Estoy aquí para tí

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Ya había dejado a Amy en el parque. Ahora mismo me encontraba en la casa de James junto a Ziara para distraerme.

-Deja de pensar en ella. -Dice ella.

La miro con ambas cejas fruncidas. La observo un rato más y veo que hablaba en serio.

-No puedo, Ziara.

-Creí que James te había dicho que me llamaras si Isaac invitaba a Amy a salir.

-Sí... Pero no quise entrometerme. Si ella quiere salir con él, que lo haga. Si en verdad se quieren, no tengo por qué arruinar su felicidad.

-Eres tan cursi. -Dice suspirando con ilusión.

(...)

Y asi pasó el tiempo: Ziara tratando de animarme.

Solo pasó media hora y Amy me llama.

-¿Hola?

-Adam... Perdón por molestar. -Su voz se oía quebrada.

-¿Qué te pasó?

Me levanto de la cama por instinto y con una notable preocupación en mi voz.

-Isaac no vino. He estado esperándolo pero no llegó.

-¿Qué?

Mi mano desocupada se cierra formando un puño.

-No te preocupes. Voy a ir para allá.

Cierro la llamada y guardo mi celular en mi bolsillo.

-¿Qué vas a hacer? -Pregunta Ziara

-Voy a buscar a Amy.

-¿Cómo? El carro de Amy está en su casa. Si quieres ir por ella, tendrás que ir caminando.

Mierda, no pensé en eso.

-Por Amy, tendré que ir caminando.

(...)

Estaba ya un poco cerca, pero mis pies empezaban a protestar.

De lejos pude divisar a Amy sentada en una banca. Entonces las fuerzas volvieron a mis piernas.

Corrí un poco hasta que grité:

-¡Amy!

Mi grito hace voltear a Amy y una sonrisa se le dibuja en el rostro.

Ella corre hasta mí y me da una abrazo. Lo que me toma por sorpresa.

-Me siento como una basura. -Dice  ella con voz quebrada, aferrada a mi cuerpo.

-No deberías, no lo eres. Solo espero que me perdones.

Se separa de mí un poco confundida.

-¿Por qué?

-Tendremos que irnos caminando.

-Creo que está bien. Siempre y cuando prometas no dejarme sola.

Sus palabras perforaban mi corazón. No sabía como reaccionar. Lo último que pude hacer fue pasar un brazo sobre sus hombros y pegarla a mí.

-Vamos a casa. -Digo casi en un susurro.

Ambos empezamos a caminar en silencio. Ella no se separó de mí en ningún segundo. Al contrario, llego un momento en que sentí que se quiso aferrar más a mí.

Minutos después, cuando estuvimos cerca del pueblo donde vive Amy, ella habla.

-Estoy cansada. -Dice.

-Ya falta poco.

-No quiero seguir caminando. Quiero parar.

No quise discutirle, y con la vista, busqué un lugar donde podríamos refugiarnos.

Justo en ese momento, empezó a llover.

Genial.

Vi una cabaña a pies de distancia. La cabaña parecía abandonada.

-¿Pasamos la noche allí? -Señalo la cabaña.

-Eso creo.

Empapados en la lluvia, caminamos hasta la pequeña cabaña.

Una vez adentro, empiezo a examinar la cabaña. Definitivamente, no había nada de nada. Las personas que vivían aquí, se llevaron hasta las ratas.

Camino hasta una esquina de la cabaña y me siento allí.

Amy me observa expectante y no se mueve.

-¿Qué esperas? Ven aquí. -Digo.

Amy sonríe como si hubiera dicho lo que sus oídos querían escuchar.

Ella se sienta a mi lado y se recuesta en mi regazo. Con mi mano izquierda, empiezo a acariciar su cabello castaño.

-Gracias por todo. -Dice calmada.

-No hay de que. -Digo jugando con un mechón de su cabello.

Sentía una sensación extraña en el pecho. Cómo si mi corazón sintiera algo. Entonces entendí, ¿Sería este el momento para decirle la verdad a Amy?

-¿Recuerdas que te dije que aprendí el español por mis viajes de estudiante?

-Sí.

-Mentí.

Amy me mira confundida.

-¿Por qué mentirías con una simple pregunta?

-Para no recordar mi pasado. La verdad es que aprendí el español a los 10 años porque tenía una niñera latina que nos cuidaba a mi y a mi hermana. No te dije nada de esto porque... Si te decía, también tendría que explicarte el resto de la Historia.

(...)

Minutos después, le cuento la misma historia que le había contado a James.

-N-no sé que decir.

-Es por eso que mi personalidad era fría... Pero tú me cambiaste. Tu me ayudaste a ver lo que era ser feliz. Desde los 16 viví con odio y rencor, pero desde que te conocí, empezé a sonreír de nuevo. No tenía con quién hablar. Cuando tenía 16 mi hermana tenía 19, osea que estaba en la universidad. -Suspiro con nerviosismo. - Eres muy especial para mí, Amy.

Amy se levanta, incorporándose al lado mío.

Sus ojos me miran con intensidad. A lo que no pude evitar acercarme más a ella.

-Me gustas, Amy.

Ella no dice nada, pero de sus ojos entendía lo que quería decir.

Mis ojos se deslizan hasta sus labios y me acerco más a ella.

Cuando nuestros labios hacen contacto, todo cambia. Nunca la había besado así. Esta vez, los dos tomamos la voluntad de juntarnos. Nadie besó a nadie. Simplemente nos besamos.

Paso mi mano hasta su cabello, ella copia mi acto y me desordena el cabello. Cuando lo hace, sonríe sobre mis labios.

Unos segundos más, nos separamos algo agitados.

Luego de que los jadeos cesan, hablo.

-Amy, ¿Te gustaría ser mi novia?

Ella asiente y me vuelve a abrazar.

***

¡¡Aahhhhh, me muero!!

No estoy llorando, ¡Tú estás llorando!

Ok no.

Me ESFORZÉ por hacer este capítulo largo, enserio lo hice.
Pero lo logré. No tan largo, pero lo logré.

¡Voten y comenten!

Recuerden comentar también sobre el Q&A que mencioné en la publicación anterior.

Sin más que decir, me despido.

¡Adiós!

El Estudiante De IntercambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora