Historias para mí.

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  Leí por ahí, entre tanta otra basura, que comentar los estados en las redes sociales de los demás es coquetear, y yo, que comento cada cosa que me genera alguna emoción, pensé que no tenía sentido esa afirmación. Sin embargo, qué era para mi coquetear, era una pregunta que no me había hecho nunca. He notado el coqueteo hacia mi, esa mirada, ese comentario, que sube ligeramente el autoestima, positivamente calma tanta duda que aparece con respecto a cómo nos ven los demás, o en el peor de los casos, el coqueteo que incomoda hasta el "martirio".
-¿Qué provoco yo?- Me pregunté por primera vez después de algunas semanas sin poder comentar a nadie sus estados, ¿habré provocado algo en ella como ahora sé que ella en mí, al no poder comentar sus estados por tanto tiempo, al no poder leer sus respuestas, al no conversar con ella?
Pasó que, por mala o buena suerte, ¿cómo saberlo realmente?, mi smartphone dejó de cargar. Un día me costó que, al conectarlo a la corriente eléctrica, con su cargador de fábrica, pusiera el pequeño símbolo color verde en la parte superior derecha de la pantalla que indica que está cargando, al siguiente día fue imposible. No tenía duda de que el cargador estaba dañado, así que antes de comprar otro, y por la urgencia, probé con uno prestado sin lograr diferencia, aún así no me parecía algo raro topar con dos cargadores malos, así que probé con otro también prestado, cuando ese no funcionó continué con otro y con uno más, para este punto, por más terquedad que existe en mi, estaba seguro de que me había equivocado, ¡qué desgracia!, no era el cargador, lo dañado era mi teléfono.
¡Si!, ridículo pero cierto, que el teléfono se dañe significa reparación, o en el peor de los casos, para cualquier pobre con gustos finos, significa compra y mucha plata que no es sencillo desembolsar, pero por esta vez, significa técnico que lo revise y repare, significa tiempo en el que no se dispone de él, y eso, hoy en día, resulta una terriblemente ridícula calamidad, como si quedarnos sin celular fuera como tener amputada alguna extremidad, o como perder alguno de los cinco sentidos, aunque antes de todo esto no lo sabía, pero que terminaría descubriéndolo en los primeros días del mes completo que viví sin celular, en otras palabras, es más discapacitado el que olvida el celular por la mañana en la casa al salir a enfrentar el día, que el que va por la vida sin piernas.
Después de unos días de buscar obsesivamente el celular en mis bolsillos sin conseguir encontrarlo porque estaba en el local del técnico, y de explicar a los conocidos, que de una u otra manera me contactaban, la razón por la que no contestaba, fue cuando me di cuenta de que verdaderamente extrañaba algo en mi teléfono que no llegaba a mi por costumbre ni enferma dependencia como recorrer las paginas de apps con el dedo, una y otra vez sin parar y sin tener necesidad ni deseo de usar ninguna de las apps, o la obsesión por bajar con el dedo gordo entre las publicaciones que ya había visto hace veinte minutos en la misma red social.
Entre tantos "seguidos" que compartían sus estados, empecé a extrañar a una que, constantemente y sin permiso, robaba mi pensamiento y me hacía desear volver a estar conectado, o mejor dicho desconectado del mundo real e inmediato en el que se supone que vivo yo y todos los que cargan un celular. Sus estados muchas veces no eran de más contenido que los de otros, pero empezaba a aceptar que, aún así, me parecían más interesantes que el resto, y que, antes del la "desgracia", siempre encontraba alguna manera de comentar sus estados porque en algún momento dejaron de ser los estados lo que me atraían y empezó a ser ella. Podría ser mi imaginación, pero recordando mi paso por sus redes sociales parecía publicar más cuando nuestra comunicación tenía más tiempo de estar ausente, y que se le quitaban las ganas de compartir estados cuando compartíamos palabra, como si también ella hubiera entendido que eran la excusa, el sebo para atraparnos uno a otro, el empujón al salto, o el respiro de valentía. ¿estaría imaginándolo? Era una pregunta importante de profundizar, sobre todo al lidiar con la falsa soledad que nos deja la falta de falsa compañía que nos damos todos entre todos en las redes sociales. ¿Sería solo el efecto de sentirme solo lo que activa mi imaginación a creer que también me extrañó durante este tiempo? ¿Se encontraría frustrada de no lograr un estado que yo le comente? ¿se habrá dado cuenta del tiempo en el que he estado ausente en la red social cómplice de los dos?
Esperaba sentado en una silla del local de celulares cuando me llamaron para entregarme mi celular reparado luego de haber despachado a los clientes que se presentaron antes de mi. Mientras el técnico intentaba excusar el monto de la factura que debía pagar, yo pensaba solo en encontrarme con la respuesta a si me extraña, a si no significó nada mi ausencia, y mientras el teléfono se movía frente a mi atrapado en la mano del técnico siguiendo el movimiento de sus manos expresivas, yo me llenaba más y más de deseos de saber, pero al pasar por fin a mi mano, me convertí en un saco de nervios, tal vez solo me había hecho una novela en mi cabeza a causa de no tener el teléfono para distraerme.
Pensé que el corazón no era algo a lo que pudiéramos distraer, y de ahí que sea ella la culpable de mi urgencia, busqué sus estados a toda velocidad y luego después de ver que tenias tanto me sentí invencible, no solo la veía nuevamente, esta vez no me iba a excusar, abrí la ventana del chat directo y sin darme mucho tiempo de acobardarme y siendo todo lo optimista que es el amor le di enviar al mensaje que decía.
-Hola, si me extrañó le ruego la oportunidad de no volver a extrañarnos nunca más, me encantaría salir contigo ¿le gustaría salir conmigo?- .

Historias para mí.Where stories live. Discover now