Época del año en que nuestros sentimientos se hallan más expuestos, porque permanecer en modo sentimental y susceptible es la onda.
Tiempo en que la reflexión nos invita a hacer ese pequeño balance de logros alcanzados. Tiempo de metas que pendientes se quedaron en un primer intento. Tiempo en que atesorar afectos en nuestro corazón nos alimentan la ausencia de los que ya no están. Tiempo en que los recuerdos que afloran nos hacen experimentar otra vez lo ya vivido. Tiempo de recoger lo que sembramos en otros con el firme propósito de hacer el bien sin mirar a quién.
Ciclos que aún inconclusos nos negamos a sellar por temor a sentirnos débiles y vulnerables. Ciclos que hemos cerramos y de los que aprendimos la lección. Ciclos que están por abrirse porque creemos nos traerán más enseñanzas. Ciclos que pensamos iniciar y dejamos a medias por falta de valentía y compromiso.
Periodo de momentos inolvidables, esos que nos marcan la piel y el alma. Los más efímeros que por minutos nos llenaron de sensaciones placenteras. Los que intentamos borrar pero cual herida abierta tardan en mostrarnos una cicatriz. Los que perdidos llenan ese espacio de oportunidades que dejamos pasar. Los que ansiamos vivir para demostrarnos que si somos capaces.
La Navidad es una estación que debería durar todo el año, un lapso tan corto nos impide mostrarnos tal cuál somos sin poses, sin fachadas y desnudos de alma y espíritu. Desnudos sí, porque ninguna persona por indiferente que quiera ser ante los demás, no puede impedir verse afectado por ella. Porque la Navidad es Amor y también posee la maravillosa acción de transformar. Vistámonos no sólo esta época sino los otros 11 meses de amor en todas sus expresiones. Vivamos sumidos en ese sentimiento hermoso que trae miles de emociones y satisfacciones, porque ellas nos aportan esa necesidad de buscar la felicidad y compartirla es la mejor opción. La bendición está en dar, en desear, en querer, en amar, todos tenemos el don de hacerlo. La fe y la esperanza son la base para generar los cambios, la conciencia nuestro motor. La intención es lo que se valora y al final los resultados pueden sorprendernos.
Feliz Navidad 2018 a toda la pequeña pero inmensa comunidad de corazones que me hacen el honor de seguirme y a aquellos que anónimos me brindan su tiempo. Un abrazo fuerte a la distancia, gracias por hacerse eco de lo que escribo y espero que pronto dejemos de ser pocos los que amamos ser trasformados por el amor. Los llevo en mi corazón, cuídense.
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¡Estamos en Navidad!
RandomUn mensaje personal de agradecimiento a todos los corazones que durante este año me han sumado razones para seguir desarrollando mi pasión por escribir.