VIII: Verdaderas intenciones.

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El lugar donde se encontraba era muy distinto a su realidad actual, el aroma de jazmines invadía el lugar y una pequeña niña estaba recostada en un cómodo colchón con las cobijas de color celeste que reconocía muy bien, a pesar de ser un sueño se sentía tan real que se acomodó entre todas las cobijas para pasar su mirada a la puerta de su antigua habitación.
La figura de un hombre y sus miradas desconocidas hizo que un escalofrío recorriera su piel.

"Los verdaderos monstruos son aquellos que algunos cubren temiendo que les haga aún más daño".

La niña aún con aquella sensación levantó medio cuerpo del sitio donde estaba para posar una mano en su corazón aún sintiendo como este estaba acelerado de una forma que le hizo recordar que aquello que sentía era temor, miedo...como suele dominarse así que recorrió con la mirada el lugar reconociendo inmediatamente que no era aquel sotano.

Aún entre medio de la oscuridad que aquel desconocido lugar le daba, estaba una figura en el medio que le hacían entender al fin porqué había tenido miedo aún en sus sueños, entonces se preguntó ¿Cómo es que aquel hombre pudo sacarla sin siquiera que Isaac lo haya notado?...

La niña inmediatamente alzo la guardia por instinto ante aquella mirada que hacía que sus manos temblaran ligeramente mientras aquel sujeto se acercaba a pasos lentos y cortos a la niña sosteniendo así con ambas manos los hombros de la más baja agachándose haciendo así presión a la misma para aflojar todo intento de salir corriendo aunque la idea en su mente no estaba muy lejos en realidad, sus labios se fruncieron muy levemente sin saber que hacer mientras una sonrisa maliciosa aparecía en el rostro del adulto.

-Te ordenó que te quites la ropa.

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El castaño extrañado de despertar en mitad de la noche pudo reconocer inmediatamente al "jefe" de los niños mirando al final de las escaleras, como si algo andará mal inmediatamente se levantó para buscar algún rastro de la niña que le quitaba lo malo de la estadía, no temporal, que todos pasaban ahí aún sin respuestas y con todo el riesgo de lo que pudiera pasarle se interpuso en la vista del azabache con un gesto bastante serio en su rostro.

-¿Dónde está Rachel?.

-Debe tener trabajo que hacer.

-¿A esta hora de la madrugada?.

-Sí.

"-¿Y por qué no los detuviste? Siempre lo haces".
Aquellos pensamientos sólo serían eso, sin soltar aquella pregunta observó junto con el contrario el final de las escaleras frunciendo su ceño muy ligeramente, el castaño suele ser muy amable pero cuando tenía un mal presentimiento no podía evitarlo, quería a toda costa saber de aquella pequeña niña.

Rogando que sólo esté bien, Isaac deseaba lo mismo.

Deseaba que nada malo le pasé, diciéndole monstruo era sólo un niño, ingenuo como los demás que no conocen del mundo.

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La niña ante esas palabras no supo cómo reaccionar, ahora no sólo sus manos se encontraban tenebrosas por alguna razón su pequeño cuerpo estaba también en el mismo estado, la presión que sufría en sus hombros fue la suficiente para hacer que está cierre los ojos un poco adolorida pero no lo demostraba, sus ojos no demostraban aquellas emociones por más que quisiera y es que una parte de ella había muerto aquella noche que su familia quedó hecha pedazos, que el responsable fuera nada más ni nada menos que su padre.

Y ahora, un adulto, un hombre mayor a ella que sólo sabía beber, insultar y castigar a unos indefensos niños que no tienen hogar ni familia digna a la cual pertenecer le pedía que se saque la ropa, sin siquiera acatar la orden sentía que su espacio personal era invadido y es que recordaba como su maestra en una clase le decía a sus alumnos, no dejar que nadie te haga sentir incómodo e invada un lugar que es privado para uno.
Rachel negó con la cabeza, la pequeña niña quería llorar porque había seguido el consejo de su maestra pero recibió una bofetada como aquello.

-No lo repetiré más, me daré la vuelta y cuando vuelva hacia ti más vale que hayas obedecido o te arrepentirás.

Esa amenaza había sonado muy cruda en la niña por lo que no tuvo opción que sus manitas temblorosas levanten la remera larga que llevaba y aprovechando esa oportunidad escondió el bolso blanco que siempre llevaba debajo de esta, siguió haciendo lo que se le había ordenado quedando completamente desnuda, la niña de 5 años estaba mirando al suelo mientras era contemplada ante la mirada del mayor que había acercado una de sus manos a sus mechones de cabello para jalar con fuerza haciendo que lo mirará.

En su tan corta vida se sintió tan frágil, sin poder hacer nada en lo absoluto ante la satisfacción y los enfermos deseos del adulto, sus piernas querían flaquear ante todo aquello pero lo que le permitía estar firme y con su inexpresivo rostro para su edad era las reuniones con sus amigos, reunirse con ellos después de lo que sucediera se había convertido en un anhelo mientras aún era recorrida con la mirada, otra mano se había posado en uno de sus brazos pequeños haciendo que el temblor fuera más notorio.
Quería correr, estaba sintiendo mucha incomodidad mientras seguía con aquella expresión viendo los ojos del mayor que la miraban con lujuria pero claro ella no sabía que significaba eso, no entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando.

Pero tenía miedo, sin querer sus labios también se unieron al temblor mientras un nombre, un único nombre venía a su mente haciendo que los susurros tomen la forma de aquello.

-Isaac...

Sabía que no siempre podría cuidarla, tal vez se había quedado dormido por lo que no notó cuando aquel adulto se la llevó por lo que no lo culpaba de nada, porque ella tenía la culpa.
Quería irse cuanto antes, no soportaba las caricias que se le daba en la piel de sus brazos, sólo quería que ese fuera el límite sólo ese.

En su interior unos deseos de llorar se posaron en ella pero era muy diferente.

No sólo sentía la tristeza ardiendo en sus ojos que luchaba por hacer acto de presencia pero no, ella tenía que ser firme hasta el final o no viviría otro día más.

→¿Qué son los sentimientos?← ♪Zack y Rachel♪ ∆CORTO HIATUS∆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora