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•Inuyasha es un hombre, un hombre que le encantan las mujeres, sus senos suaves y grandes, sus curvas, sus traseros redondos, sus piernas largas, sus ojos, sus largos cabellos y sus labios. Le gustaba besarlas, delinear con su lengua cada parte de sus cuerpos, adentrarse en ellas, escucharles gritar de placer, le gustaba mentirles, pasar una noche y luego dejarlas con el mejor recuerdo de su vida. Inuyasha es un mujeriego y todos los saben, por eso todos se sorprenden cuando ven a un atractivo Inuyasha cruzar el alumbrar de la puerta con una mujer, pero que mujer, hermosa, alta, de una piel tan clara que podría ser confundida con las perlas del mar, de largas pestañas y ojos intensos marrones, su cabellera negra a mitad de su espalda, era hermosa, hermosa en todo su esplendor, pero la sorpresa era el abultado vientre, una hermosa dama embarazada del brazo de Inuyasha, lo que muchos en aquella discreta reunión pensaron «Inuyasha es el padre», «Al fin tuvo un desliz y embarazó a una mujer», «Era de esperarse con lo mujeriego que es», «Así que una mujer logró amarrarlo» por supuesto nadie se atrevió a comentarlo en voz alta e Inuyasha no hizo ninguna comentario al respecto, porque todos sabían lo mujeriego que era desde la adolescencia y ahora en su adultez, siendo atractivo y un gran profesor de matemáticas en la universidad Shikon y sobre todo siendo aun joven —con apenas 25 años— atraía a las mujeres como un imán.
—Siempre creí que terminarías mal parado —Le comentó Miroku una vez, su mejor amigo en la secundaria, un morboso sin remedio, ambos se separaron cuando les tocó ir a universidades distintas. Creyendo ambos que nunca dejarían de hablarse o saber de sus vidas, pero sucedió, cuando los trabajos se ponían pesados y no le daba tiempo para nada, luego consiguieron nuevos amigos y así cada quien tomo su camino.
—Puedo decir lo mismo.
—¿De qué hablas? Era evidente que sería un gran abogado, mis notas en el colegio eran altas, en cambio las tuyas —Miroku hizo una mueca al recordarlo—. Nunca me imagine que terminarías siendo profesor.
—Feh, era bueno en matemáticas.
Ese día hablaron hasta tarde, pero luego volvieron a distanciarse, ahora volvían a encontrarse. Inuyasha se acercó y le presentó a la dama, Miroku abrió los ojos con sorpresa al escuchar el nombre, pues era nada más y nada menos que Kagome Higurashi, su antigua compañera en el colegio.
—Felicidades —dijo en cuanto Kagome se alejó para hablar por su lado, Inuyasha lo miró por un momento y pareció que diría algo, pero sus ojos se desviaron a alguien—. Llegó hace rato.
Sesshomaru Taisho estaba escuchando el parloteo de una mujer, pero miro hacia él, Inuyasha se sorprendió, pues era bien sabido que Sesshomaru era gay, jamás se le vio con una mujer, todos eran puros hombres, un despedido según las féminas.
—¡Muchas felicidades, Inuyasha! —Kagura, la hermana de Naraku llegó a su lado y Inuyasha arqueó una de sus negras cejas en confusión.
—¿Felicidades por qué?
—Serás padre ¿no? —con su mano izquierda Kagura señalo por donde Kagome se había ido e Inuyasha soltó una carcajada y negó con la cabeza.
—Es la esposa de mi hermano —Tan sólo dijo, no daría detalles vanos, pues la razón por la que la traía de la mano era porque su cuñada se había mareado por el camino y a él no le quedó de otra que ayudarla, después de todo Koga se la había confiado esa noche, su hermano estaba ocupado en el hospital como para acompañarla.
—Ya decia yo que era raro.
Entre parloteo y palabritas bonitas las horas fueron pasando e Inuyasha terminó por alejarse para ir al baño, abrió la puerta con cuidado y entró, sólo para sentir unos brazos fuertes enredarse alrededor de él desde atrás, Inuyasha se giró cuando tuvo oportunidad y sus labios se encontraron con los ajenos.
—¿Qué demonios haces? —Intento alejarse, pero la persona que lo sostenía no lo soltó.
—Temes que nos vean —Sesshomaru cerró la puerta y volvió hacia él, acorralándolo contra la pared, beso su cuello.
Inuyasha soltó un suspiro de placer y no contestó después de todo Sesshomaru no había hecho una pregunta, pero en sus adentros asintió, porque él era un hombre, un hombre al que le gustaban las mujeres no importaba que estuviera de ese modo con otro hombre, no importa que se haya acostado con uno, no importaba que ansiara sus besos, sus caricias, no importaba si estaba enamorado de uno y de solo uno, Sesshomaru Taisho.
