Mostrarse al mundo como eres siendo un adolescente seguramente es lo mas terrorífico que puede pasar independientemente de tu preferencia sexual. A pesar de que en mi familia la religión nunca ha estado presente y más bien nos educaron de una manera bastante liberal el miedo al rechazo siempre estuvo en mi mente, sabía que mis padres no tienen prejuicios ni problema por convivir con personas homosexuales pero aún así el miedo de que no aceptaran que uno de sus hijos no es heterosexual no me dejo dormir mas de una noche, pues la gente tiende a reaccionar diferente a cuando solo ve de lejos y no hay una relación afectiva a cuando dentro del hogar o dentro de la familia se hace presente un caso.
Si bien desde pequeño fue algo que estuvo dentro de mi, fue hasta los once años cuando me di cuenta de lo que quería para mi vida amorosa, entre películas de Zack Efron y Taylor Lautner y mis hormonas comenzando a despertar mi apetito sexual fue evidente, pero al tener amigos que alababan los cuerpos de Britney Spears, Megan Fox o Adriana Lima el sentirse anormal era algo de todos los días y no supe en que momento la inseguridad se apodero de mi ser.
A pesar de crecer en la ciudad donde la gente suele ser mas “open mind" que en muchos lugares de provincia el miedo se hace presente, ver programas dónde salía el típico cliché de un gay o al saber noticias de algún crimen de odio sólo provocaba que fuera escondiéndome como si tratara de contener la respiración.
Al entrar a la secundaria la situación solo fue empeorando, el bullying entre los adolescentes puede ser doloroso he insufrible en muchos casos entre heterosexuales, al aumentar el “Factor G" las cosas pueden salirse de control y llegar a niveles críticos. Nunca he sido muy femenino y al ser bastante común pase inadvertido para la mayoría de mis compañeros, algo que agradezco, ser invisible durante la adolescencia en momentos así puede ser un alivió, en especial cuando estas enfrentándote a la autoaceptación.
Salir del closet es un momento transcendental en la vida de un gay, es la manera de quitarse las cadenas que uno mismo se coloca y al liberarse puede vivir plenamente con lo que realmente es.
En mi caso durante la secundaria nunca pude estar listo para llegar al punto de aceptar y asumirme como una persona homosexual, mucho menos para salir y enfrentar lo que la vida me pusiera en frente solo por no seguir la norma heterosexual de a quien debemos amar.
Algunos de los alumnos de mi colegio lograron salir en ese periodo de tres años, como todo no siempre era bien visto y en la mayoría de los casos las burlas hacia mis compañeros eran la tendencia y en los casos más graves incluso sus familias no los aceptaban, a un compañero su padre le puso una golpiza al grado de estar internado y faltar casi un mes para que poco antes de terminar tuviera que abandonar los estudios y huir para buscar una vida mejor, otra de mis compañeras cuando sus padres supieron que era lesbiana fue cambiada a un colegio católico y llevada a diversos campamentos donde sus padres buscaban sanarla, este tipo de casos se me marcaron en el corazón y solo fueron aumentando mi temor. Incluso hizo que casi ignorara las situaciones donde todo había salido bien, un ejemplo era un compañero llamado Daniel, chico popular y de los que tenían mejor posición económica de la escuela y además era cinta negra y tomaba clases de box, cuando salió antes de finalizar el segundo año nadie lo molesto y al contrario todos lo felicitaban por su valentía, algunos de manera genuina y otros por temor a decir algo erróneo y recibir una paliza, sus padres lo amaban y algunos rumores decían que el novio de primer año de preparatoria que tenía su propia madre se lo había presentado, fue algo que nunca supimos realmente.Mi momento llego hasta que entre a la preparatoria, a mis dieciséis años lleno de nervios y sin saber muy bien como debía decirlo, después de una salida al cine con Sofy mientras caminábamos hacia la entrada de la plaza donde su madre pasaría por nosotros tome aire y me senté en una de las jardineras, mi mejor amiga supo que algo pasaba y tomo mi mano, antes de que dijera algo solo le solté un “soy gay" intentando contener el llanto. Los nervios que había sentido desde que aceptara mi realidad hasta ese día se disiparon cuando me abrazo y me hizo saber que nada cambiaria entre nosotros que me amaba tal y como era y contrario a lo que esperaba, ese pequeño acto de liberación nos unió mas y fortaleció nuestra amistad.
ESTÁS LEYENDO
Axel: El universo te escucha.
RomanceAxel a decidido salir de casa de sus padres para comenzar a vivir de manera mucho mas independiente, pero lo hará en compañía de sus mejores amigos. Además de aprender a ser mucho mas responsable y enfrentarse a los problemas cotidianos de cualquier...