Habits ✓

ＳＵＦＦＥＲＩＮＧ

❝—Permaneciendo en mi juego de pretensión, donde la diversión no tiene fin...No puedo ir solo a casa otra vez, necesito a alguien para adormecer el dolor❞

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Capítulo único
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—¿Qué voy a hacer?—pregunta sollozando.

Sus padres lo miran como si hubiera preguntado una estupidez.

—Cariño, no seas tonto. Clare, llena la bañera—le ordena a su hermana, quien hasta ahora mantenía la cabeza gacha evitando mirar hacia la mesa donde yace el objeto provocante de tal lío.

—Si, mami.

Cuando la rubia abandona la habitación, Winifred se acerca a su hijo para proceder a acariciarle la cabeza.

—Traeré...las cosas—anuncia Michael, en un tono ausente.

—Todo estará bien, cariño—le dice de manera repetitiva.

Roger junta sus piernas y mira hacia el objeto casi por inercia. La prueba de embarazo descansa sutilmente sobre la tela de la manta de la mesa de madera, con las dos franjas que indican la positividad.

Roger se embarazó, y fue muy estúpido al hacerlo. Porque no es la primera vez que pasa, no, claro que no. Porque ya ha pasado dos veces, y Roger sabe lo que le espera en unos momentos.

Dolor.

Mucho dolor de parte de un objeto en específico, un gancho de ropa que será introducido en él para sacar la horrible criatura en él.

—Está listo mami.

—Vamos cariño—su madre lo levanta, pasando su brazo por la cintura del rubio y lo guía en su camino hacia el baño.

—Quítate la ropa, cariño. Ya sabes cómo es...

Roger hace caso al borde de las lágrimas. Se desprende de sus prendas lo más lento posible; porque realmente no quiere hacer eso. No otra vez.

—Ven, entra—susurra sosteniendo su mano mientras que Roger mueve las piernas hasta dejarlas dentro de la bañera. Su padre llega con una toalla envuelta en algo fino y largo, algo metálico que hizo que el corazón de Roger se acelere.

—Lo siento cariño—desenvuelve la toalla dejando ver efectivamente el gancho que utilizaría a continuación. Michael cierra la puerta del baño cuando ve a su curiosa hija mirándolos desde afuera.

El gancho se adentra en él hasta que logra atacar a su objetivo. Su madre aprieta su mano cuando lo peor comienza. Y los gritos desgarradores que resuenan dentro y fuera de la casa, parecen ser inminentes.

◇◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇

—¿Roger?

Escucha a su madre a sus espaldas y responde con un tarareo.

—Te traje un té, cariño.

Roger no se mueve, porque sabe que le va a doler como el infierno si lo hace.

—Ponlo en la mesa; lo tomaré después.

Sabe lo que viene ahora, una semana de descanso y luego, a volver al trabajo. No es la primera vez que Roger pasa por una situación así.

Y sabe que tampoco será la última.

—Descansa cariño—su madre se marcha en cuanto nota la indisposición de su hijo.