Mamihlapinatapai.

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-Adiós mamá!-cierro la puerta principal de casa para adentrarme en un día, que como todos los que llevaba en el conservatorio, iba a ser duro.

Me llamo Agoney, tengo 22 años, estudio piano y canto en un conservatorio de Barcelona, lo empecé en mi pueblo, Adeje, pero nos tuvimos que mudar aquí buscando empezar de 0 tras mi madre haber superado su enfermedad.

Ella se llama Olga, tenía cáncer y en Tenerife nos recomendaron venir a la península a un hospital algo más especializado en oncología y nos vinimos a Barcelona.

Pero bueno de esto hacen 3 años, ahora vivimos mi padre, Glenda y mi madre aquí.

Solemos viajar a Adeje en fiestas o en ocasiones especiales.

Por ejemplo en el cumpleaños de mi abuela, hace 2 meses, volvimos a casa. Echaba de menos a mi familia que residía allí, el mar, el tiempo caluroso a pesar de estar en octubre, también a mis amigos, que aunque eran dos los echaba de menos.

Ricky, era uno de ellos, es uno de mis grandes apoyos fuera de mi familia, me ayudó bastante a superar épocas de mi vida que prefería olvidar, cuando me dijeron que mi madre tenía cáncer él estuvo ahí, al pie del cañón para darlo todo y que consiguiese estar algo mejor dentro de que mi mundo se vino abajo.

Junto a él estuvo Mimi, mi otra mejor amiga de allí, es bailarina y ella es de mis mayores pilares, nunca me ha dejado caer aunque tuviese motivos pesados para hacerlo. Lo ha dado y lo da todo para los que quiere y es capaz de quedarse sin nada para darlo, tiene un corazón gigante que no le cabe en el pecho. Renunció a una gran oportunidad de irse a China a bailar solo por estar con su hermano, Alfred, cuando estuvo ingresado .

Allí en Tenerife mi día a día era difícil: recibía insultos y en ocasiones algún golpe por mi sexualidad o simplemente por ser diferente, miradas de pena o de asco no había punto intermedio, pocos me miraban como miran a todos y había menos de los que simplemente no me miraban. Pero podía sobrellevarlo y a ello me ayudaban mis amigos, salir por las tardes a la playa y mi perrita, Bambi, que no puede venirse a Barcelona pero cuando vamos a Adeje aprovecho todo el tiempo que estoy en casa para jugar con ella o salir a pasear.

Y aquí en Barcelona es más o menos distinto, recibo malas palabras y peores miradas, porque podrían insultarme pero la mirada reafirman sus palabras con mayor intensidad, nunca, aún, he recibido algún golpe. Lo único que me falta aquí son Ricky y Mimi o cualquier amigo con el que contar para todo y que él cuente conmigo, pero desde hacía tiempo había asimilado que no lo tendré aquí.

Cada tarde que venía al conservatorio llegaba cuarto de hora antes, saludaba a Martí, el recepcionista, y me dirigía al aula 20, no era la mía pero solía quedarme en la puerta escuchando al mismo chico rubio de siempre. Esto era rutina desde hacía dos meses o poco menos, me sentaba a escucharle. No sé su nombre, ni su edad, no sé nada de él, salvo que tiene un vozarrón, que no he escuchado más allá de una canción y un escueto "gracias", y que es capaz de hacerte un million reasons y un every breath you take sin a penas inmutarse ni aún menos despeinarse ese perfecto tupé engominado por desgracia.

Pero hoy es distinto, hoy he venido media hora antes porque no sé si a ustedes le pasa pero cuando voy con música y en mi mundo interior algo se activa y ando más rápido inconscientemente.

-Hola Martí-me acerqué a saludarle.

-Hola, hoy has venido antes, no?-asentí encogiendome de hombros y con un gesto con la cabeza a modo de despedida me adentré al final del pasillo.

Me senté en el suelo como de costumbre a esperar que pasase el tiempo y el chico comenzase a cantar.

Pasaron cinco minutos y la puerta del aula se abrió, me sobresalté e intenté desaparecer al darme cuenta de que era él.

Mamihlapinatapai | One Shot | RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora