Nuestra Navidad

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Después de haber derrotado a Gothel y de unir los reinos, su vida parecía en calma, tenía a su hijo, a su nieta y como bonus extra a la carismática pero siempre estricta Ella, la esposa de Henry y madre de la pequeña Lucy. Sonrió dulcemente al pasear su vista por la sala del castillo, tantos amigos, conocidos y su familia. Cuánto tiempo había pasado de aquellas riñas que los separaron desde el inicio, soltó una pequeña risa mientras buscaba a alguien en especial entre la gente. Aquella cabellera rubia que trastorno su vida por completo, quién se convirtió no sólo en su amiga, si no en su escudo y espada. Había extrañado tanto a esa rubia tonta, suspiró pesado cuando la divisó al otro lado de la sala mientras sostenía en sus brazos a la pequeña Hope y, frunció el ceño, parecía pelear con Killian. Si bien, recordaba que aquellos dos, quienes estaban casados desde algún tiempo, siempre se les había visto muy felices, al menos por lo que mencionaba Nieves en las cartas que había escrito para ella años atrás cuando se dispuso a vivir en el bosque encantado junto a Henry y vivir con él su aventura. Negó lentamente, nunca había tenido la certeza de que realmente aquellos dos se amarán, menos cuando Emma, había hecho de la suyas con tal de defenderla de todo y de todos. Si, apesar de que se lo había planteado millones de veces y lo defendía como puro sentimiento de amistad, al final la conclusión era la misma y la cuál hasta el día de hoy, le rompía el corazón en trizas. Regina Mills se había enamorado de la madre biológica de su hijo con el paso de los años, aquella rubia tonta y desesperante, había hecho latir como nunca el corazón de la morena. Aunque, después de ver a Emma besar a Killian durante su viaje a Nunca jamás, le hizo alejarse un poco de la rubia, siempre estuvo ahí para ella. Lo que realmente lo fastidió todo, fue aquel viaje al inframundo por causa de ese inmundo pirata. Si bien, pudo haberse negado y haber tratado de ser feliz con su supuesto "amor verdadero" pero su maldito corazón la traicionó en aquel momento y decidió seguir a la rubia, perdiendo así su oportunidad al amor y nuevamente teniendo a ese manco detrás de Emma. Sintió un tirón en la manga del corsé que se unía al vestido, se había perdido en sus pensamientos tanto tiempo, desvió la mirada del matrimonio y sonrió con dulzura al observar a Lucy frente a ella, con cara de preocupación.

- ¿sucede algo? - aquella chiquilla ni siquiera llevaba su sangre y la adoraba más que a nada, sería capaz de cualquier cosa por ella porque tenía el carácter de su padre, su determinación. Negó mientras retiraba un mechón de cabello rebelde de su rostro. Llevará su sangre o no, ella era su nieta, a toda regla.

- no cariño, sólo estoy algo agotada es todo, nunca me esperé esta sorpresa cuando tu padre me llamó a esta sala - miró sobre su hombro y sonrió ampliamente al ver a Henry adulto acercarse hacia ellas. - hablando del rey de Roma - soltó una risa mientras Lucy se giraba frente a ella para sonreírle de igual manera a su padre.

- mamá - el joven se acercó a la morocha y la envolvió entre sus brazos, mientras Lucy se excusaba con la mención de su madre con su tía Drizella. - te e visto desde lejos y parecías algo distraída,quizá algo consternada - se separó lentamente del abrazo y miró a su madre con signos de preocupación porque apesar de todo lo vivido, aquella mujer tan hermosa frente a él, había sido y siempre seria su madre aunque la rubia le hubiera traído al mundo, Regina siempre sería su primera madre ante todos y se preocuparía por ella sin importar que.

- no es nada Henry - grave fue su error al mirarlo a los ojos, gruñó para sus adentros y maldijo internamente aquel "superpoder" heredado de los endemoniados genes Swan.

- se cuando me mientes mamá - aquello sonó totalmente a reproche, soltó un suspiro y miró nuevamente a su hijo. - dime qué no es lo que estoy pensando - alzó una ceja y se cruzó de brazos, claro que sabía, aquel muchacho había sido más inteligente que ella siempre, incluso había descubierto sus sentimientos antes que ella misma. - te dije que en su momento te arrepentirías de no habérselo dicho - bajó la mirada, cuánta razón había tenido él en aquel tiempo y aún la seguía teniendo. Cuantas cosas no hubieran cambiado de habérsele confesado a la rubia antes de anunciar su boda, quizá, sólo quizá ahora estarían juntas,viviendo un amor como el que siempre soñó.

Una navidad en familiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora