De repente soy empujada contra la pared del baño. Una mano se abre paso entre mi falda hasta quedar encima de mi sexo. Siento su aliento en el cuello y eso hace que me caliente. Desplaza suavemente sus dedos por encima del pequeño triángulo que hoy llamaba ropa interior. Puede notar como se va humedeciendo y eso le lleva a más. Sus dedos se cansan de jugar sobre la tela y la aparta a un lado. Su mano queda directamente apoyada sobre mis labios. Abriéndose paso sube y baja lentamente aumentando mi tortura. Desliza un poco más sus dedos hasta atrapar ese botón que me hace gemir. No se detiene y juega con el hasta que mis piernas tiemblan.
Cuánto estoy apunto de llegar deja de torturas mi clítoris y desliza sus dedos hasta llegar al hueco de mi vagina. La humedad le facilita abrirse paso y de un solo movimiento mete el índice hasta el nudillo. Mi cuerpo acompaña los movimientos de sus mano hasta que me encuentro de nuevo gimiendo. Se pueden oír los chasquidos que hace cuando su mano toca mi húmedo sexo.
Se que estoy cerca. Deslizó mi mano hasta dar atención a mi clítoris ya olvidado.
Siento que el orgasmo llega, los dos aumentamos el ritmo hasta que no soy más que un lío de gemidos.
Su mano es todo lo que me mantiene en pie. Saca sus dedos de mi e intento recuperarme. Ese no es su objetivo ya que los desliza entre los labios llevándome al segundo orgasmo.
Cuándo nuestras respiraciones se calman el lleva su mano hasta mis labios indicándome que los limpie. No me hago de rogar y lamo sus dedos. Cuándo ya no queda nada que limpiar se aparta y de un tirón me quita el tanga.
- Sabía que esto te iba a gustar-susurra en mi oido - te veo en clase.
Con un último roce en mi palpitante sexo sale del baño.
Me miró en el espejo y me recoloco la falda. Salgo del baño sin mirar atrás buscando el siguiente orgasmo.