Inuyasha muchas veces se preguntó cómo había pasado, porque él nunca había volteado a mirar a un hombre de esa forma, sin embargo los ojos dorados del peli plateado que tenía al frente parecieron hechizarlo, porque Sesshomaru era un hombre bien parecido, guapo y atractivo, era difícil a simplemente vista darse cuenta que era gay y de hecho aun sabiéndolo era muy difícil de creer, Inuyasha estaba convencido de que la vida le jugó una mala jugada el día que sus ojos se encontraron por primera vez. Fue atracción inminente, deseo desbordante y una pasión arrasadora el día que sus cuerpos se encontraron, no hubieron palabras, solo caricias, sudores y una noche de las cuales se repitieron muchas otras.
—De-detente —Pero Inuyasha sabía que aquello no lo llevaría a nada bueno, a él le gustaban las mujeres y Sesshomaru tenía a alguien que lo esperaba en casa, su pareja por cinco años, no quería ser quien destruyera una relación y sobre todo no quería dejar de seducir mujeres, porque si, le encantaban las benditas mujeres o eso era lo que él quería creer, aunque sí estaba seguro de eso, sus deseos por la féminas se habían amortiguando, porque ansiaba las manos de Sesshomaru, sus labios, sus ojos sobre él, escuchar su nombre salir de su boca, ansiaba ser poseído por un hombre, por un solo hombre, al único que había visto de esa manera tan nefasta, por Sesshomaru Taisho.
—De-detente —Sintió un escalofrío en la espalda, cuando la lengua humedad pasó por su cuello, Inuyasha trato de empujarlo, pero no sentía fuerzas y su voluntad flaqueaba, sin embargo esta volvió cuando Sesshomaru se alejó un poco para desabotonar los botones de su camisa—, detente —Lo tomó de las manos y apretó con fuerza, Sesshomaru lo miro e Inuyasha hizo un intento por parecer fuerte ante la decisión que había tomado hace algunos días atrás —. Ya te lo dije, joder. No seguiré con esto, prefiero a las mujeres.
Mentía, lo prefería a él mil veces, pero Inuyasha sabía que había peligro, supo que era el momento de alejarse cuando se dio cuenta que estaba enamorado, algo en la cabeza le hizo click y lo supo al instante, no era solo el hecho de que Sesshomaru era hombre, un hombre que parecía ser serio (incluso hasta frío) también era el hecho de que tenía a alguien más e Inuyasha no iba a competir con ese alguien, bien sabía que seguro en un futuro terminaría con el corazón hecho pedazos y entonces ¿qué haría? ¿Se acostaría con cuanta mujer le pasara por el lado para drenar el dolor? ¿Se sumiría en su trabajo para no pensar? O ¿iría algún bar a emborracharse? Todos pensarían que estaría de ese modo por una mujer, pero en medio de su borrachera confesaría que era por un hombre, un maldito hombre. De sólo pensar aquello le daba dolor de cabeza, Inuyasha prefería ahorrarse la vergüenza de ser tan patético, y alejarse con tiempo.
—Mientes —Sesshomaru lo beso, pero Inuyasha se resistió y forcejeó, su integridad como hombre corría peligro, ese era su pensamiento, pero Sesshomaru pensaba diferente —Te amo.
A Inuyasha le temblaron las piernas tras escuchar aquellas palabras, ¿Había oído bien o sólo fue su imaginación? Debía ser una broma de mal gusto.
—Te amo —Volvió Sesshomaru a repetir, Inuyasha no supo qué hacer, tan sólo abrió la boca y le permitió entrar, sus lenguas se entrelazaron y sus pensamientos volaron ¿Cómo era posible aquello? ¿Por qué unas simples palabras que no hacían una promesa lo ponían tan feliz? ¿Por qué? No supo responderse y tampoco quiso.
Minutos más tarde Inuyasha salió del baño arreglándose la camisa y con un encuentro pactado por ambos. Buscó a Kagome y la llevó a su hogar para luego él dirigirse a su departamento. Inuyasha no sabía que aquel «Te amo» departe de Sesshomaru le acarrearía muchísimos problemas en el futuro, porque Sesshomaru hablaba en serio, tan en serio que sería capaz de muchas cosas por él y cuando Inuyasha se viniera dando cuenta ya sería demasiado tarde, porque Sesshomaru lo tendría a su completa merced y todo las personas que lo rodeaban se darían cuenta que Inuyasha siempre fue un hombre que guardaba las apariencias.
🖤Fin🖤
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Apariencias
FanfictionLas apariencias engañan y eso Inuyasha lo sabe mejor que nadie.