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Un frío inexplicable le recorrió de pies a cabeza. Las puntas de sus dedos rápidamente se tornaron púrpuras, sus labios comenzaban agrietarse y la palidez extrema en su rostro era testigo del inevitable cambio.

Su garganta lentamente se secaba con el repiquetear del segundero de aquél reloj suyo que se desprendía del esquelético y pútrido brazo.
Las pupilas, dilatadas, se mantenían firmes y tensas en un único punto fijo.

Una mirada casi apaciguada pero sin arrepentimiento.

Al borde del colapso y reconocer finalmente "su voluntad", mantuvo una sonrisa en lo que alguna vez fue su cara.

El hijo, desde el suelo inerte y sin sentimientos, contemplaba el "castigo divino".

Su inexpresivo rostro era tema de debate entre los presentes. Y pronto, los murmullos se tornaron en reclamos de ira.

De entre la multitud, voló una piedra directo al rostro del chico.
Un golpe certero en la nariz logrando desviarla y que de ella emanara sangre a chorros.

Entonces, gritos desenfrenados de barbarie retumbaron en los alrededores comenzando una intensa lluvia de rocas.
Después de un par de pedradas, y hasta lograr desfigurar, casi a lo irreconocible...

Simplemente un gran charco escarlata y sobre este un bulto de carne.

Simplemente un gran charco escarlata y sobre este un bulto de carne

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Quien podría culpar al niño, después de todo el era mudo.

Desde la lejanía, encapuchado de tela negra y de una vestimenta harapienta. Un hombre poseedor de un solo ojo observaba la cruel escena. Fue inevitable no poder derramar una lágrima, una que sorpresivamente brotó de la cuenca negra.

Una vez la "voluntad" fue saciada y la muchedumbre estaba dispuesta a dispersarse.
El llanto de un bebé se comenzó a oír, miradas intrigadas buscaron al rededor, hasta que todas apuntaron al mismo lugar... el ruido parecía provenir del suelo.

Las personas, sin señal de preocupación se conglomeraron formando un círculo frente a los cadáveres maltrechos del padre e hijo.

La tierra, el suelo mismo, parecía sacudirse. Los perros ladraban y los pilares se tambaleaban.
En este punto, nadie denotaba miedo, era mas que obvio porque los rostros de todo el mundo se desfiguraban como si se tratase de cera.

Una grieta mediana se abrió paso desde las profundidades del subsuelo, bordeando el círculo humano y finalmente, una luz resplandeciente emergió de ella.

La intensidad de esta aumentó gradualmente hasta envolver todo en un blanco perfecto.

«"Amén"»

Desperté en el instante en que mi madre terminó de rezar. Rodeado de velas e inmovilizado de pies y manos. Frente mio, un sacerdote recitando pasajes bíblicos.

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⏰ Última actualización: May 19, 2019 ⏰

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