Capítulo1

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Tengo 39 años y estoy casada aunque no puedo decir que felizmente, ya que, hace por lo menos un año que mi marido ha perdido el interés por mí. Soy bastante atractiva para mi edad. Mi pelo es de color rubio natural, además, tengo las piernas largas debido a mi estatura: 1,76, muchos de los clientes de mi empresa, se sienten impresionados por mi altura y unos pocos intimidados. Mis caderas son muy voluptuosas. Voy al gimnasio tres días a la semana por lo que mi cuerpo es atractivo. Los hombres que acuden al gimnasio me miran de reojo, los jovencitos son más descarados, se ponen con disimulo frente a mí cuando hago mis tablas de ejercicios con las esperanza de ver algún extra de mi cuerpo. Yo me siento muy halagada por el interés que muestran. Mis pechos son grandes, aunque no exagerados y gracias a una dieta en la que incluyo esteroides, sin pasarme, se me han desarrollado más de lo normal, sobre todo los pezones y el clítoris. No me importa, ya que añaden sensualidad a mi cuerpo.

Nunca me pongo braguitas por debajo de la ropa de entrenamiento para no escocerme, por eso se me marca el coño descaradamente, pero ¿Qué culpa tengo yo de que los bodis sean tan ajustados? Si veo uno o dos hombres que insisten mucho en mirarme, pues les recompenso abriéndome de piernas con disimulo para que se lleven un buen recuerdo de mi cuerpo, disfruto un montón mirando con disimulo con se empalman los pobrecillos. Por la calle, muchos hombres se giran para mirarme, sobre todo cuando me pongo pantalones muy ajustados. Hasta en mi oficina tengo admiradores, y eso que la ropa que visto es más bien formal; normalmente uso un conjunto de traje y chaqueta, con la falda cortita para lucir las piernas, quizá por eso los chicos me miran más al cuerpo que a la cara, también he descubierto a alguna jovencita mirándome el culo. Así que, me pregunto: ¿qué le pasa a mi marido que no se excita conmigo?

Sospecho, que prefiere a chicas más jovencitas que yo, en su empresa, hay secretarias jovencitas y muy monas. Aunque no estoy segura, no tengo pruebas de que sea eso exactamente. O sea, que por más vueltas que le doy, no encuentro justificación al abandono sexual que me tiene mi marido, si hasta hace un año estaba atento conmigo, en cambio ahora, sólo me hace el amor de vez en cuando y de manera mecánica y rutinaria.

Me aburro cuando le tengo encima de mí empujando. Ya no disfruto cuando lo hago con él, al principio, me costaba llegar al orgasmo; ahora, ni si quiera llego y tengo que simular los gemidos y los jadeos. No soy ninguna ninfómana ni nada por el estilo, pero me gusta el sexo ¡Me encanta el sexo joder!

Harta de no recibir lo que mi cuerpo demanda, me he comprado vibradores y consoladores; algunos los disfruto en el despacho de mi oficina; es el mejor anti estrés que conozco, de algo me tiene que servir ser la dueña de la empresa. Los mejores orgasmos me los reservo para mi casa lógicamente. En mi habitación, la pared que está frente a los pies de la cama está forrada con un espejo que va del suelo al techo. Fue precisamente mi marido quien insistió en ponerlo, alegando que era muy morboso vernos mientras hacíamos el amor; a mí nunca se me ocurrió mirarme, en cambio ahora sí que me miro, tiene gracia. Me pongo unos cojines para verme bien abierta de piernas mientras me acaricio la raja del coño para calentarme, luego me penetro con el consolador desesperadamente imaginando que un macho bien dotado me posee salvajemente hasta que exploto alcanzando mi tan ansiado clímax que me transporta a otro mundo, al menos unos minutos.

Me he vuelto una morbosa. Una vez, usando un vibrador sobre mi clítoris, vi a través del espejo, cómo mi vagina se contraía a la vez que se me abría el esfínter de mi culito, ¡joder! quedé tan maravillada, que después de proporcionarme uno o dos orgasmos con la polla de goma, remato mi sesión sexual con un vibrador y mirando a través del espejo como me corro, luego me duermo agotada y satisfecha.

Pero sigo necesitando que me monten, hecho mucho de menos el peso del cuerpo de un tío dándome polla hasta dejarme agotada y satisfecha. En suma, necesito nuevas experiencias. Por eso llamé a mi cuñada, la hermana de mi marido.

Mejor en familia erótica +18Where stories live. Discover now