EL PEQUEÑO VAMPIRO Y LOS VISITANTES
ARGUMENTO
Antón convence a su padre para ir de excursión al Valle de la Amargura y así poder ver en secreto a Rüdiger y Anna. Mientras, los habitantes del valle son víctimas de una extraña enfermedad que les hace estar débiles y anémicos.
LOS PERSONAJES DE ESTE LIBRO
A Antón le gusta leer historias emocionantes y espantosas. Especialmente le encantan las historias de vampiros, de cuyas costumbres está totalmente al corriente.
Los padres de Antón no creen del todo en vampiros.
El padre de Antón trabaja en una oficina; su madre es maestra.
Rüdiger, el pequeño vampiro, es vampiro desde hace por lo menos ciento cincuenta años. El hecho de que sea tan pequeño tiene una razón sencilla: se convirtió ya de niño en vampiro. Su amistad con Antón empezó estando Antón una vez más solo en casa. Allí estaba de repente el pequeño vampiro sentado en el poyete de la ventana. Antón temblaba de miedo, pero el pequeño vampiro le aseguró que ya había «comido». Realmente, Antón se había imaginado a los vampiros mucho más terribles y, después de que Rüdiger le confesara su predilección por las historias de vampiros y su temor a la oscuridad, le encontró verdaderamente simpático. A partir de entonces, la vida bastante monótona de Antón se volvió muy emocionante: el pequeño vampiro trajo consigo también una capa para él y juntos volaron hacia el cementerio y la Cripta Schlotterstein. Pronto conoció Antón a otros miembros de la familia de vampiros.
Anna es la hermana de Rüdiger..., su hermana «pequeña», como a él le gusta resaltar. Pero Anna es casi tan fuerte como Rüdiger, sólo que más valiente y arrojada que él. También a Anna le gusta leer historias espeluznantes.
Lumpi el Fuerte, hermano mayor de Rüdiger, es un vampiro muy irascible. Su voz, a veces alta, a veces chillona, demuestra que él se encuentra en los años de crecimiento. Lo único malo es que no saldrá nunca de este difícil estado, porque se convirtió en vampiro durante la pubertad.
Tía Dorothee es el vampiro más sanguinario de todos.
Encontrarse con ella después de ponerse el sol puede resultar mortalmente peligroso.
A los restantes parientes del pequeño vampiro no llega a conocerlos Antón personalmente. Pero ha visto sus ataúdes en la Cripta Schlotterstein.
Geiermeier, el guardián del cementerio, persigue a los vampiros.
Schnuppermaul, de Stuttgart, es el jardinero del cementerio
INVENTARIO
Era el 7 de diciembre, un día gris y triste. E igual de sombríos y melancólicos se hallaban los ánimos de Antón. Estaba sentado al escritorio, había encendido la lámpara y miraba fijamente y de mal humor el folio en blanco que tenía delante.
Su madre le había aconsejado que escribiera la carta a Papá Noel..., como remedio contra su mal humor, según había dicho ella.
Pero Antón no se alegraba absolutamente nada por las Navidades, y pensar en un abeto adornado bajo el cual hubiera regalos y en una familiar fiesta de Nochebuena con una sabrosa cena y con juegos lo único que le producía era dolor de estómago.
A Anna y a Rüdiger, sus mejores amigos, les esperaba quizá la peor fiesta de Nochebuena de su..., ejem..., vida. ¡Cómo iba Antón a poder estar contento y celebrarlo...!
Con la mano temblorosa escribió:
«Deseo que Anna y Rüdiger regresen. Que vuelvan a instalarse en su antigua cripta. Y que a Geiermeier y a Schnuppermaul los trasladen en el trabajo... ¡A un cementerio al otro extremo del mundo!»