Parte única.

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Una sola parte.
AU, Mayordomo!Mark, Gore.

[...]

Una voz suave le acarició los tímpanos.

—Hora de despertar...—susurró la voz. Segundos más tarde la rosada lengua de Mark rozaba su oreja, para luego volver a hablar.—Amo.

Donghyuck se levantó, su espalda dejando la comodidad de la cama e ignorando el familiar cosquilleo que le recorría todo el cuerpo se talló los ojos.

Mark sonrió cuando ambos hicieron contacto visual y dio un par de pasos hasta llegar a la cómoda junto a la cama, con la ropa del moreno segura en sus manos, la depositó con cuidado cerca de él, dándole a entender que ya era hora de empezar el día y no podría escaparse para dormir un poco más.

—¿Ahora sí te gusta ese nombre?—le cuestionó el moreno.—Ni siquiera cuando teníamos doce años y tu padre te obligaba me llamabas así.

Era verdad, cuando Mark había conocido a Donghyuck por primera vez se rehusaba a creer que tendría que ser el mayordomo de aquel niño, y no al no tener casi diferencia de edad entre ellos le parecía una idiotez sinceramente. Su padre lo regañaba cuando no se dirigía al moreno como era apropiado, pero de verdad no le importaba y al otro niñito, que apenas le ponía atención para ese entonces eso tampoco parecía interesarle. Todo cambió cuando sus padres murieron, y siendo el único miembro de su familia que quedaba y sin tener hermanos mayores tuvo que ejercer el trabajo de mayordomo de Donghyuck.

Donghyuck no hablaba mucho de su familia, no había visto fotos y cuando lo conoció parecía que los empleados lo habían criado. Sin embargo sus padres debían haber sido gente importante ya que con todo el dinero que poseía y todas las cosas importantes que tenía en su horario era algo bastante obvio.

Mark se volteó y su sonrisa gentil cambió a una de lado. Los ojos chocolate de Donghyuck mirándolo con intensidad.

Se encogió de hombros.

—He notado durante estos días...meses, no sé...—jugó con la camiseta del menor.—Te gusta, ¿No es así?

Por un momento parecía que Donghyuck se veía avergonzado, pero segundos después su mirada fría volvió a hacer presencia. Sin embargo no le importó, guardó esa expresión vulnerable en su cerebro.

—Vístete, el desayuno ya está listo.—le echó una última mirada sobre su hombre.—Te estaré esperando, amo.

[...]

Observó las jugarretas de los demás criados en silencio. Le molestaba un poco, usualmente les gustaba distraer a Donghyuck de sus deberes del día y luego cuando el moreno se daba cuenta de que estaba distraído la pagaba con él por no recordarle lo que tenía qué hacer.

Un aplauso interrumpió sus pensamientos y rápidamente con pasos suaves ya estaba junto a Donghyuck.

—No quiero más.—le dijo.—Dame dulces.

Mark rió entre dientes.

—Me temo que no es posible, amo.—negó con la cabeza.—Es hora de la reunión con la señorita Yerin.

Color Negro ; MarkHyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora