Holly: Entre rejas.

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La vida en Kansas no me había tratado mal. Iba a donde quería, salía y me enrollaba con quien quería y esa era mi rutina. Hasta que conocí a Jason. 

Mis padres siempre me habían dicho que no era para mí, y que ya me arrepentiría por no haberles hecho caso. Pero, ¿y qué esperaban? Jason era el tipo de chico con la que cualquiera soñaría, incluso yo. No solo físicamente, sino toda su persona. Era cariñoso, simpático, amable, demasiado confiado pero no lo suficiente como para que lo engañasen. A pesar de todo esto, mis padres lo veían como el chico que venía tarde a buscar a su novia en moto y que solo la quería para...bueno, para follar. 

Discutíamos bastante, claro, como cualquier pareja de jóvenes adolescentes, pero las reconciliaciones valían la pena. Nuestra relación era abierta, me explico. Él se enrollaba con otras chicas y yo con otros chicos, pero a la hora de la verdad en realidad solo nos queríamos entre nosotros. Sé que es difícil de entender, pero, ¡teníamos dieciséis años! Hubiera sido una locura atarnos a esa edad.

Las cosas iban bien, hasta que un día, el día de su cumpleaños, me llamó. Habíamos quedado en uno de los árboles del parque al que solíamos ir juntos cada viernes, y aunque fuera domingo, era una ocasión especial. Ya le había dado su regalo al mediodía, y ahora tocaba mi recompensa. Los padres de Jason estaban de viaje y no volverían hasta dentro de dos días, así que nos iríamos del parque a su casa y haríamos, pues bueno, eso. 

Estuve horas esperándolo. Nunca me habían dado plantón, y menos Jason. En ese momento estuve realmente furiosa y corrí hacia su casa para decirle unas cuantas cosas. Ese fue mi error, quizá. 

Al llegar entré por la ventana de su habitación, ya que no me abría la puerta. La luz estaba encendida, así que supuse que estaría en el salón jugando a la play o algo así. Me encaminé hacia allí enfurecida y al llegar me paré en seco. Me llevé una mano a la boca y solté un grito. 

Jason estaba tirado en el suelo con los ojos abiertos y un baño de sangre a su alrededor, con una pistola al lado. Nunca voy a olvidar esa imagen. La policía llegó después de tres minutos, y no porque yo los hubiera llamado. Estaba conmocionada, ahí, de pie, y escuché como derribaban la puerta de la casa de mi novio, ya, muerto. Recuerdo las palabras exactas que le siguieron a ello ''las manos arriba señorita, y no haga ningún movimiento brusco o le dispararemos'' 

Durante días solo hubo juicios, lloriqueos y de policía en policía, interrogatorios  y más interrogatorios. Me inculparon a mí. Decían que yo había estado en la escena del crimen y dieron por hecho que estaba enfadada porque él no hubiera aparecido y que fui y lo maté. ¿Acaso eso tenía algún sentido? Llamé a miles de abogados, hablé con mi madre, no sabía que hacer, pero ellos lograron ganar. Diez años de sentencia, en la cárcel. 

—Oye, ¿vas a pasar o no? —sacudí la cabeza recordando el por qué estaba aquí. Jodidos policías. Echaba de menos a Jason. 

—No, no tengo hambre. —Maura asintió y yo dejé la bandeja a un lado. Busqué a Scarlett, pero era difícil encontrar a alguien aquí. Todas llevaban el traje naranja y estaban muy apelotonadas. Visualicé una mano haciéndome señas y me acerqué hasta allí. 

—¡Qué pasa Holly! —yo elevé la comisura de mis labios. Un guardia nos miró mal—. Oye, ¿por qué esa cara? ¡Te largas mañana de esta pocilga! —yo reí. 

Scarlett Lanon, se puede decir que mi mejor amiga en la cárcel. Lo sé, ¿cómo te vas a hacer amiga de alguien que comete delitos? Bueno, a ella la encerraron aquí hacía tres años y le quedaban dos por distribuír drogas. Comparado con mi supuesto crimen no es nada. 

—Sí, ¿y a dónde voy a ir? —le robé una patata de su plato—. Mi madre no me habla, los padres de Jason me deben de odiar, mi padre que en paz descanse no dejó nada para mí, así que, dime, ¿para qué salgo si no tengo nada ni a nadie? —ella hizo una mueca. 

—Pídeles que te consigan un trabajo para que te readmitan en la sociedad. —señaló a uno de los guardias.

—¿Puedo hacer eso? —ella asintió con la cabeza mientras bebía de su zumo.

—¡Claro Holly! Aunque claro, estarás con tu guardia siguiéndote durante un mes y medio, pero en fin, es mejor que estar aquí. —yo le di la razón. 

—¡Se acabó, todo el mundo en fila para volver a las celdas! —Barney gritó—. ¡Ahora! 

Hooola, mi nombre es Aldana y quizá me conocéis por la otra novela que estoy haciendo ''¿Te puedo comer?''. Este es el prólogo para que entendáis lo que va a pasar en los siguientes capítulos y por qué está Holly ahí. Y pues nada, si queréis que la siga dejad algún comentario o algo y votos por favor, quiero que la gente vea mi novela. ¡Un beso! 

HOLLY: Entre rejas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora