Capítulo 39: Una nueva oportunidad.

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Capítulo 39:

Su sonrisa parecía que en cualquier momento se desmoronaría.

— ¿Cómo? — musitó.

—No dejaré que pase su tiempo cuidando de más personas, pasó la mitad de su vida cuidándome así que no dañaré lo que resta, es mayor, así que viva su adultez y vejez con tranquilidad.

—Ay cariño, cualquier cosa que pueda servir a mi manada estará bien, estaré deseosa por ayudar— su mirada amorosa me daba nauseas — ¿a quién debo cuidar?

—No es nada, por favor disfruta de tu vida sin responsabilidades nana.

Ahora, la sonrisa que mostró pareció genuina, pero no por mí, sino porque estaba feliz de que no se haría cargo de nadie.

—Eres tan buena persona— dio un paso más y mi cuerpo se heló.

—La has cuidado perfectamente Alice, enseñando y cuidándola como tu hija—alardeaba mi padre mientras reprimía todos los recuerdos de violencia.

—Oh vamos Alfa, no fue absolutamente nada— aparté la mirada sintiendo escalofríos.

—Bien, las dejo para que charlen un poco más, parece que has decidido— sus ojos verdes me reprocharon y los míos pedían ayuda —tengo unos asuntos que atender, con permiso— se acercó para despedirse de la chica rubia con un apretón de manos.

—Hasta luego, Alfa— su sonrisa permaneció hasta que mi padre salió de la sala, para llegar a su fachada que me era familiar, su mirada amarga y sin vida.

Enrolló sus dedos en su cabello rubio y miró con detalle la sala.

—Parece que te ha ido bien— susurró con sorna acercándose — para tratarse de una bastarda como tú, esto—señaló el lugar— es demasiado.

A cada paso que daba mi cuerpo quería alejarse, pero mi mente sabía lo que ocurría cuando huía de ella.

De pronto sus largos de dedos se aferraron a cada lado de mi cabeza y se acercó a mi oreja.

—Primera vez— su aliento y cercanía produciéndome miedo— primera vez que haces algo bien— con su mano izquierda acariciaba mi cabello suelto —mi madre estaría orgullosa de ver la persona en la que te he convertido.

Ahora fue mi turno de tomar coraje y agarrarla de sus hombros alejándola.

—Ahora te atreves a llamarla madre— en su cara no había otra expresión que no fuera la sorpresa —cuando anteriormente despotricabas su nombre, maldiciéndolo y odiándolo.

Unas cuantas hebras de mi cabello aún seguían atadas en su mano así que aprovechó y lo jaló haciéndome una mueca de dolor.

—Unos pocos meses y te atreves a elevarme la voz.

—Ella es mi única nana, tu solo eres un borrón en mi infan...—su mano se cerró con más furia.

—Cállate, quiero que nunca olvides algo, tu madre era una...

—Luna— hablaron en la entrada deteniendo cualquier insulto por parte de la persona frente a mí.

—Te has confundido— soltó una risilla nerviosa mientras acariciaba mi cabeza —ella no es una Luna.

—No— dijo con firmeza Sara— ella es una futura Luna— sus "caricias" se detuvieron y me miro una y otra vez.

—N-no, eso...

— ¿Cuál es la sorpresa? Si se dio un gran festín en la manada Agua— Sara la miraba con más y más desconfianza —O quizá... ¿no fue requerida?

Mi Luna AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora