Ídolo de Barro

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"No sé que quieres, pero no te puedo dar más".
- Demian Leal P.

Hace casi dos semanas tuviste una crisis existencial muy intensa (o al menos es lo que has hecho creer), en la que me pediste ayuda para intentar recordar ciertos aspectos del año en que nos conocimos. Me hablaste de alguien por quien comienzas a sentirte cada vez más atraído, pero no mencionaste su nombre. Después de que te desahogaras y me hablaras de ciertas cosas que yo desconocía...
Lo siento, pero ya no creo soportar más. Ya no quiero ser testigo por segunda vez del cómo te enamoras de otra persona, cómo me hablas de Ella sin que yo te lo pregunte, porque no me interesa. Ya no quiero que te aproveches de la confianza que te doy.
Soy mujer de palabra, y sé que te dije que yo no me iría a menos que me dieras una razón válida o hasta que tú dijeras "Hasta aquí", pero NUNCA lo vas a hacer. Tu narcisismo jamás lo va a permitir. Y de verdad que ya no puedo. Ya no me dueles, te lo juro. En verdad te deseo todo lo mejor del mundo porque te lo mereces, mereces ser completa e irracionalmente feliz, como cualquier ser humano en esta Tierra. Pero si las cosas no salen bien para ti yo ya no quiero ser testigo una vez más de cómo te hundes. Ese es tu principal defecto en el plano emocional: te enamoras demasiado rápido. Yo no quiero estar ya cerca de ti si las cosas te salen mal de nuevo, porque sé que me daría mucha lástima por ti. Pero también entiendo que eres una persona inexplicablemente extraña. He perdido más de tres años de mi vida encerrada en el mismo círculo vicioso desde que me dejaste así sin más, porque hace un par de días por fin tuve mi ansiada respuesta: el motivo tuvo nombre y apellido. Por supuesto, la culpa de eso no es de nadie más que mía. Yo decidí quedarme estancada, queriendo avanzar, pero sin dejar de voltear hacia atrás. Preguntándome a cada minuto del día si yo había tenido la culpa de lo qué pasó, si había algo que yo hice mal para merecer tu rotundo rechazo. A raíz de nuestra última conversación este fin de semana y después subir por el chat una y otra y otra vez intentando procesar todo de manera racional, me doy cuenta de qué tal vez esos sentimientos que alguna vez juraste no eran reales. Que me montaste la mejor película de mi vida a través del monitor. De verdad, se siente horrible darme cuenta que demoré casi cuatro años en comprender una simple cosa, y no imaginas cuán idiota me siento ahora: Yo jamás te importé. Ni como amiga, ni como amante (y ya ni siquiera estoy segura si eso fue real); mucho menos como persona. No sé por qué razón rogué tanto a cada divinidad y a cada espíritu de luz por tenerte de vuelta en mi vida. Rogué y rogué y rogué, y ahora ya no sé qué hacer. Me he vuelto una esclava emocional de la situación, una marioneta que conscientemente manejas a tu antojo. Ya no quiero estar aquí pero tampoco sé cómo debo irme. Tengo miedo de irme y que me pase lo mismo de nuevo: despertar cada mañana y preguntarme qué ha sido de ti, con quien estarás. Seguir siendo co- dependiente de un recuerdo que no vale nada. De una persona a la que he idolatrado tanto que con cada palabra me doy cuenta que se ha vuelto un Ídolo de Barro. Me siento tan cansada de ti, de mi, de no saber cómo salir. Tú llegas con tus problemas y aquí está siempre a disposición la balsa que te salva de hundirte. Húndete. A lo mejor es lo que necesitas.
Por favor, no me hables de Ella. No menciones a Sthephanie. No quiero saberlo. No quiero. No sé qué le hiciste, o porque dices que olvidaste por lo que la hiciste pasar. Que a pesar de todo ella siempre ha estado para apoyarte, aunque fueron tres años los que te fuiste...
¿Y yo qué? ¿Yo qué?... No importo.
Quiero cerrar este capítulo en mi vida, pero no sé cómo hacerlo. Estoy enferma, y sé que necesito desesperadamente una cura que no sé cómo aplicarme. Ni siquiera sé si la presencia de Gerardo será capaz de aminorar esta sensación de vacío. Incluso puede que la vuelva tan grande al punto de sentirme como una basura. Ya no siento nada. Ya no siento que sea necesario estar con una persona únicamente. Ya no sé si creo en las relaciones de pareja. No sé. Simplemente ya no sé...

Para Mi Amor ValienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora