Voces de lo Desconocido

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El encapuchado había arreglado aquel lugar que anteriormente estaba perdido entre malezas. Había notado que las plantas, que una vez había sembrado formando los cimientos de su base, habían crecido y que poco crearían el hogar de su ser. El gnomo se encontraba preparando herramientas con objetos que encontraba entre los escombros. La hada se encontraba enseñando a las aves cantar y volar. Entonces escucharon que algo se aproximaba de entre las malezas. El encapuchado y gnomo rápido se alarmaron para percatarse de que se trataba de un perro.

—¡Solo!— exclamó el muchacho y corrió hacia el perro para acariciarlo.

El perro comenzó a menear la cola y a jugar con el muchacho. Entonces, se percató que se acercaba otra persona de entre las malezas. Era un joven de su edad y el encapuchado rápido se quitó sus túnicas.

—¡Tim!¡Volviste!— dijo el encapuchado ya sin la túnica y con ropa normal— ¿Cómo te ha ido en todo este tiempo?

Tim invitó al encapuchado a una salida y el muchacho decidió tomarse un descanso e ir. Volver a su vida normal le traía recuerdos. Dar viajes sin un destino preciso era la mejor parte de las salidas con sus amigos.

Era de noche, y los caminos eran oscuros. Apenas la luminosidad de su transporte alumbraba los bosques que emitían un aire de tenebrosidad. Sin embargo, el encapuchado sentía una attración por esa oscuridad. Parecían decirle algo en el silencio.

—Toma la ruta oscura—le dijo el muchacho a Tim casi como una orden.

Tim extrañaba aceptó y condujo por una ruta casi desconocida por el. La ruta era muy oscura y apenas se veía lo que los focos alumbraban. El encapuchado permanecía esperando que ocurriera algo cuando Tim tomó la entrada equivocada. La ruta los alejaba cada vez de lo conocido y el encapuchado cada vez se sentía más alegre. Estar perdido daba la sensación de aventura, era un acto de creación, pues estaban construyendo un camino hacia algo conocido. Pronto Tim y sus compañeros descubrieron que estaban perdidos y querían detenerse para regresar.

—No se detengan— dijo el encapuchado— yo se donde estamos.

—Jeje esas palabras ya las conozco— avanzó a decir Tim— estamos perdidos.

—Sigan adelante, ya llegamos hasta acá. Intentar regresar estando ya perdidos te deja como quiera en el mismo lugar.

— Espero que esta ruta nos lleve de regreso— le dijo Tim.

—Descuida, todos los caminos te llevan a algo conocido. Sólo se debe continuar.

Al cabo de un tiempo entre caminos oscuros justo como había dicho encontraron el camino de regreso habiendo aprendido una nueva ruta en la plena noche. De regreso en su casa, el gnomo se apareció de la nada al encapuchado. dándole un susto.

—Al parecer le diste una lección a tus amigos— le dijo el gnomo recostándose de la pared.

—No entiendo porque la gente teme perderse. Al uno perderse sólo nos queda encontrar—dijo el muchacho y se recostó para dormir satisfecho por la salida.

Por Angel Yamil Ortiz Torres 2009© #4

El Cuaderno del EncapuchadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora