Mientras camino hacia casa sigo sonriendo. Mi primer amigo, vale puede parecer triste que a mis diecisiete años sea el primero, pero no me avergüenzo.
Nunca he intentado tener uno, tampoco iba al colegio como los otros niños. Un hombre viejo, con una prominente barriga, calvo y con un bigote peculiar (haciéndole parecer en efecto, una morsa con ropa) venía a darme clases privadas, el señor no explicaba mal pero a las tres horas de clase se iba durmiendo. Era un poco gruñon pero simpático aunque no podría decir que era mi amigo. Así que mi infancia en resumen ha sido una porquería, nunca he sabido lo que era jugar con alguien pero ahora podré hacerlo. Nunca me había dado cuenta de cuanto ansiaba este momento.
Al llegar a casa estoy sola, perfecto. Nadie que me moleste por un buen rato, se habrá llevado a sus "geniales" hijos a comprar ropa en alguna tienda de pijos. Sinceramente me da igual, como si se tiran por un puente.
Al entrar a mi cuarto lanzo las botas contra la pared con un golpe de pie y salto encima de mi cama. Me saco el poncho con capucha verde y... espera, esto no es mío. Es bonito y es algo que me compraría pero no me pertenece, rebusco en este para ver si encuentro algo que me diga a quien le pertenece y entonces lo veo, una pequeña A bordada con hilo dorado.
Aiden... Vuelvo a sonreir por milésima en este día, ya tengo una excusa para poder ir a verle.
Oigo ruidos por la puerta y me asomo, veo que Eva me hace señas para que baje, desciendo cuatro escalones y me paro.
-¿Que quieres?- le gruño.
- Quería felicitarte por tu buen trabajo de ayer, iba a hacerlo ayer pero ni viniste a casa. ¿Donde estabas?- Me sonríe tranquilamente mientras espera mi respuesta.
- ¿Y a ti que más te dará? No hagas como si te importara.- Le escupo las palabras con veneno y subo a mi habitación cerrando la puerta de esta con un portazo.
¿Quién se cree que es? No tiene derecho a pedirme explicaciones de nada. Además se ha regodeado de que he vuelto a matar obedeciéndola, es repugnante, quiere hacerme sentir mal y lo ha conseguido.
Las lágrimas caen por mis mejillas al recordar la cara de terror del niño y la de Melody desolada. Soy peor que mi tía, que todos los que piden que matemos a alguien, porque yo soy la que lo hace.
Me saco los pantalones tejanos y al impactar contra mi cama de ellos cae una nota, me acerco pensando de quien puede ser pero cuando la abro desearía no haberlo hecho. Escrito con sangre pone:
<< El remordimiento es como
un perro mordiendo una piedra,
una tontería>>
Arrugo el pequeño mensaje y lo arrojo lejos de mi, me dejo caer en el suelo e intento respirar. Me siento enferma, ese monstruo me ha dejado un mensaje y ni siquiera recuerdo que escribiera nada. Aunque solo veo lo que ella mira así que podría dirigir su mirada hacia otro lado para hacerlo. Se está burlando de mi y no puedo evitarlo. Soy patética, se ríe de mi en mi propio cuerpo. Supongo que Eva y ella se llevarían bien, río con amargura, me están haciendo la vida imposible.
Pero ahora no debo deprimirme, tengo que pensar en positivo. Voy al baño y allí me miro al espejo, estoy hecha un desastre. Mi pelo castaño esta revuelto y despeinado, estoy más pálida de lo normal exceptuando la nariz (que está más roja que un tomate) y las marcas de lágrimas de mi cara, mis ojos de un gris clarito están oscurecidos por la llorera. Además tengo la camiseta llena de sangre, la cual me saco inmediatamente y tiro al suelo.
Voy a mi armario y cojo ropa limpia, unos tejanos exactamente iguales a los otros, un jersey negro con rallas horizontales blancas y las botas que había lanzado.
Satisfecha de mi elección bajo a la primera planta, he decidido ir a comprar, no quiero quedarme en esta casa más tiempo, es un infierno. Cojo dinero del monedero de Eva y le escribo una nota diciendo que voy a comprar y que me apodero de un poco de su (mi) dinero para ello. La odio y me importa un bledo lo que me pueda decir pero no quiero discutir con ella, estoy demasiado cansada para una tener una pelea con ella. Al menos si dejo una nota no puede decir que le robo a escondidas.
Cojo mi gorro negro del perchero, me lo pongo y salgo por la puerta. Si digo la verdad adoro y odio este pueblo, por una parte es precioso y me encanta, las casas en su mayoría son de madera y antiguas así que parece que vivamos en un siglo atrás, otra cosa buena es que vivimos bastante lejos de la ciudad y todo su bullicio, pero lo malo es que este pueblo guarda mi secreto y el de mi familia y siento que me juzga cada vez que cometo un crimen imperdonable. No hay por ninguna calle que pase que no conozca, eso estaría bien si este hecho no me recordara el porque de que me las sepa.
Me dirijo al mercado que como cualquier otro edificio del pueblo, exceptuando al ayuntamiento, es de madera. Vengo a comprarme una camisa y unas cuantas patatas, lo se es una extraña combinación, pero tengo que comer también, bueno más bien dicho cocinar, porque o hago yo la comida o no la hace nadie. Le he dicho mil veces a Eva que contrate a alguien, pero se niega alegando que cuesta mucho dinero, como si lo ganara ella.
Me dirijo al puesto de verduras y frutas cuando choco con algo que aparece de repente, me froto la cabeza y miro hacia arriba, pero solo veo una caja que tapa medio cuerpo de la persona que lo lleva.
-Eh...
-Esto, lo siento, no veía por donde iba.- Me dice la otra persona, que identifico como un chico. Me suena su voz.
- Oh, no pasa nada, tampoco iba muy atenta.
- ¿Sybannah? ¿Eres tu?- Espera, esa voz....
-¿Aiden? Si, soy yo.- Le sonrío aunque no me vea. - ¿Qué estás haciendo aquí?
- Trabajar. Esa es la frutería de mis padres.- Me señala la tienda a la que me dirigía.
-Nunca te había visto antes.
-Comencé a trabajar la semana pasada. Ya sabes para conseguir algo de dinero para mis cosas.
- Ah, entiendo. Bueno me voy a comprar, nos vemos- Me acuerdo del poncho de repente y añado-. Por cierto ¿Te va bien que te lleve mañana el poncho a tu casa?
-¿Poncho? Ah, sí. Se me olvido pedírtelo. Y si, ven mañana, no tengo trabajo.
- De acuerdo.
Decido ir primero a compra la camisa, porque no paro de sonreír y seguro que parezco una idiota. Cuando vuelvo a la frutería, Aiden ya no está. Suspiro, quería verle otra vez antes de irme. Pero bueno podré esperar hasta mañana.
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Code: Alfa
Teen FictionSybannah siempre ha odiado su vida, su familia pero por encima de todo, su trabajo. No puede huir de sus recuerdos y eso la está matando, o bueno eso le gustaría. Quiere escapar y dejarlo todo atrás pero no puede. Está encadenada a todo lo que odia...