Única parte

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¿Qué es lo que te sucede? Escuchaba su voz, pero ciertamente se sentía lejana a pesar de que estábamos en la misma habitación.

Nada... Contesté de manera suave mientras yacía sentado en aquella mecedora que Hiromi me regaló hace algún tiempo, justo antes de aquel accidente. No te preocupes, estoy bien. Veía la ventana delante de mí, varias gotas caían agraciadamente en los vidrios de las ventanas. Marco se hincó delante de mí, tomando mis manos y con ellas acunó sus mejillas en señal de súplica. Mis ojos viajaron a aquellos profundos ojos dorados.

Por favor... No me mientas Miguel, no puedo con ello. Por primera vez en mi vida, presencié como aquel hombre de mirada coqueta y despreocupada se derrumbaba por mi culpa. Dolía.

Marco... Con mi mano derecha tome un mechón rebelde y lo pose detrás de su oreja mientras lo veía en los ojos.

Miguel Me miró con ganas de llorar, pero se resistió. Quiero vivir bien junto a ti, como cuando tenías 15 años y te propuse ser amigos... Sonreí al recordar a un Marco vestido con un traje de mariachi color azul marino.

Pídeme lo que quieras. Aquella oración me hizo parpadear ante la sorpresa, ¿Era en serio?

¿Lo que quiera? Cuestioné, no estaba seguro de lo que escuché.

Lo que quieras, solo quiero... Quiero que seas feliz, pídeme lo que quieras, lo que esté a mi alcance y haré lo que sea para dártelo. Sonreí melancólico.

Podría pedirte tantas cosas... Acaricie suavemente sus alborotados cabellos castaños. Podría pedirte viajar a cualquier lado del mundo. Podría pedirte que me regales esas sonrisas tan especiales que solo a mí me das. Podría pedirte que me llevase a degustar la comida de todo México, Estados Unidos o cualquier comida de estos 7 continentes existentes. Podría pedirte que me cantases y sé que lo harías para verme feliz. Podría pedirte que me llevaras a nadar con los delfines como siempre soñé. Podría pedirte que bailes conmigo alguna canción especial para los dos como Leo y Kubo hicieron en aquel festival. Podría pedirte que durmieras junto a mi cada que tenga alguna pesadilla esperanzado de que no podrás negarte. Podría pedirte que me lleves a un parque de diversiones conociendo el hecho de que adoras ir a esos lugares. Podría pedirte que me compres un perro pues conoces lo fanático que soy de los caninos. Sonreí tomando dulcemente sus dos mejillas. Podría pedirte que me acompañarás a ver la tumba de Hiromi porque odias verme destrozado. Callé un poco recordando aquel acontecimiento.

[...]

Hoy era el día, finalmente vería como mi primer amor sería...Desposada.

Vi caminar a Hiromi con ese hermoso vestido de novia al estilo princesa tal y como ella quería, la vi con un ramo de rosas blancas y unas cuantas azules confesando que le recordaba a mí ese color. Extendí mi brazo para que ella lo tomará, me miró y feliz como una niña lo tomo sin algún problema, avanzamos lentamente hacía el altar teniendo como único sonido la marcha nupcial. La ignoraba, solo tenía en mis pensamientos el hecho de que la persona que más amé se casaría con otro hombre que no sea yo... No conocía del todo aquel tipo, pero ella me prometía que era el amor de su vida, que era el hombre con quién siempre soñó casarse... Pero no todo puede ir color de rosas, ¿Verdad?

Cuando terminamos aquel pasillo infinito para mí y lleno de dolor vi como ese tal Kyle tomaba su mano y sonreía. Algo en aquella sonrisa se me hizo completamente raro, más lo ignoré, a pesar de todo sólo deseaba la felicidad de mi pequeña y adorada Hiromi.

Pero como me lo imaginaba, el desastre ocurrió. Un 15 de enero fui a visitarla, mi peor error fue el dejarla casarse y no intervenir para que no se quedara con ese tipo... Hiromi, mi preciosa Hiromi estaba muerta.

Lloré días, semanas e inclusos meses, el único que me apoyo cuando todo sucedió fue Marco, soportó mi yo más devastado, pensé que algún día se cansaría de mí, pero gracias a Dios... Ese día jamás llegó.

Fue entonces que me levanté y volví a ser "el mismo" seguí adelante y cuando mi corazón de nuevo estaba listo para enamorarse de él...

[...]

Podría pedirte que viajemos para visitar a Leo y a Kubo. — Continúe. — Podría pedirte ir a ver aquella película romántica que salió en el cine, aunque me parezca lo más cliché del mundo. Vi como sonreíste ante ello. Podría pedirte ver las estrellas en aquel campo cerca de la entrada de Santa Cecilia. Sentí mis ojos humedecerse. Podría.... Oh, Marco, podría pedirte tantas e infinitas cosas que sé las cumplirías con tal de verme feliz. Él asintió. Yo sentía como caían mis lágrimas por mis mejillas. Pero hay algo que jamás podría pedirte...

¿Qué cosa, Miguel? Yo intenté sonreír, pero simplemente... No se me daba fingir en esta ocasión, mi corazón estaba rompiéndose en miles de pedazos, a pesar de ello, las lágrimas iban saliendo poco a poco, mientras más intentaba callarme para poder controlar mi voz, al final, no sirvió de nada, mi voz estaba temblorosa y aun así, me arriesgue a decir mi más grande pesar.

Qué me ames como la amas a ella...

"—Miguel, me he enamorado, ¡Estoy a punto de casarme! – Vi a Marco sonreír feliz y yo tuve que hacerlo también... A pesar de que, de nuevo, mi corazón se rompía en pedazos."

Fin.

Podría Pedirte | [Marguel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora