El tiempo pasaba y todos amaban a Christopher. Se estableció una nueva rutina en casa: Mamá Anita preparaba a los niños mientras Chris hacía el desayuno, lo que le daba más tiempo a Alice para preparar sus clases. Después, Ana cocinaba el almuerzo. Al terminar, Alice, los niños y Mamá Anita subían al auto, conducido por Christopher. Dejaban a Kevin en la escuela, a Amy en el kinder y a Alicia en su colegio. Luego, Chris y Ana iban a hacer las compras o pagar los impuestos y demás trámites.
Sí. Yo quedaba FUERA de la rutina familiar gracias a mi trabajo nocturno. Me despertaba a la hora que podía y comía el almuerzo frío del mediodía. Sólo dos semanas hice eso, después me las arreglé para dormir menos.
Ese día les importó muy poco y se fueron los cinco en el auto, dejándome solo en casa. Me acosté a dormir apenas se fueron y me desperté cuando mis hijos volvieron de la escuela. Jugué con ellos y los ayudé con su tarea. Les di las buenas noches a mi familia y volví a mi trabajo nocturno. Hice la cuenta y sólo dormía seis horas por día: dos horas entre las seis y las ocho de la mañana y cuatro más de 13 a 17. Eran pocas pero no me importaba, no iba a ser desplazado.
Cuando empecé a pasar más tiempo con mis hijos y durmiendo menos, Alicia comenzó a mostrarse mucho más cariñosa conmigo y me confesó que quería ser madre otra vez.
- No lo sé, Ali, yo ya tengo tres hijos y estoy en una edad...
Y ella se enojó. Estuvo dos semanas sin hablarme pero no me afectó. No quería más niños en casa. No mientras hubiera un tipo queriendo robar mi lugar.
Lo cierto es que Alice sólo estuvo dos semanas sin hablarme porque, al quinto día después de la pelea, me enfermé y el décimo día después de la pelea, me internaron por neumonía.
La neumonía se me curó cuando me dijeron que Thomas vendría a casa unos días.
Igual que un niño en Navidad me sentí al saber que mi amado hijo, mi primogénito, la luz de mis ojos, volvería a mi casa por una corta semana que seguro se me pasaría muy rápido. Alicia no estaba muy feliz puesto que el Thomas adulto era bastante malhumorado y... No le caía bien aunque en realidad era algo mutuo.
Aún recuerdo el día de mi boda. Thomas lloraba diciendo que no me case con ella mientras Mamá Anita le acomodaba su traje. Mientras Tom estuvo en casa, logró hacerle la vida imposible a Alice y viceversa. Mi casa parecía un campo de batalla. Y Alicia ganó esa batalla cuando Thomas decidió irse a estudiar al extranjero.
La mañana en que Thomas llegó a México, fui a recogerlo al aeropuerto. Lo llené de preguntas que respondió con monosílabos. Incluso iba abrazado a su bolso de viaje como si quisiera volverse a su Estúpida Inglaterra lo antes posible. Poco me importó porque había diagramado toda una serie de visitas, paseos y actividades solo él y yo. Papá y Tommy, como en los viejos tiempos.
Llegamos a casa y, al abrir la puerta, toda la familia estaba ahí con globos y una pancarta que decía "Bienvenido a casa Tommy". De más está decir que todo eso lo había armado yo y les pedí que esperaran tras la puerta a Thomas.
- Ah, gracias - respondió él sin ánimos.
Mamá Anita se lanzó a sus brazos.
- ¡Thomas! ¡Mi Thomas! ¡Qué grande estás! - gritaba entre lágrimas de alegría. Mi hijo la abrazó con fuerza y creí ver un poco de ternura en la expresión de su rostro pálido.
Cuando se separaron, Amy y Kevin se acercaron a él y cada uno le dio un beso en la mejilla, muy fríos para ser hermanos pensé. Alice lo saludó con un apretón de manos y una de sus típicas sonrisas tranquilas cuando alguien le cae mal. De pronto, Thomas se quedó clavado al suelo, incapaz de moverse. Miraba a Christopher con sorpresa.
- ¿U-usted? - tartamudeó Aún sin moverse. Fue Chris quien se acercó.
- ¡Qué pequeño es el mundo! ¿Verdad?
La cálida sonrisa de mi hermano y sus palabras simples le robaron una sonrisa a Tom.
- Pues sí... Es usted la última persona que esperaba encontrarme aquí.
Tuve que meterme, temeroso de que a Christopher se le desenredara la lengua y lo echara todo a perder.
- Ustedes dos... ¿Se conocen? - pregunté intentando ocultar mi estupor.
- Claramente.
Chris me miró con una sonrisa de hielo y pasé saliva despacio...
Otra vez sentí las bolas en mi garganta.
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Yo fui Noseybonk [Completa]
AcakMíster Noseybonk no fue una historia tonta. Fue real. No fue Adrian Hedley. Fui yo.