es su mejor amigo. Un joven con el que ha compartido prácticamente toda su vida.
En su diario tiene escrito con puño y letra el día que sus madres los presentaron en su séptimo cumpleaños. Desde entonces, cuando su amigo tiró accidentalmente el pastel de cumpleaños y se puso a llorar mientras él se reía con la cara repleta de betún, se volvieron inseparables.
Eran como uña y mugre. Más que amigos, eran hermanos. Siempre estaban juntos. No había día que él no visitara a su amigo o a la inversa. Los fines de semana dormían juntos, desvelándose viendo películas de terror hasta altas horas de la noche, asegurándose de que no los descubrieran.
Cuando se volvieron más grandes, las cosas no cambiaron y aunque tuvieran su grupo de amigos, jamás dejaron de ser tan unidos como sólo ellos sabían serlo. Sus compañeros de clase creaban historias absurdas acerca de ambos, pero para hacerles ver que no les importaba, les seguían la corriente.
Siempre hubo alguien para quien era mal visto que dos chicos tuvieran una amistad tan estrecha. No toda la sociedad terminaba por aceparlo.
Y así, de alguna forma, impulsados por la curiosidad de que las historias de sus compañeros y muchas otras personas que no los veían con buenos ojos, pudieran ser ciertas, se enfrascaron en un reto, una aventura. A ellos les gustaban ambas cosas, así que supusieron que no sería tan difícil.
Fue un grave error.
Ese error, su error, también se encontraba escrito, con todo lujo de detalle, en una de las páginas de su diario como uno de los mejores días de su vida. Y lo era, en su fuero interno, lo era, porque a partir de entonces inició la etapa perfecta de su vida, la cual concluiría en una tragedia.
Hoy en día continúa golpeándose la cabeza por lo que hizo. Si aquellas personas no hubieran depositado la curiosidad en ellos, nada hubiera ocurrido y su amigo, su querido y amado mejor amigo, no sería quién es ahora.
Aún podía escuchar la voz de la madre de su compañero de vida en sus pesadillas, en donde revivía el instante en que la culpa cayó sobre sus hombros.
—¡Tú le has hecho esto a mi hijo! ¡Tú eres el culpable de que se volviera así!— gritó la mujer histérica.
Su marido trataba de controlarla, mientras él se mantenía frente a ambos con la cabeza gacha, escuchando los sollozos de aquella madre que, en teoría, acababa de perder a su hijo; permitiendo que lo insultara con todo el veneno que pudiera tener, después de todo, se lo merecía.
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En sus zapatos
FanfictionLas heridas del pasado persiguen a Chanyeol todos los días, pero se ha prometido ser fuerte para cuidar de Baekhyun. A veces la culpabilidad y el amor nos obligan a dar nuestro máximo esfuerzo.