Capítulo 3

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Es difícil escuchar la verdad, esa verdad tan dolorosa que te va consumiendo por dentro y te desgarra sin compasión alguna.

Todo lo que tuviste, felicidad, amor y discusiones con esas personas especiales, de un momento a otro lo pierdes todo y te quedas sin nada. Lo que estoy sintiendo en este preciso momento es inexplicable, es tanto el dolor el que siento y creo que en cualquier momento explotaré.

Mi familia murió.

¿Porqué ellos?

Ni siquiera sé cuando fue que el oficial Johnson me abrazó, ni cuando comenzó a peinar mi cabello mientras yo lloro en su pecho.

Me alejé mientras limpiaba mis lagrimas, pero fue en vano porque siguen saliendo. Agaché la cabeza tratando de tranquilizarme y cuando creí que lo lograría, miré al oficial viéndome con lastima.

— ¿Cómo... pasó todo esto? —mi voz tiembla de tan solo pronunciar las palabras.

Antes de comenzar, se aclaró la garganta y eso solo hizo que el pánico aumentara.

— Todavía no estamos seguro, pero quizás no cerraron el gas —me niego a creer eso.

— No, mi madre siempre tenía cuidado... —lagrimas bajan por mis mejillas de tan solo pensar en mi madre en "pasado"—, antes de yo llegar... vi unas camionetas y... —no puedo seguir.

Este dolor me está matando,

— ¿Camionetas? —lo vi frunciendo el ceño y poniendo todo su atención en mi—. Cuéntame qué pasó, Cassandra, con detalle —miré a otro lado.

Solo de recordarlo se me hace un nudo en la garganta que me impide hablar, pero tengo que hacerlo para que ellos hagan su trabajo.

— No vi mucho... solo vi cuando estaban afuera de mi casa y arrancaron a toda prisa... —mi voz temblaba y sollozos salían de mi boca. Esto es bastante doloroso.

— Bebe un poco de agua —me pasó un vaso y no dudé en beber de el.

Entonces decidí continuar cuando sentí mi garganta más aliviada.

— Cuando caminé a mi... mi casa está explotó —rompí en llanto nuevamente.

No puedo imaginarme una vida sin mis padres y sin mi hermanita. Ahora estoy sola y sin nada en que caerme muerta, pero ahora eso es lo de menos.

Por lo menos tengo que despedirme de ellos y pronto alcanzarlos y así estamos todos juntos como la verdadera familia que siempre seremos.

Me recosté en la cama sintiéndome cansada y a dolorida por todo mi cuerpo, creo que tengo las costillas rotas por el golpe en mi espalda y un poco en mi cabeza.

— Te traeré algo de comer, de seguro la comida no es muy buena aquí —dijo poniéndose de pies y caminando a la puerta.

El oficial Johnson no actúa como un policía, he visto casos donde los policías son más serios con su trabajo y no quiero decir que el oficial Johnson no se toma en serio su trabajo, lo qué pasa es que es raro que un policía te compre comida.

Aunque ahora no es difícil saber el porqué, sé que le doy lástima.

— Gracias, oficial Johnson —él asintió y salió de la habitación.

No sé qué pasará conmigo más adelante, pero tengo que llamar a mi tía Rosanna porque siento que no podré con todo esto. Me acurruqué más entre las sábanas mientras lloro, viviré con este sentimiento tan desgarrador hasta mi último segundo de vida, pero juro que ya no puedo más.

(...)

No he dejado de llorar porque hoy se suponía que fuera un día feliz, donde estuviéramos mis padres, Claribel y yo, sonriendo para la foto de sus sietes año o donde estuviera cerrando sus ojos para pedir un deseo.

Ella nunca pedirá un deseo y nunca le daré la sorpresa. Los días que he estado aquí me he deprimido mucho, todavía tengo esperanza de que mis padres y Claribel entren por esa puerta y me envuelvan en un abrazo de oso.

Pero eso ya nunca más pasará.

Estaba tan desconectada de todo que el ruido de la puerta al ser abierta y luego cerrada hizo que hasta me sobresaltara. El oficial Johnson trae consigo una bandeja con comida.

No me sorprende ya que los días que he estado aquí se ha encargado de estar al pendiente de mi, en cierto modo hasta me molesta porque se supone que tienen que ser mis padres y Claribel quienes me estén cuidado para asegurarse de que yo esté comiendo bien.

— Hoy te dan de alta y sé que que no tienes adonde ir, por eso decidí que lo mejor sería que vivieras en mi departamento —no quería decirle que no ya que no tengo otra opción pero tampoco puedo decirle que si porque me sentiré terriblemente incómoda viviendo con alguien que no conozco.

En El Olvido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora