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Una mañana fría, llena de soledad y angustia. JungKook se levantó de su cama. Su rostro serio, sin expresión alguna; sus movimientos automáticos. Fuera de sí.
Es como toda su vida ha vivido, sin poder sentir realmente. Es su enfermedad; CIPA. Una enfermedad donde la persona no puede sentir ni frío ni calor, dolor físico y "mentalmente".
—Ya me voy —avisó en un susurro a su madre quien ya estaba despierta.
—Ten un buen día cariño —la mujer le da un beso en la frente con una sonrisa.
Él asintió apenas, saliendo por la puerta sin mirar atrás, caminando con pasos lentos hasta sus clases en la universidad que quedaba a sólo quince minutos a pie.
Llegó a tiempo. Se sentó en el mismo sitio de siempre, mirando a la ventana en todo momento, incluso cuando el profesor ya estaba dando su clase.
—Hola —un chico de gran sonrisa lo saludó con ojos brillantes —. ¿Te molestaría si hago equipo contigo? —JungKook frunció el ceño, pero asintió.
Jamás había visto a ese chico en su vida, ni en clases. Además, su aura... Le hacía sentir algo. Algo que ni podría explicar.
Miró abajo, sus vellos se pusieron de punta poniéndose más nervioso, sentía una presión en su pecho.
»— ¿Estás bien? —el chico le tocó la mano.
JungKook se levantó de un salto, sorprendido al igual que todos los demás. El profesor le observó confundido.
— ¿Sucede algo, Jeon? —preguntó el profesor.
Él niega para volver a su sitio. Miró confundido al chico que estaba observando la libreta como si nada hubiera pasado, hablando sobre aquel proyecto que JungKook no había escuchado.
La voz de ese chico le hacía sentir un cosquilleo en su nuca.
—Necesito ir al baño —apenas susurró nervioso para levantarse de su sitio y pedir permiso al profesor.
Corrió a los sanitarios de hombres, cerrando la puerta detrás de sí mismo. Observó su reflejo en el baño; sus mejillas se encontraban rojas, su cuerpo se estaba relajando, pero su corazón seguía agitado.
Se admiró una vez más, se sentía como si fuera otra persona. Una persona normal.
— ¿JungKook? —dio un pequeño saltó, sus mejillas, las sentía calientes.
Jamás en su vida se había enfermado —solo por su verdadera enfermedad— pero, por lo que había visto y escuchado en clases sobre aquella reacción, podría asimilarlo como una enfermedad.
— ¿S-Sí? —murmuró mordiendo sus labios, moviendo sus pies.
No sabía cómo comportarse delante de aquel chico, le hacía sentir de una manera tan extraña.
