Capitulo 10 FIN

763 99 45
                                    

Él no era un músico sin hogar. No era un artista muerto de hambre. No conducía una Harley ni vestía vaqueros rotos y camisetas de grupos de rock. No llevaba una vida despreocupada y no iba por el mundo sin atarse a nada y sin rendir cuentas a nadie.

Si acabara de conocerlo, Healer sería el hombre soñado de la nueva Serena Tsukino, la versión madura y responsable. Pero no acababa de conocerlo. Y ella todavía era la Serena de siempre.

—¡Eres un maldito mentiroso!

Healer se la quedó mirando, pero no trató de defenderse.

—¿Estás diciéndome que tienes un coche aparcado a una manzanas de aquí? ¿Y qué tienes una casa de lujo en Tremont?

—Sí.

—¿Y además eres ingeniero informático?

Él guardó las manos en los bolsillos, pero Serena pudo ver que estaba apretando los puños.

—Sí —afirmó él de nuevo.

Ella sacudió la cabeza, seguía sin poder creérselo. Se sentó en el sofá y se sujetó las piernas contra el pecho. Luego miró a Healer intentando comprender todo aquello.

Él había fingido ser un músico muerto de hambre mientras vivía allí y trabajaba como un perro durante semanas. Mientras tanto, tenía una casa en uno de los mejores barrios de la zona.

—¿Has estado jugando conmigo?

—No ha sido un juego. Tú necesitabas ayuda y yo quería ayudarte.

—Eso es ridículo. Me hiciste creer que no tenías empleo y buscabas uno.

—No me importa hacer trabajo físico, Serena.

Él sacó las manos de los bolsillos y se sentó en una silla frente a ella.

Apoyó los codos sobre las rodillas y se inclinó hacia delante.

—Tú necesitabas ayuda. Y yo sabía que no aceptarías la mía si no creías que realmente necesitaba el trabajo, ¿me equivoco?

Ella elevó la barbilla y no contestó.

—Aquella noche de domingo... la noche en que bailamos sobre la barra...

—No se te ocurra recordarla —le espetó ella. Él la ignoró.

—Esa noche, se inventó esa condenada historia de que yo necesitaba un lugar donde alojarme y que no tenía nada en la vida.

—Sí, lo hizo. Supongo que le resultó muy divertido.

—A su manera, aunque fuera retorcida, estaba intentando ayudarme. Intentaba que yo tuviera una oportunidad contigo. Supongo que los dos nos imaginamos que, una vez que los conciertos del grupo terminaran, yo no tendría ninguna excusa para verte.

TENTACION...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora