Retrouvailles || Kookmin o.s. || omegaverse

𑁍 Parte única 𑁍

Jeon Jeongguk y Park Jimin se conocieron desde que eran unos pequeños cachorros, sus padres eran grandes amigos y se vieron obligados a convivir el uno con el otro prácticamente desde que nacieron.

La familia Jeon estaba conformada con SooMin, una bella omega que había dado vida a dos varones, Namjoon y Jeongguk. Además de su esposo, un alfa alto y poderoso llamado Minho.

La familia Park estaba conformada por Haneul, una omega madre de dos niños preciosos, Jin y Jimin. Que tenían como padre a un guapo alfa llamado Chunghee.

Eran familias parecidas con historias compartidas, ya que ambas parejas se habían encontrado en la universidad. Su amistad fue tan buena que no se separaron y mantuvieron el contacto hasta que por azares del destino terminaron viviendo en la misma colonia y gracias ello podían frecuentarse mucho.

Gracias a ello era la convivencia tan cercana de Jeongguk y Jimin. Eran niños de edades cercanas, siendo Jimin dos años más grande, pero muy distintos. El mayor era delicado y dulce, mientras que el menor era brusco y muy travieso. Se parecían a sus hermanos mayores.

Con el tiempo los Park se dieron cuenta de que sus hijos serían omegas, o era lo más probable, ya que aunque no se hubiesen presentado presentaban características de ese rango. Mientras que los Jeon notaron que lo más probable era que sus hijos fueran alfas, ambos con personalidades fuertes y muy protectores. Entonces surgió una maravillosa idea. Comprometerlos.

Eso ya no se usaba, la sociedad había avanzado a tal punto en el que un omega podía decidir si quería ser marcado o no, incluso los betas tenían más derechos pero a ellos se les hizo una gran idea rescatar alguna de sus antiguas tradiciones. Tal vez no eran pareja destinada, pero sus olores eran muy compatibles.

Jin podía percibir el olor de Namjoon, olía a tierra mojada y a pinos, mientras que Nam sentía el que Jin oliera a flores silvestres y miel. Eso no quería decir que fueran uno para el otro pero la verdad es que se entendían muy bien. Sus padres no podían oler a ninguno de los dos chicos porque no se habían presentado como alfas, omegas o betas pero eso no importaba mucho. Ellos comenzaron a ser pareja a temprana edad, antes de que se presentaran y sus padres les dieran la idea.

El caso de Jimin y Jeongguk era muy diferente. Eran niños y se comportaban como tal, jugaban y se llevaban bien pero también peleaban y la mayoría del tiempo decían que se odiaban uno al otro.

—¡Omma! ¡Jeonggukie me pegó!— gritó un pequeño corriendo hacia la sala de su casa siendo seguido por un adorable niño con cara de conejo.

—No es cierto, mami.— dijo tranquilamente hasta llegar a su madre— Bueno, sí. Pero es que Jimin tiene piojos y no quiero que me los pegue. Estaba intentando ayudarlo, los iba a matar.

—¡Yo no tengo piojitos!— exclamó escondiendo su carita cachetona y roja en el cuello de su mamá— Me baño todos los días y huelo bonito.

—Huele muy dulce y eso es feo, ¡eso atrae piojos!

Ambas mujeres querían reírse por lo adorables que eran sus hijos, pero igualmente la señora Jeon no quería que su niño hiciera sentir mal a Jimin, era un chico sensible.

Jeongguk no se refería a que el shampoo de Jimin oliese muy dulce, era el hecho de que el mayor olía a galletas de vainilla y fresas con algo más. Era un olor muy dulce, pero le gustaba.

—Jeon Jeongguk, Jiminie no tiene piojos.— aseguró Soomin mirando a su hijo con desaprobación— Huele muy bonito y es aseado, incluso más que tú, señorito. Así que pídele una disculpa por ser grosero.

Jimin ya estaba más calmado, el olor que emanaba el cuello de su madre le tranquilizaba. Así que volteó esperando recibir una disculpa de parte de su menor.