La lámpara de los deseos

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Disclaimer: 31 Minutos pertenece a Alvaro Diaz y Pedro Peirano.

Lo primero que pensó Dylan al ver la lámpara frente a él, era que se trataba de un florero. Era la primera vez que veía una lampara que funcionaba a base de canfín. Le resultaba absurdo el que una lámpara funcionara sin electricidad o baterías, más que el hecho de que esta concedía deseos.

"¿Qué debería pedir?", pensó Dylan. Podía tener todo lo que deseara tener con solo desearlo, por lo que una lámpara capaz de conceder deseos no le parecía especialmente llamativa. El dinero era toda la magia que necesitaba. Lo mismo había pensado cuando ese extraño sujeto se la había ofrecido en las afueras de Mr Drilos. Un deseo sonaba demasiado tentador como para rechazarlo.

"¿Comida?", lo rechazó casi al instante. Su comida favorita era la que vendían en Mr Drilos y no estaba dispuesto a cambiarla ni siquiera por magia. Podría tener un mejor sabor, pero no era algo que le interesara. Pensar en comida le dio una idea de lo que desearía. Seguía teniendo todo el dinero que necesitaba para comprar toda la comida que quería en Mr Drilos, pero su tío insistía en que debía retomar la dieta. En su momento le había parecido una buena idea, pero en ese momento no el solo considerarla así que se estremeciera.

—Deseo poder comer todo lo que quiera sin que nadie me diga nada.

Nada pasó. La lámpara se veía igual que en el momento en que la compró y él estaba tan hambriento Planeaba ir a Mr Drilos para reclamarle al vendedor y llenar su estómago cuando escuchó a su tío llamarlo por su nombre. No era su cumpleaños ni ninguna fecha especial, pero Dylan estaba seguro de que le haría un regalo.

—¿A dónde vamos?

—Vamos a tratar tu hambre —le dijo el señor Manguera.

Lo primero en lo que pensó Dylan fue en que irían a Mr Drilos. Cuando pasaron de largo creyó que irían a comer en otro lado. Aunque Mr Drilos era su locar favorito no pensaba que fuera tan malo probar otros tipos de comida grasienta. Cuando pasaron al hospital se quedó sin ideas.

—La habitación está lista. Podemos iniciar con la operación en cualquier momento.

—¿Qué operación? —preguntó inseguro, no le gustaba el rumbo que estaba tomando dicha situación.

—Una que te ayudara con tu problema de obesidad.

El deseo de Dylan se cumplió. Podía comer hasta llenarse sin que nadie le reclamara por su dieta. Lo frustrante de ello era que no podía comer ni siquiera la mitad de lo que acostumbraba a comer. Su tío lo había llevado al hospital para que le engraparan el estómago por lo que este quedó a un cuarto de su capacidad.

Lanzó la lampara sin importar el lugar en el que aterrizara. Después de que le dieran de alta en el hospital, el señor Manguera le ordenó a Tulio que lo cuidara en lo que duraba su recuperación. Escuchó el sonido de un vidrio rompiéndose, mentalmente deseó que fuera algo de valor.

—¡Tengo hambre! —gritó —. ¡Quiero comida de Mr Drilos!

Mientras estuvo en el hospital únicamente pudo alimentarse de puré y de líquidos. Alimentos a los que difícilmente podía llamar comida, pero también lo único que podía digerir. No había pasado tanto tiempo, pero Dylan estaba seguro de no haber probado su comida favorita en una eternidad.

—¡Recuerda que debes tratarme como a tu salario!

Tulio le entregó una hamburguesa de gran tamaño, bañada en grasa y rellena de salsa. A simple vista, Dylan pudo reconocer más de tres tipos diferentes de carne. Al lado de la hamburguesa había una montaña de papas fritas cubiertas en salsa de queso. Llenó su boca con la comida frente a él y comió hasta llenarse... pero no pudo terminar ni la hamburguesa ni las papas. Quería seguir comiendo, pero su estómago estaba lleno. Dylan intentó morder la hamburguesa sin llegar a disfrutar su sabor. Lo único que sintió fueron unas ganas de vomitar.

La lámpara de los deseos (31 Minutos)Where stories live. Discover now