Solamente Tú Y Yo

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Jennifer era una joven adolescente de 16 años, pero no era como las demás, tenía un don, el don de ver espíritus. Su padre había abandonado a Jennifer y a su madre cuando Jenny tenía 6 meses de vida. Su madre se había suicidado poco después de que el padre de Jennifer les abandonara. Jenny se quedó huérfana, sólo tenía a su abuela.

En el instituto Jennifer no tenía amigos, la insultaban y la marginaban. En los recreos se metía en la biblioteca o se quedaba sentada en un rincón de las escaleras del patio. Sus notas fueron bajando a medida del tiempo, cuando estaba en primaria sacaba nueves y dieces, pero cuando entró al instituto sus notas fueron de cuatros y cincos. Cuando llegaba del instituto a casa de su abuela se encerraba en su habitación, a veces ni comía, solamente se encerraba en su habitación a llorar. La verdad tenía una vida muy dura.

Un día su abuela la oyó llorar, llamó a la puerta y le preguntó:

 - ¿Qué te pasa Jenny?

 - Nada abuela, estoy bien. Dijo con lágrimas en los ojos.

Su abuela, sin decir nada, cerró la puerta de la habitación.

A la mañana siguiente el autobús del instituto la pasó a buscar como siempre, ya que Jennifer vivía muy lejos de la ciudad. En el autobús Jenny se sentaba sola. Cuando el autobús ya llegó al instituto, Jenny se bajó, notaba como la miraban con asco, con desprecio...

El timbre del instituto tocó, Jenny entró a su aula y se sentó en su silla. La profesora entró al aula, pero esta vez no venía sola.

 - Buenos días chicos, os presento a vuestro nuevo compañero de clase, Aaron.

Jennifer se quedó embobada mirándole, pero ella sabía que iba a pasar de ella, como todo el mundo.

 - Hola, me llamo Aaron.

 - Siéntate Aaron. Dijo la profesora.

La única silla que estaba libre era la de al lado de Jennifer. Aaron se sentó.

 - Muy bien alumnos, vamos a empezar la clase. Dijo la profesora.

Mientras la profesora explicaba Aaron se dirigió a Jennifer:

 - Hola. Dijo con una sonrisa.

 - Hola. Dijo tímidamente Jennifer.

 - ¿Cómo te llamas? Dijo éste.

 - Jennifer. Contestó.

 - ¡Qué nombre tan bonito! Dijo con una sonrisa.

 - Gracias. Contestó Jennifer con otra sonrisa tímidamente.

 - ¡Aaron, Jennifer! Dejar de hablar o tendréis problemas. ¡Y tu Aaron, deja de comportarte mal tu primer día de clase! Dijo la profesora enfadada.

La profesora siguió explicando, Aaron escribió en un papel y se la dio a Jenny. La nota ponía:

      "Espérame a la salida"

Jennifer la leyó con una sonrisa de oreja a oreja.

En el primer recreo la profesora le pidió a Aaron que se quedara para hablar. Entonces ya no podía hablar con Jenny.

Pasó la mañana, sonó el timbre de salida y Jennifer estaba esperando a Aaron en la puerta principal del instituto.

 - Hola. Dijo Aaron que estaba detrás de Jennifer.

 - ¡Qué susto! Dijo Jenny.

 - Pensaba que no ibas a esperarme. Dijo Aaron.

 - Yo siempre cumplo jejeje. Respondió Jenny con una sonrisa.

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⏰ Última actualización: Sep 12, 2014 ⏰

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