No Quiero Estar Solo

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Subaru se sentía horrible, no se podía creer que Shu al final lo traicionara aunque sabia que algo así podría ocurrir. El de seguro quería el trono como sus demás hermanos y haría lo que fuera para conseguirlo. Incluso inventarse aquella declaración de amor, solo pretendía engañarlo, convertirlo en una marioneta para conseguir que hiciera lo que el quisiera.

Con un gran dolor en el pecho se teletransporto.

Apareció en la cocina donde se encontraba Kanato sentado sobre la encimera relamiendo un bote de chocolate para untar.

El alvino se sorprendió al ver la algunas piezas de la querida vajillas de Reiji esparcida por el suelo y una enorme mancha de fuego. En la pared. La firma de que Laito y Ayato estuvieron aquí.

Subaru cambio su expresión a una seria para que su hermano no notara lo destrozado que se sentía en realidad.

Camino como si nada hacia el frigo evitando mirar al de mayor edad.

—Ahora Reiji se parece a Teddy—murmuro el pelivioleta.

—¿En que?—pregunto el alvino sin darle demasiada importancia. Estaba ocupado decidiendo que comería, realmente no había mucha variedad que elegir. Tomo de el frigo un plato de pasta que parecía ser las sobras de ayer. No tenia muy buena pinta, de seguro no lo cocino el tuerto.

—En que ahora va a necesitar un parche igual que Teddy.— Rio su hermano terminados el bote de chocolate.

Subaru sonrió.

—Tal vez podrías hacerle uno igual, así irán complementados—Bromeo.

—Es una fantástica idea ¿A que si Teddy? —pregunto el perturbado a su osito de peluche.

Subaru no se molesto en sentarse y comió las sobras de pie, a pesar de su mal aspecto no sabían tan mal. Por lo menos sirvieron para aliviar su hambre aunque no le curó el dolor de su pecho.

—Nifu~ Subaru-kun ¿Te gusta mi comida?

Laito se encontraba el marco de la puerta sonriendo con perversidad.

—Mas te vale no haber echado nada. —le soltó el alvino con una mirada asesina.

—Teddy no lo vio poner nada—aviso Kanato. Bajado de la encimera.

—Si hubiera sabido que te lo comerías tu lo abría puesto—Admitió el del sombrero con un sonrojo en sus mejillas. —Sera mejor que desaparezcas, Reiji te esta buscando y no creo que sea para darte una piruleta.

—No voy a huir, si me tiene que decir algo que venga y me lo diga, no me voy a disculpar por lo que hice—dijo rebelándose. Le importaba una mierda lo que le dijera Reiji, no volvería a obedecer a nadie y si su padre venia a reclamar, lo mataría a el también.

Fue su culpa, toda esta maldita existencia de mierda fue su culpa, nunca debió haber nacido, si el nunca hubiera existido su madre estaría viva. No había tenido que sufrir la soledad todo estos años.

—Ya esta aquí—aviso Laito mirando hacia atrás.

—¡SUBARU SAKAMAKI SAL DE UNA VEZ!—gritó Reiji desde el salón.

—¡QUE MIERDA QUIERES VIOLA VAJILLA!— chillo Subaru dirigiéndose hecho una furia al salón.

Allí se encontraba Reiji con los brazos cruzados sobre el pecho. Tenia un venda que le cubría el ojo derecho y le daba la vuelta a la cabeza. Su expresión era sombría y desprendía un aura oscura carga de odio que casi igualaba a la del alvino.

Rápidamente el salón se lleno de vampiros, todos en la mansión se encontraban mirando la escena. Hasta Shu había aparecido pero se quedo en la escalera observando lo que sucedía con expresión seria.

La Daga Blanca  (Shu x Subaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora