ESPECIAL NAVIDEÑO. (2)

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Cuando Xu Bao se levantó a la mañana siguiente, listo para ofrecerle disculpas a su padre por cómo se había comportado al hacer las compras, faltó poco para que sintiera ganas de volver a su habitación y no salir de ahí en todo el día.

Al acercarse a la cocina, alcanzó a escuchar que sus padres estaban discutiendo. Prefirió quedarse escondido detrás de la pared mientras pensaba cómo detenerlos.

—Hablé con él. Hoy mismo te ofrecerá una disculpa.

—Gracias por tu ayuda —se sirvió un poco de jugo de naranja—. No sé qué le está pasando a ese niño.

—Tal vez sólo tuvo un mal día.

—Oh, que tan sólo espere a crecer —replicó—. Entonces sabrá cómo es tener un mal día en serio.

—Lu, los niños pequeños también pueden tener días malos —comentó mientras estiraba su brazo para alcanzar el bote de jugo—. Por ejemplo, ayer, que Xu Bao quería un chocolate y no pudo tenerlo. Eso puede ser suficiente para que un niño de su edad piense que el día fue malo, ¿lo sabías?

—¡Por todos los cielos! ¿Quieres dejar el tema de una vez, Se Hun?

—Sólo estoy diciendo cómo se pudo haber sentido Xu Bao después de que no te pidiera algo demasiado grande y tu respuesta haya sido negativa —se quejó el más alto—. Pudiste haberle dado ese chocolate que quería y ya.

—No soy idiota, ¿de acuerdo? Sé que un chocolate no es la gran cosa, pero el punto es que Xu Bao ya comió bastantes dulces en esta semana —volvió a explicar, ahora notándose que estaba más enojado—. ¿Acaso es tan difícil entender eso? ¿Por qué soy yo el que queda como el malo del cuento si sólo estoy cuidando la salud de mi hijo, eh?

—Lu, cálmate. Nadie te está señalando como si fueras un ogro. Has de saber que el pequeño en realidad no ha comido tantos dulces, me lo dijo Xiu Min; tú sabes que él también se preocupa por la salud de Xu Bao y sabe cuándo debe ponerle un límite.

—No acepté salir contigo para que me digas cómo debo criar a mi hijo —dijo completamente serio.

—Ahora somos una familia —contestó—. No intento decirte cómo debes criar a nuestro hijo, pero creo que sí puedo dar mi opinión.

Agotado, el castaño dejó caer sus manos encima de la barra de la cocina y soltó un suspiro, mirando a su novio una vez más, frunciendo el ceño.

—¿Quieres que Xu Bao tenga su chocolate? —Se apartó un poco—. Está bien. Sabes cómo llegar desde aquí a cualquier tienda que venda dulces, ¿no? —Preguntó—. ¡Anda! Ve y compra esa maldita barra de chocolate para Xu Bao, ¡ve a romper mis reglas y a hacerme quedar como el padre malvado!

—¿Qué te parece si primero dejas de exagerar? —Bufó.

—No estoy exagerando. Ya me cansé, Se Hun —aclaró—. Tú ganas, ¿está bien? Vamos a darle a Xu Bao ese chocolate por el que tanto lloró ayer. Es un buen niño, se lo merece y todas esas cosas que no dejas de repetir.

—Esto no se trata de conseguir el chocolate. ¿Por qué no lo entiendes?

—¿De qué se trata, entonces? ¿Del horrible padre que fui? —Cruzó sus brazos—. ¿Quieres seguir recalcando lo mal que estuve por una cosa tan pequeña?

—¡Se trata de que estás siendo muy duro con Xu Bao últimamente! —Alzó la voz sin realmente quererlo—. Entiendo que quieras cuidar a nuestro hijo, que sea necesario ponerle límites de vez en cuando, pero el estrés que tienes por tus estudios y tu trabajo te está cegando, Lu. ¿No te das cuenta? —Le preguntó—. Desde que empezó la época de exámenes, no tratas a Xu Bao como siempre.

De nosotros [HUNHAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora