Una vez más el celular de Sofia comenzó a sonar, esta vez bufo molesta.
-Responde- le dije riendo mientras me daba la vuelta para comenzar a acomodar mis cosas.
-Esto no se queda así ¿estamos?- me señalo
-Claro que no se quedara así- le sonreí y subí una de las maletas a la cama.
-¿Mande?- Respondió no de muy buena forma -¿Para qué? Silencio. Mierda lo olvide- dijo frotando sus ojos -Si, si ya- dijo con fastidio -En cinco minutos estoy ahí- colgó y el aparato regreso a su bolsillo. -Me tengo que ir a la tienda, ¿Vienes conmigo?-
-Creo que me quedare a limpiar el desorden de abajo- me acerque a ella -¿Está bien?- asintió con la cabeza.
-Nos vemos más tarde- unió nuestros labios -Te amo- susurro sobre estos y salió corriendo sin siquiera dejarme contestarle.
*
Termine de acomodar todas mis cosas e incluso tome una ducha y me cambie.
Baje con pequeños saltos las escaleras, estaba más que feliz. Tome una bolsa y comencé a echar los trozos grandes de cristal con cuidado de que no rompieran la bolsa. En una hora la sala estaba lista.
No sabía a qué hora regresaría Sofia, Paulina lo haría hasta dentro de casi dos horas. Y no tenía nada que hacer. Recordé lo que había dicho Sofia sobre su habitación. Muerta de la curiosidad, corrí escaleras arriba.
-Wow- fue lo que salió de mi boca al ver la habitación de la corajuda de Sofia. Era simplemente indescriptible el desastre. Vidrios rotos, cosas tiradas. Se me estrujo el corazón. Si la hice sufrir y mucho.
Baje una vez más las escaleras para conseguir una bolsa y comenzar a limpiar semejante desorden.
La habitación quedo reluciente de nuevo, conecte el reloj -que también estaba tirado en el piso- y ya eran las 12:20. Rápido volví a mi habitación y saque mi celular para llamar a Sofia.
-¡Sof!- no la dejé hablar -¿Puedo ir por Paulina?- soltó una carcajada.
-Claro que puedes- contesto -Las llaves de mi auto están en la entrada.-
-Perfecto oye... ¿Y a qué hora regresaras?-
-No tardo, en diez, quince minutos estoy ahí-
*
El timbre sonó y de pronto una oleada de niños llenaba la explanada del colegio. Era más que difícil lograr encontrar a la pequeña Paulina. Me ponía en la puntas de los pies para tratar de ver a Paulina. Me imaginaba a Sofia en estas circunstancias con su poca tolerancia seguramente al inicio salía echando humo de aquí Hasta que finalmente vi su cabellera castaña inconfundible.
-¡Paulina!- llame y las otras madres de familia voltearon a verme ¿Qué? ¿Todas se llamaban Paulina? Estúpidas... -¡Paulina!- llame una vez más y logro verme. Una enorme sonrisa se coló en su rostro.
-¡Volviste!- grito corriendo hacia mì con los brazos abiertos
-¡Sí! ¿Me extrañaste?- preguntó abrazándola y rió
-¡Mucho Mucho!-
-Yo también te extrañe mucho mucho-
Llegamos a casa, ambos corrían a mi alrededor de mi preguntándome que a que jugaríamos.
-Primero vamos a comer y luego jugamos- le dije abriendo la puerta.
-Sofia querrá que haga la tarea- dijo la pequeña
-Pues entonces comeremos, haces tarea y después jugamos ¿está bien?- acepto no muy alegremente.
-¿Cómo te fue?- pregunto Sofia bajando las escaleras
-Bien- respondió la pequeña secamente y subió las escaleras
-Lo ves- hizo una mueca extraña –Me odia-
-No seas tonta- bese su mejilla y subí detrás de Paulina. -¿Por qué estás enojada con tu hermana?- le pregunte y la pequeña se sentó frente a mí en la cama, no hablo solo miraba hacia abajo. -Ella está triste, dice que tu estas molesta con ella ¿es verdad?- Paulina respondió que si con la cabeza
-Me grito muy feo.- una lagrima resbalo por su mejilla –Yo solo quería saber dónde estabas-
-Ay pequeña- sabía que era mi culpa –Sofia te adora y le duele mucho que no le hables- la pequeña me miro con arrepentimiento –Si te grito fue porque tal vez no se encontraba bien en ese momento... así que- canturree –Así que quiero que bajes y le des una sonrisita a tu hermana, ¿está claro?- rió ante mi tono militar al terminar la oración.
-Está claro- dijo la pequeña con el mismo tono haciendo un saludo con la mano tal y como los soldados.