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Su cabeza dolía horrores, como una de esas resacas que te hacían jurar no volver a quedar ebrio y sin duda rompías la promesa al mes. ¿Cuándo había bebido tanto? Tomó aire, sintiendo el polvo en el viento que soplaba con fuerza sobre su cara, el sol brillaba como esas veces que parece un Led transparente, siendo más molesto que en verano, y además de todo eso, sentía la sequedad de su boca, como si hubiera pasado años sin beber agua. Se levantó lentamente, tratando de reconocer el lugar donde se encontraba, y sin mucho éxito suspiro pesadamente. Miró por todos lados buscando un camino, y su sorpresa fue grande cuando se dio cuenta que estaba en un rincón debajo de un puente viejo. Frunció el ceño, empezó a caminar hacia la derecha y se dio cuenta de todos los árboles altos y frondosos que llenaban los costados del camino. Tragó en seco; ya sabía dónde estaba. — ¿Portland?.. —Se preguntó a sí mismo, muy confundido. Después de todo despertar en el lugar donde habías muerto no era muy reconfortante. Si, recordaba cómo se desangraba y que Dean tratara de levantarlo, ¡hasta no olvidaba el caso en el que estaban trabajando ese día! Y por supuesto, el vampiro que lo acuchillo. Lo que le preocupaba horriblemente es cuánto tiempo se había ido, y si Dean no había hecho un estúpido trato con su alma. Eso explicaría porque estaba ahí, seguramente su hermano lo había enterrado cerca y su cuerpo es el que resurgió, por decirlo de alguna forma. Reviso sus bolsillos para encontrar algo útil, sacó un bolígrafo sucio y unos centavos que parecían estar llenos de tierra y, sangre, como su camisa. Los guardo de nuevo, dispuesto a llegar a la ciudad y usar un teléfono público, llamar a Dean y tal vez partirle la cara por algo seguramente estúpido que hizo para revivirlo. Empezó a caminar en dirección a donde recordaba el pueblo, esperando que con algo de suerte alguien le diera un empujón para llegar más rápido ¡Dios sí que tenía sed! Pensó en ese arroyo pequeño que se encontraba dentro del bosque, y descartó su idea casi de inmediato porque era mucho esfuerzo y le quitaría tiempo, así que solo aguanto y siguió caminando. Así lo hizo por casi quince minutos cuando vio un auto acercarse en sentido contrario, algo desanimado lo ignoró, ya habían pasado así dos más y se alejaban mucho de la ciudad, así que solo trato de caminar más rápido. Levanto la vista ya con el vehículo más cerca y su cerebro hizo un click, porque no era un Chevrolet cualquiera, ¡era el suyo! Buenos, más bien el de su hermano. Levantó su mano a forma de saludo y se hizo más a un lado para que se detuviera, seguro Dean ya iba por él. Fue cómico que el auto siguiera su camino como si ni siquiera lo hubieran visto, y giró desconcertado mientras veía el Impala alejándose. Tal vez era una mala broma de la vida y era otro auto igual al de su hermano. Antes de que desapareciera de su vista, escuchó el freno estrépito y solo pudo esperar a ver qué pasaba, porque era realmente extraño. Solo deseaba que no fuera una broma de Dean, sería muy estúpido incluso para él ¡Sobre todo porque acababa de revivir! ¡Por Dios! El auto comenzó a marchar en reversa rápidamente, acercándose de nuevo a un cansado Winchester.

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— ¿Estás seguro que es por aquí? —Realmente estaba confundido, no podía ser una coincidencia.

—Estoy muy seguro, ¿porque desconfías? —Castiel lo miro con sus ojos entrecerrados.

—No Cass, es que... Sam murió muy cerca, y si la entrada se encuentra aquí, me da un muy mal presentimiento. Bueno, es algo malo que sea en el mismo condado, ¿pero en la misma parte? Espero que no estén tramando otra cosa. —Estaban muy cerca de ese puente a un lado de la única salida de la ciudad, la naturaleza ya estaba presente en la mayoría del ambiente y la humedad se hacía más densa.

— ¿Enterraste a Sam en este lugar? —Castiel miraba por la ventanilla, distrayéndose con los pájaros que se apreciaban en los árboles, y una ardilla muy curiosa que escalaba un pino como un espiral.

—Sí, junto a un lago más allá del bosque, como una hora caminando. —Explicó el rubio, recordando cuanto había tardado en llegar con Sam en su espalda. Sintió un escalofrío.

El alma y la mente no van de la manoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora