El regreso.

33 1 0
                                    


El día era increíble. El sol, como siempre en aquella parte del mundo, estaba en lo más alto, siempre que el invierno no los acechara.

Pero no era invierno. Apenas estaba finalizando la primavera, y era la temporada perfecta para la guerra. "Valiente guerra que hemos librado" pensó Donapho.

Los hombres iban en sus caballos formando una enorme hilera similar a una serpiente gigante como las que habitaban las lejanas islas del sur.

Aunque todos los hombres tenían sus imponentes trajes, y muchos de ellos iban a caballo, o con sus mortales arcos y lanzas intactas, en su rostro se veía que tenían la moral por el piso.

"Estamos en plena época de guerra, listos para el saqueo, pero no somos más que un ejército derrotado". Donapho rezó para que no se encontraran con otro ejército, aunque fuera menos numeroso, porque con los ánimos que tenían serían aniquilados fácilmente.

Las cosas no habían salido como esperaban. De eso no cabía la menor duda.

Los hombres se habían reunido hacía más de dos años desde distintas partes de Aleia, listos para luchar por el mejor postor, y dispuestos a enriquecerse.

Donapho, quien en su tiempo había sido maestro de armas en el castillo de un poderoso señor que tenía contactos en el centro del imperio, había sido elegido como líder para organizar aquel ejército de mercenarios y perfeccionar sus técnicas guerreras, especialmente en la infantería.

Aunque no había sido una tarea fácil, el viejo guerrero había convertido a un grupo de bandoleros y saqueadores en una compacta máquina de guerra.

O el menos eso creía. Cuando se dirigieron a su primera misión, para defender a una ciudad en los límites orientales del imperio de un ejército de bárbaros, la todopoderosa máquina de guerra que Donapho había creído crear salió en bandada como un grupo de niñas cuando las cosas se pusieron difíciles.

Vaya que habían logrado huir. Pero ahora estaban a miles de leguas de su hogar, sin nada de dinero, cansados, y con la moral por el suelo.

Aunque aquel país de muchos bosques fértiles y caminos pavimentados era agradable para la vista de todos, y había algunas villas abandonadas a su suerte que podían saquear para hacerse con suministros, las cosas no eran fáciles para Donapho y sus hombres, "La Compañía Valiente".

El país estaba lleno de enemigos. No solo los mismos invasores de los que habían huído los podían acechar desde cualquier parte, sino que las tribus locales que se querían independizar del centro del imperio eran hostiles hacia ellos.

Hasta ahora habían tenido suerte, pero no sabía cuánto podía durar su buena espina.

A medida que avanzaban por los amplios caminos y senderos, el sol iba descendiendo lentamente.

Todo ser vivo que veía la enorme columna de hombres a lo lejos desaparecía inmediatamente, aunque algunos campesinos tenían la osadía de quedarse en las puertas de sus casas, mirándolos de manera retadora.

Lo cierto es que nadie se sentía lo suficientemente motivado para intimidar hasta a un simple aldeano.

-En breve llegaremos al cruce de caminos, capitán.-Larce, el oficial de los arqueros, finalmente habló después de casi un día de cabalgar en silencio. Además de comandar a la arquería de la compañía, era el hombre que mejor leía los mapas.

-¿Crees que llegaremos antes de que caiga el sol?- Donapho aún guardaba la esperanza de llegar al lugar para despistar a sus posibles perseguidores.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 20, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El regreso de los mercenariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora