Parte Única

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Yoongi miró con asco el cartón de la caja color rojo opaco colocada sobre la isla de la cocina.

Odiaba la pizza; era grasosa y por si fuera poco él era intolerante a la lactosa, así que comerse el queso sobre la pizza implicaba pasar varias horas en el baño con una fuerte diarrea y un día entero con dolor en la barriga.

A pesar de saber todo eso, Yoongi tomó de nuevo entre sus manos el celular y marcó un número teléfonico, uno que ya se había memorizado gracias a todas la veces que marcó. Luego llevo la bocina hasta su oreja.

Ya vería que haría con dos pizzas, podría llamar a sus amigos para ver una película y la pizza volaría en un dos por tres. Todos sus amigos eran pizza lovers a excepción de él. Debe admitir que hubo ocasiones en las que se obligó a comer ese alimento, quería sentirse integrado a su grupo, lo cual tuvo varias consecuencias. Consecuencias no agradables para su cuerpo.

El timbre telefónico sonó dos veces antes de que una voz femenina comenzara a decir lo típico que se suele decir al atender una llamada de un restaurante de comida rápida (un saludo que también sabía de memoria)

"Pizza Planeta, buenas noches, ¿En qué podemos servirle?"

Yoongi inmediatamente devolvió el saludo y dijo su orden.

Una pizza de champiñones. Encargó específicamente esa pizza para al menos poder comerse los champiñones sobre esta, no iba a encargar pizza con jamón y piña, era asqueroso, la pizza no lleva piña, ¿Quién diablos inventó eso?

Después de pedir la dirección la mujer cortó la llamada diciendo que la pizza llegaría en 30 minutos.

El pálido dejó caer su mano a su costado derecho, sosteniendo su celular. Su vista viajó de nuevo a isla de la cocina, mirando fijamente la caja sobre esta. Apenas llegó la pizza, la había dejado olvidada en ese sitio, seguramente ya estaba fría.

Sabía que estaba mal despilfarrar el dinero de esa manera, era tonto, pero ¿Qué más podía hacer? Él realmente quería verlo. Quería ver la hermosa cara del repartidor de pizza y esa era la única forma de hacerlo.

Se tumbó sobre el sofá, dándole miradas furtivas al gran reloj colgado sobre la blanca pared de la sala de estar. Apenas habían pasado 5 minutos. El tiempo realmente pasaba lento cuando esperaba algo. Todo en su vida era una constante espera.

Un profundo ruido proveniente de su estómago le recordó que había algo que no esperaba; el hambre.

Tenía hambre porque hace una hora en vez de marcar el número telefónico del sushi que lo antojo mientras veía un comercial en Internet, terminó marcando el número de la pizzería aún sabiendo que no podría comerla y su problema no se vería solucionado.

Quizá ahora era el momento en el que decía que se arrepentía de sus acciones infantiles, pero no. No se sentía arrepentido en absoluto porque gracias a eso fue capaz de ver el lindo rostro de Hoseok. Su Hoseok.

Apenas pensar en él, una sonrisa boba apareció en su rostro. Eso provocaba Hoseok en él. Aquél encantador repartidor de hermosos hoyuelos. Con solo verlo sentía que su hambre se saciaba por completo. Se sentía lleno con solo mirarlo sonreír y tomar el dinero negando con la cabeza, para luego alejarse por el pasillo cada vez que iba a entregar una pizza.

El timbre del departamento sonó sacándolo de su trance. Confundido echó una mirada rápida al reloj de pared.

7:30

Ya había pasado media hora desde que habló, pensar en aquél hermoso solecito había ayudado a que el tiempo transcurriera más rápido.

Fue rápidamente hasta la puerta principal tomando el dinero que estaba en la mesita del recibidor para pagar la pizza y darle una buena propina al repartidor.

Pizza PlanetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora