My little room 004: Not Heroes Allowed

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Vio cómo se aproximaba despacio, cómo se le acercaba expresando sin decoro el hambre que tenía de su cuerpo, de destrozarlo y engullirlo.

Él temblaba, tratando de hacerse un ovillo en el suelo. Como si no supera que era inútil, como si tratara de mantener la esperanza de algo que no iba a ocurrir.

Lloraba y lloraba, gimoteaba como un niño pequeño. Estaba aterrado, arrepintiéndose de sus decisiones pasadas, de las circunstancias que le habían arrastrado a esa situación. 

Sus uñas se habían desprendido de sus dedos en sus intentos desesperados de arrancar esa cadena que se enroscaba en su pierna. Tenía algunas aún clavadas entre las profundas heridas que tenía en el tobillo, esas que se había hecho cuando se dio cuenta que romper la cadena era imposible y había optado por la solución mucho más drástica y mucho más dolorosa de tratar de separar el pie del resto de su cuerpo, amputárselo aunque fuera con sus propias uñas, aunque tuviera que arrancar la carne con sus propias uñas.

Vio cómo se acercaba, cómo se acercaba cada vez más, cómo la distancia se reducía hasta no quedar nada de ella.

Notó cómo se subía primero sobre sus piernas, alcanzando sus muslos, rozándolos en toda su extensión, arremolinándose entre ellos para descasar sobre su vientre y seguir ascendiendo mientras sus gimoteos se volvían más sonoros, sus intentos de pegarse más contra los barrotes para escapar de ese tacto haciéndose todavía más explícitos.

"Hyung Won, por favor" suplicó con la cara llena de lágrimas, con un miedo atroz invadiendo hasta el último centímetro de su cuerpo. "Haré lo que sea, por favor... No dejes que me haga daño, no dejes que me haga daño..."

A esas palabras de súplica la siguieron miles de "por favor" que no parecían surgir ningún efecto en la persona que le había colocado allí.

Hyung Won, desde fuera de la jaula, recostado en los barrotes dejando que el otro le sujetara las piernas con los brazos para seguir con sus absurdos ruegos, para dejar que le mirara mientras el otro inquilino de esa prisión se le acercaba, no parecía estar sintiendo ninguna pena de él. 

Se había colocado allí, tan cerca, tan peligrosamente cerca, con la pura intención de darle a ese chico pequeño de mejillas vistosas una falsa de sensación de seguridad, de que sus peticiones podrían ser escuchadas de alguna forma, que podría causarle lástima a Hyung Won si éste le veía temblar, si le veía llorar hasta el punto de haberse degradado a besarle los zapatos como forma de demostrar qué tan arrepentido estaba de sus acciones, de su desobediencia.

Porque temía a ese hombre como no pensó que pudiera temer a nadie en su vida, le odiaba con la fuerza con la que no pensó que se pudiera odiar a alguien. Le asqueaba, le generaba un sentimiento magnánimo de violencia y agresividad que quería satisfacer sin importar qué, aun sabiendo que era tan frágil a lo que el otro se encaprichara con hacerle que, al final, esa agresividad era solo un resquicio de una fantasía de lo que deseaba hacerle a Hyung Won cuando escapara de ese martirio en el que se había visto envuelto y que le había quitado muchísimas cosas además de la libertad, cosas que siquiera eran físicas, que siquiera había pensado que alguien pudiera arrebatarle.

Ki Hyun solo deseaba redimirse y no le importaba su orgullo, no le importaba su decencia o su moralidad. Hubiera matado por un ápice de compasión, hubiera torturado, hubiera dejado que Hyung Won hiciera lo que deseara con él, lo que aún no se había atrevido o no había tenido ocasión de hacer, se hubiera entregado a él en todos los sentidos en los que alguien se podía entregar a otra persona. Lo hubiera hecho y hubiera dado las gracias al acabar. Por todo. Hubiera dado gracias incluso por los huesos rotos, por las quemaduras, por las comidas repugnantes, por el toque en partes de su cuerpo que no deseaba que fueran tocadas por él. Hubiera dado gracias por todas las humillaciones, por todas las vejaciones. Por todo hubiera dado gracias.

Gloomy April » MONSTA X. Short Stories.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora