Una navidad sangrienta

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Fic de Navidad. ¡Felices fiestas a todos!

Una Navidad sangrienta

En shock, así se encontraba en aquel despacho. Sus oídos se centraban en la aguja de aquel minutero que se movía incesantemente. Un murmullo llegaba también, lejano... muy lejano, ni siquiera le prestaba atención. Sabía que eran palabras de aquel hombre frente a él que leía el papel más importante de su vida, pero él no estaba centrado en eso.

- ¿Kageyama? – le sacó de ese trance su propio abogado - ¿Estás bien? ¿Necesitas que paremos?

- Estoy bien – mintió – quiero acabar con esto cuanto antes.

Su abogado sabía que mentía, pero no quería ir contra los propios deseos de su cliente, por lo que movió la cabeza para que el hombre al otro lado de la mesa continuase leyendo el testamento de sus padres. La lectura inició nuevamente, pero otra vez, la mente de Kageyama se fue lejos de aquella tétrica sala. Pensó en lo único que le relajaba, en el voleibol, en el partido que iban a tener contra el equipo de Oikawa ahora en la universidad. Hacía años que no volvían a enfrentarse, pero éste... era su primer año universitario y finalmente, podría volver a batirse con él. Aun así, ni siquiera para ello sentía recuperar sus fuerzas.

Escuchar la última voluntad de sus padres... ¡No lo aguantaba! Se había prometido no llorar, ser fuerte y aguantar hasta estar completamente a solas, pero era duro estar allí aguantando esas incontenibles ganas de llorar su muerte. Sentía como si su mente le estuviera protegiendo, desconectando de aquella lectura y llevándole lejos de las palabras que le llevarían al peor de sus sufrimientos.

- ¿Kageyama? – volvió a escuchar su nombre – Kageyama... debes firmar – comentaba su abogado, pasando el bolígrafo hacia él.

- ¿D-Dónde... firmo? – preguntó impactado, con la voz entrecortada.

- Aquí – susurró el abogado.

La hoja se deslizó por la mesa hasta sus manos. Aquellos ojos azulados se fijaron por primera vez en el precioso y sofisticado bolígrafo que sostenían los dedos de su abogado. Una firma y todo habría terminado, una firma y le darían las pertenencias de sus padres... pero eso... no los devolvería a la vida. Nunca más volvería a verlos, nunca más tendría a alguien que se preocupase por él, estaba solo... completamente solo.

Tomó el bolígrafo, viendo cómo toda su mano temblaba. ¡Todo acababa en una firma! Pero no era cierto, el sufrimiento seguiría encerrado en él. Ni siquiera les había dicho nada a sus compañeros de equipo, no quería que le tratasen diferente y mucho menos... que le sentasen en el banquillo por no fiarse de que estuviera bien para jugar.

Colocó su otra mano encima de la que temblaba. Ni siquiera eso hizo que dejase de temblar. Empezó a escribir su nombre muy despacio. Ya no se escuchaba nada. Los dos hombres frente a él estaban en completo silencio, con sus ojos puestos en ese papel que debía firmar para dar por finalizado el proceso. Firmó como pudo con su tembloroso pulso, aunque había trazos que no se parecía a su firma original.

- Lo... siento – susurró.

- No pasa nada, Kageyama. Vamos, te acerco a casa – comentó su abogado, tomando la chaqueta del perchero y poniéndosela por encima de los hombros.

Salieron de la oficina al desértico pasillo. Nadie trabajaba en esas fechas tan señaladas, aunque todavía faltaba una semana para la Nochebuena. En su familia... siempre se reunía toda la familia, ellos viajaban hasta Hokkaido donde estaban sus abuelos y pasaban las fiestas juntos, pero este año... estaría solo. No cenaría la comida que con tanto esmero realizaba su madre, ni la salsa especial navideña de su padre, no habría regalos y mucho menos... canciones o felicidad. Todo sería oscuridad.

Una navidad sangrienta (Haikyuu: Oikawa-Kageyama)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora