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La segunda vez que lo vi fue seis meses después.

Los chicos de mi universidad habían organizado una fiesta monstruosa, llena de alcohol, tabaco y sexo.

Celebrábamos el final del semestre y tener todos los exámenes aprobados, o en todo caso se lamentaban algunos por haber reprobado, así que me dejé llevar y terminé en el auto de un amigo a las seis a.m.

Diciendo que conocía un atajo, cruzó la calle 23, el punto intermedio de la "Zona Rosa".

Al principio no le di importancia, estaba demasiado ebrio como para quejarme. Me dediqué a mirar por la ventana para evitar el mareo creciente y el revoltijo en mi estómago.

Y ahí estaba.

El mismo chico que encontré aquella noche lluviosa y que había huido sin más a la primera oportunidad.

Lo reconocí porque era difícil de olvidar, tenía una presencia poderosa que te seguía incluso después de tantos meses.

Esa sonrisa pícara en sus labios y lo sonrosado de sus mejillas te impedían ignorarlo y su vestimenta parecía elegida específicamente para él, para hacer resaltar lo mejor de su apariencia y volverlo inolvidable.

En esa ocasión, sus piernas estaban al descubierto, usaba unas zapatillas deportivas rosadas y con estampados de labios y corazones. Sus pequeños shorts eran blancos y usaba un enorme suéter rosa pastel. Como detalle final había un collar ajustado alrededor de su cuello de color negro y con un pequeño cascabel que probablemente tintineara al ritmo de su caminar, pero gracias a la distancia entre nosotros, no podía escucharlo.

Era la viva imagen de la inocencia.

Una parte de mi quería bajar y correr hacia él, tomarlo en mis brazos y susurrarle lo lindo que se veía mientras lo montaba, otra parte quería protegerlo y ocultarlo​ de todos, porque sabía a que se dedicaba y no quería que volviera a esa vida. Y una tercera parte, muy pequeña a decir verdad, me preguntaba por qué estaba fuera tan tarde, o temprano, considerando que la hora límite de su trabajo solía ser las cuatro a.m.

Nos detuvimos en un semáforo. Me dediqué a observarlo desde la ventana.

Era la persona más hermosa que hubiera visto en toda mi vida, ni siquiera recordar el hecho de que me había robado logró molestarme en ese entonces.

Lo vi caminar y dar vuelta en la esquina siguiente. Creía que lo habíamos perdido de vista, pero cuando el auto se acercó a aquel punto donde había desviado su camino, volví a verlo.

Frente a un hombre alto y fornido, rodeado de mujeres y con rostro de pocos amigos. Y con uniforme de policía

Lo poco que pude ver hasta que el auto se alejó nuevamente, fue como ese hombre abofeteaba a Jimin y trataba de subirlo al auto.

Le pedí a mi amigo que parara.

—Un policía quiere llevarse a alguien—

Lo decía con la esperanza de que diera vuelta y pudiéramos ayudarlo, pero su respuesta me mandó de vuelta a la realidad.

—Amigo relájate, probablemente sea una prostituta—

La naturaleza de sus palabras no me dejó reprocharle.

—Es su trabajo, tienen que arrestarlas si les ofrecen sus servicios, o tal vez solo quería cojersela en un lugar más privado, ese mundo es complicado Min—

Odié cada parte de mí que le dio la razón, pero aún estaba ebrio y solo pude recostar mi cabeza contra la ventana y desear que estuviera bien.

La noche fresca de Abril cuando lo vi por segunda vez me dejó con un profundo vacío en el estómago y la certeza de que lo quería de nuevo mi lado.

• One more • [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora