Capítulo uno: ¿Qué me paso?

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Un mes antes

—Hola— escucho su voz, pero no digo nada como siempre. Sólo quiero escuchar su voz. —Si no van hablar no llamen— vuelve hablar un poco molesto y cuelga.

Cuelgo el teléfono de la cabina, saliendo a pagar el consumo de ésta. Apresuro el paso hasta la estación de buses ya que una lluvia torrencial azota esta tarde, de un momento a otro el cielo se ha oscurecido, veo los buses con cautela, pero no tomó el que me lleva a casa. Debo dejar ir todo esto, ya es hora de parar.

Dos días antes

Mis ojos pesan demasiado para abrirlos, mi cuerpo esta inerte y escucho varias voces a mi alrededor, voces que no logró reconocer, siento una punzada en mi cabeza horrible que me place gritar pero no puedo emitir sonido alguno.

Creo que han pasado unas horas, vuelvo a escuchar voces, escucho a una mujer llorar y siento que acarician mi cabello.

—Tienes que despertar pequeña— me susurra la mujer.

La puerta suena y ya no la siento a mi lado debe haber ido abrirla.

—¿Qué haces aqui?— ahora usa un tono de sorpresa.

—Necesito verla— logró escuchar la voz de un hombre. —Por favor— suena a súplica.

La puerta se cierra pero no se si el hombre ingresa o no. Mi mano es tomada  delicadamente por una mano más grande  que la mía, su piel se siente un poco áspera. La cercanía de un cuerpo es palpable.

—Despierta Emma, debes despertar— me dice en tono alto.

La mano de aquel hombre se aleja y el igual ya que escucho la puerta cerrarse. Pasado de un rato varias personas ingresan incluyendo niños, algunos me hablan, otros simplemente tocan mi cara o mi mano.

Un día antes

Necesito abrir mis ojos, me siento encarcelada en mi propio cuerpo. Ya la gente que vino antes no han vuelto, solo han ingresado dos hombres diferentes, uno solo me ha tomado la mano en estos días, me parece que han pasado días,  y el otro me ha pedido que regresé, que vuelva a ser suya, sin embargo no reconozco su voz.

Creo que estoy sola, no siento a nadie a mi adrededor. Nadie me habla o toca, escucho que la puerta se abre y unos pasos pesados se acercan a mi, en todo este tiempo me ha dado algo de miedo de no poder abrir mis ojos y ver quienes son, miedo que me lastimen.

—Necesito que habrás los ojos— una voz masculina habla alto y frustrado, su perfume tiene un ligero olor a lavandería pero lo hace acogedor —escúchame Emma se que estas ahí, y puedes oírme.

¡Me llamo Emma! Dos personas me han dicho así cuando se me han acercado.

—Eres el amor de mi vida y asi no sea yo el tuyo necesito verte todos los días, pero no así, no en este estado. Por favor mi amor mírame— siento que pasa su pulgar por mi mejilla —así no estés conmigo despierta, no imagino una vida sin ti, lamento todo lo que dije, lamento mucho lo que dije.— el chico comienza a llorar. —Perdóname— susurra.

—Debes alejarte de ella— la voz de un hombre adulto resuena en la habitación.

—¿Y usted quien es?— le replica el chico

—Solo aléjate de ella— repite el hombre adulto y la puerta es azotada.

El chico se aleja y no entiendo nada, quienes son todos los que se me han acercado, quién es aquel hombre y ¿Quién eres tú? aquella persona que hace que mi alma duela cuando se acerca.

Actualidad

Mis ojos al fin no pesan, pero no puedo alzar totalmente la mano, mi cuerpo esta como cuando despierto en la madrugada y no tengo fuerza por el sueño, trato de moverme y lo logró con dificultad. Estoy muy pesada.

—Ayu....— trato de pronunciar —Hola— me sale raspando de la garganta. —Por favor alguien— es inútil mi voz es baja.

Intento balancearme, pero no puedo, ni siquiera puedo patalear, siento ganas de llorar. Parece que estoy en la habitación de un hospital, por favor ruego en mi mente intentado alcanzar algo. A mi lado hay una pequeña mesita con un florero lleno de rosas rosadas y rojas, se ven tan hermosas pero necesitó que alguien me ayude. El sonido del florero quebrarse resuena en la habitación, mis oídos están sensibles y no soporto el sonido, mi cabeza parece que estalla. La puerta se abre bruscamente y una mujer de mediana edad aparece, su cabello es castaño y ve algo demacrada, sus ojos se cruzan con los míos y los abre con asombro pero no me dice nada.

—¡Enfermera, enfermera, llame al doctor, despertó!— grita desde la puerta, ingresa corriendo causándome miedo su reacción.

—¿Estás bien?— toca mi cara y me inspecciona, como si buscara algo.

—¿Quién es usted— le digo a la señora alterada, ella solo me mira y comienza a llorar.

—¿Dónde estoy? ¿Qué me paso?— repito arrastrando las palabras, tratando de que deje de llorar, quiero que se aleje de mi, por alguna razón siento rechazo hacia ella.

Las enfermeras entran y un doctor, comenzando a examinar me preguntan varias cosas. Cómo ¿Si siento dolores? ¿Si se en que año estamos? ¿Cómo me llamo? ¿Si recuerdo que me pasó?. A lo único que pude responder algo dudosa es a mi nombre, siento una gran frustración quiero golpear algo, pero solo puedo llorar. El doctor me mira con algo de pena y la señora que estaba en la habitación habla desesperada por el teléfono.

—¿Qué me paso?— jaló de la bata del doctor pidiendo explicación de algo.

El doctor me mira vacilando a lo que va a decir y la señora cuelga para verme. Las enfermas solo lo ven y salen de la habitación.

—Emma tuviste un acccidente, hace casi mes y medio que estas en coma y cómo veo haz perdido la memoria.

Este tipo lo dice lo más calmado posible tratando de no alterarme, como si fuese algo que sucede todos los días, algo que se puede arreglar, pero siento un mareo terrible que me obliga a recostarme a la cama aun más perdida.

—Necesitamos hacerte unas pruebas, pero necesito que te calmes.— me pide el doctor.

Esto debe ser un mal sueño ¿Cómo tuve ese accidente, por qué no puedo recordar nada? Ahora soy yo la que empieza a llorar y acepto el abrazo de la señora cuando está se acerca a consolarme.

¿Quién eres tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora