té con leche

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Es delicioso y ayuda a dormir.

Mi madre siempre había dicho que me encariñaba demasiado rápido de la gente y las cosas. Una vez tuve un patito de mascota, lo amaba más que todo. Los patos suelen vivir hasta 10 años, el mío solo vivió dos semanas. Estaba enfermo cuando lo compré y no lo sabía. No recuerdo haber llorando tanto en el regazo de mi mamá como esa vez.

Ella solo acarició mi cabello y susurraba que Doris estaba en un lugar mejor. A mis seis años no lo entendía ¿qué lugar podría ser mejor que a mí lado?

Luego me había sucedido con mi primera mejor amiga. Antonia, teníamos 8 años y no había cosa que no hiciéramos juntas. Luego me cambió por otra niña de nuestro salón, solo porque ella tenía lápices brillantes y yo no.

También me pasó en su tiempo con mi papá, recuerdo que tenía cerca de siete años cuando se fue de casa, yo no entendía mucho. Solo sabía que ya no tenía quien cumpliera mis tontos caprichos. Lo vi los fines semanas siguientes, luego una vez al mes, hasta que solo nos comunicábamos por llamada. Después comenzó a mandar dinero, hasta que simplemente dejó de hacerlo. 

Creo que fue la primera vez que sentí un tipo de decepción ¿por qué mi papá no querría verme a Ares y a mí? Recuerdo que una noche en la que escuchaba a mi madre llorar me metí a la cama de Ares, nos abrazamos y me dormí con lágrimas en mis mejillas y una sola pregunta rondándome por mi cabeza ¿por qué la gente (o los patitos) abandonan a la gente que dicen querer?

Me había acostumbrado demasiado rápido a Amèlie, a sus charlas y a sus expresiones, a sus chistes y a sus estupideces. Sin darme cuenta había comenzado a pasar bastante tiempo con ella, siempre coincidíamos en el autobus, además de pasar algunas horas libres juntas. Mis amigas me reclamaban de que las había abandonado,claro que no decía sin creerme ni una palabra.

No era algo malo socializar con más gente.

-Si no te conociera, diría que estás coqueteando con la nueva-me dijo Julia, una chica castaña con grandes y lindos rizos, además de ser una de mis mejores amigas.  

-¿Qué? ¡No! Por supuesto que no, solo soy amable con ella. Deberíamos almorzar un día con ella para que se den cuenta lo simpática que es. Además, me gustan los chicos-respondí con un bufido y un notorio malestar en mi garganta.

-Puedes ser bisexual, bobita-me dijo Anne, otra de mis mejores amigas, rubia y con ojos grises maravillosos. Sí, mis amigas parecían sacadas de un desfile de Victoria's Secret.

-O puedes ser pansexual, a ellos también le gustan ambos ¿no?

-Los pansexuales no existen, Juli ¿tengo que darte otra clase de esto?

-¿Por qué no existirían? Si le gustan ambos y se enamoran de los sentimientos creo que está bien.

-No ¿enamorarse de los sentimientos? ¡Todo el mundo se enamora de los sentimientos!  Pero ellos sol...

-Por favor, no empiecen de nuevo y dejen de hablar de mi orientación sexual. También soy agradable con otras personas y eso no significa que me gusten.

-De acuerdo, no hablaremos más sobre eso-Anne levantó sus manos en modo de rendición.

Mis amigas no habían sido las únicas que habían insinuado algo más entre Amèlie y yo. Íbamos de vuelta  a casa, quedaban solo dos cuadras cuando Ares sacó el tema.

-¿Te acuerdas esa película que vimos la semana pasada?

-¿La romántica que escogió mamá?-asintió-Como olvidarla, si lloraste como un bebé-reí.

-Bien, soy una persona sensible y ese no es el caso-solté otra risita-¿Recuerdas esa parte en que el anciano le dice que amor es cuando se te iluminan los ojos al ver a esa persona? ¿Alguna vez te ha pasado eso?

Creo que no, respondí. Me acuerdo que fruncí el ceño y comencé a molestarlo como si tuviéramos cinco años y le gustara una niña del jardín de infantes.

-¿Sabes qué me puedes contar lo que sea? Siempre te voy a apoyar, Nea-pasó un brazo por mis hombros y reprimí las ganas de llorar.

Meses después entendí que Ares lo sabía mucho antes que yo.

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