C a p í t u l o 4

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Susurros.

Midoriya Izuku agradeció todos los dioses y cosas que consideraba buenas por haber sobrevivido esa mañana después de rechazar a Bakugou.

Si bien se sentía algo desconsiderado (y un poco estúpido, siendo sincero) por haber rechazado a quien fue su primer amor, también se sentía aliviado de cerrar por fin ese capítulo de su vida.

Y Bakugou debía ser demasiado ciego para no darse cuenta de que existía alguien mejor para él a su lado.

Sin embargo, no todo era color de rosas. Esta vez habían miradas y susurros. Terribles voces que lo perseguían de un lado a otro, junto a las miradas persistentes.

Todo se estaba volviendo un completo desastre.

Si bien, no había que ser un científico para darse cuenta de que algo estaba ocurriendo; mucho más después de ver a Midoriya huyendo con el Full Cowl, y a Bakugou con Kirishima tras él.

Incluso después que Bakugou y Kirishima entraran como si vinieran del funeral de su dignidad. Y los tres chicos encerrados en sus habitaciones sin dar siquiera una explicación.

Para el Bakusquad, Midoriya Izuku debía ser una especie de demonio con el que debían buscar venganza.

El chico de cabellos esmeraldas suspiró, viendo uno de sus pósters de All Might, mientras pedía una iluminación. Sabía que la gente iba a hablar después de esos momentos tan extraños, pero él no tenía idea de cuándo esa novela finalizaría.

Y vaya que él no tenía no se imaginaba que todo estaba lejos de terminar.

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Bakugou Katsuki, en cambio, se sentía humillado, pero... Efectivamente aliviado.

—Te lo dije, Katsubro, ¿te sientes mejor, verdad? —le preguntó Kirishima emocionado—. ¡Eso sí es de hombres!

—Ah, maldito erizo, solo me siento humillado —gruñó el rubio, dándole un golpe en la coronilla al cabello lacio del teñido.

Se dio la vuelta, incapaz de creer lo que estaba a punto de decir. Respiró hondo, y trató de dejar a un lado su orgullo.

—Pero sí, tenías razón —admitió, en un susurro resignado; incapaz de verlo a la cara.

Kirishima sonrió de esa forma particular suya; sabía que había llegado bastante lejos al lograr hacer que Bakugou dijera eso, y, joder, era satisfactorio. Su corazón latió un poco más rápido.

El rubio alzó la mirada de nuevo, y se encontró con el rostro de felicidad de Kirishima, esa sonrisa resplandeciente.

No supo qué fue, pero Bakugou Katsuki sintió algo extraño.

Su sonrisa era incluso más brillante que la de Deku.

Y en ese momento, se sentía mejor de haber cerrado ese lamentable capítulo de su vida.

Claro que, las ganas de explotarlo todo a su alrededor no se iban, pero...

Explotarlo a él, quien tenía una sonrisa tan brillante, no.

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