Capítulo 21

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El silencio que existe en la habitación resulta cómodo y tranquilo. Incluso Eijirō sabía que no podía estar hablando todo el tiempo, también necesitaba momentos calmados para hacer cosas simples, como ahora, que se dedica a leer un cómic que el rubio le ha prestado hace poco.

Katsuki permanece inmutable ante lo callado que el pelirrojo se encuentra, no es que particularmente odie su voz o que hable mucho, pero momentos así también valen oro. Continua deslizando su dedo encima de la pantalla de su teléfono y, al ver la hora, se levanta de la cama, donde ha estado recostado, y toma algunas cosas de su mochila que descansa en la silla del escritorio.

—¿Buscas algo?— pregunta el pelirrojo.

En cuanto el rubio hace amago de responder, varios golpes resuenan contra la puerta de la habitación, con demasiada energía e insistencia.

—¡Bakugō!— habla la chica rosada desde el otro lado—. ¿Estás ahí? Recuerda que aceptaste darme tutorías para el examen de Historia.

—¡Ah, ya va!— responde Kirishima por el aludido que simplemente continua organizándose antes de ir a la puerta—. ¿Puedo...?

—¿Quedarte?— concluye Katsuki, mirando al muchacho que se encuentra sentado al pie de la cama y el cual asiente—. No sé para qué mierda preguntas. No es como si nunca te hubieses quedado en mi cuarto aún si yo no estoy.

—Tienes razón.

—Solo no dejes un desorden.

Bakugō abre la puerta y Mina aprovecha para sonreírle al pelirrojo en forma de saludo.

—Suerte— es lo último que les dice el de dientes similares a los de un tiburón antes de que Katsuki se vaya y cierre la puerta tras de sí.

Entonces se queda solo en el cuarto; sus ojos rubíes miran toda la habitación y aún le sorprende lo ordenado que está todo. Uno pensaría que, con la personalidad de Bakugō, su cuarto sería un poco desastroso y sería un clásico estereotipo del matón que siempre se muestra en las historias ficticias. Sin embargo, Katsuki tiene talento y es sumamente inteligente, es organizado, perfeccionista y perseverante. Sí, Eijirō tiene que admitir que posee un carácter fuerte y poco dócil, pero es apasionado y resulta agradable.

La sonrisa que se le ha dibujado de la nada en su rostro, desaparece en cuanto comienzan a brotar sus inseguridades. Quizás haya madurado y ya no es el mismo niño de secundaria cuya autoestima estaba por los suelos, pero eso no quita el hecho de que, cada cuando, le da un pequeño bajón emocional. Es decir, su quirk hace que su cuerpo se endurezca, pero continua siendo un chico dulce y sensible.

Hasta hoy ha pensado que Katsuki solo ha aceptado ser su tutor y de nadie más, después de todo, el rubio ha aclarado que no desea ayudar a inútiles como lo son sus compañeros, que con Kirishima no ha tenido opción. Sin embargo, ahora ayuda a Ashido por igual. Por supuesto, ha sido muy tonto de parte del pelirrojo pensar que Katsuki le brinda un trato especial. No. O a lo mejor sí, pero no con las intensiones que Eijirō quisiera. Seguramente el rubio lo hace únicamente porque son mejores amigos, ya saben.

El pelirrojo suspira pesadamente, maldiciendo el momento en que ha pensado que gustar de Katsuki sería una buena idea.

...

—Senpai— le habla Midoriya y el rubio levanta la mirada de su libreta para prestarle atención. El rizado se nota nervioso e inquieto; se mueve en su sitio y un rubor leve hace presencia en sus pómulos, resaltando sus pecas—. Va a haber un Festival dentro de poco...

—Ah, es cierto. Escuché que será cuando terminemos los exámenes finales.

—Sí y... Yo pensé que... Quizás podríamos ir... Por supuesto, si es que no le molesta ir acompañado por alguien como yo. Pero está bien si tiene otras cosas que hacer y no puede. No sienta que lo obligó. Creí que estaría bien ya que podríamos relajarnos del estrés de las pruebas y todo eso, antes de salir de vacaciones y...

—Seguro— interrumpe Togata, sonriendo divertido por el rápido hablar del menor; solo ha logrado entender la mitad de lo que ha dicho—. Nos hemos estado esforzando mucho y no nos vendría mal el ir.

—¿En serio?— sonríe el rizado, con un brillo de emoción en sus ojos.

—Claro. ¿Por qué? ¿Acaso quieres que rechace tu oferta?

—No, no, no. Solo confirmo, eso es todo.

—Bueno. Nos pondremos de acuerdo de todo después. Por ahora continuemos con nuestros deberes.

—Sí.

Sentimientos por la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora