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Días aquellos - 01: Días aquellos

Gritos a mi alrededor, súplicas a Dios, personas quebrando en llanto.

Es imposible relajarme, o pensar en alguna otra cosa.

Por desgracia, estoy dentro del avión, y este sufre una violenta turbulencia.

Las azafatas corrieron a sus asientos mostrando preocupación es sus rostros, lo que significaba que todo estaba realmente mal.

Mierda...

Solo podía pensar en mi familia. En las malas decisiones que tomé en toda mi vida más que nada, sintiendo que pude haber sido una mejor persona durante esta.

El avión parece caer en picada, o no lo sé, pero por la ventana puedo ver que perdemos altitud muy rápidamente.

Un pequeño niño le pregunta a su madre qué es lo que está pasando en el asiento justo detrás de mí, es imposible no soltar una lágrima por su inocencia, y porque su madre no dice palabra alguna.

Espero que esté abrazándolo con fuerza...

Y cuando los gritos y el llanto aumentó y parecía que todo estaba apunto de acabar, de algún modo el avión logra estabilizarse.

Entonces todo el mundo comenzó a aplaudir. Y minutos después de oír el agradecimiento a Dios y a los pilotos las puertas del avión abrieron, y logramos bajar sanos y salvos.

Muchos aviones siendo cancelados a última hora, gritos, ira y furia, nada es incapaz de quitarme la felicidad en este momento.

Si tan solo supieran lo que acababa de suceder...

Y finalmente puedo verla de meses al estar separados. Logré reconocerla de costado, ha vuelto a teñir su cabello a un tono celeste, lo que hace resaltar sus obscuros ojos, y sus gruesos labios.

Esta será una pequeña visita, pero haré de esta una semana inolvidable para ambos.

-¡Eli! ¡Elizabeth!

Ella se giró torpe pero sorprendida, entonces corrió mientras chillaba de la emoción con sus brazos abiertos.

-Por fin estás aquí, ¡no lo puedo creer!

Vuelve a abrazarme con su fuerza bruta como es usual. Jamás ha podido controlarse muy fácilmente, mucho menos en ocasiones especiales.

-Bien, no perdamos el tiempo. -Dije, dejándome llevar por el entusiasmo.

-¿Acaso estás nervioso, Mel?

-Emocionado, querida. Estoy seguro que esta será la mejor semana de todas.

Un pequeño apartamento cubierto de blanco en el centro, pero con una decoración tan colorida como el de uno lleno de niños es en donde Elizabeth me da alojamiento.

La maleta fue lanzada al sofá apenas puse un pié dentro del lugar.

-Cuidado con mis cosas.

-Eres un llorón, sabes que la ropa no se rompe en mil pedazos sólo por tirarla.

Como siempre, sabe cómo hacerme callar. No cabe duda que sigue siendo como es; espontánea, divertida y sobre todo provocadora de peleas infantiles por una u otra pequeñez.

-Pensaba en que podríamos ir al parque más cercano, ya sabes, para tus vicios.

-No fumo hace mucho. ¿acaso conoces a alguien que pueda venderme algo?

-Vivir aquí sin un poco de maría es una tortura constante...

Ella se dirigió a la cocina, pero salió inmediatamente con un par de cervezas.