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yoongi tomó un respiro.

inhala, exhala.

¿qué podía salir mal? nada, según su mejor amigo, jung hoseok, debían saberlo tarde o temprano, era inevitable y previsible que el más pálido se armase de valor esa misma noche.

navidad

17:27

ese mismo día, min se reunió con sus más preciados compañeros de vida que no compartían sangre con él: sus amigos. jung aconsejó al joven de iniciar por lo sencillo, y eso estaba haciendo. en ese instante, había citado a sus más importantes amistades.

jimin, un amigo que lo acompañó en su primer trabajo.

suran, una amiga que lo salvó de más de una.

seokjin, el chico con el que forjó amistades gracias a jung, un compañero de facultad que resultó tener uno de los corazones más bondadosos.

y por supuesto, el mismo hoseok, su amigo de la infancia, su compañero de alma, el soporte de la valentía y fuerza que hacían de min yoongi, min yoongi.

—sigo sin comprender qué te pone tan nervioso, min. —suran rompió el hielo al hablar en ese incómodo silencio. el resto, exceptuando a jung, dio la razón a la chica con la mirada, cuestionando de esta forma al pálido.

—no estoy nervioso. —el mayor habló entre dientes, y dio un sorbo al café entre sus manos; la blanca nieve caía a copos mientras el sol iluminaba los rostros de los jóvenes.

—entonces habla, siento qu-... —suran fue interrumpida

—quiero contarles algo.

el silencio regresó a la conversación como un boomerang, estaba en boca de varios que ubicaban al pálido, que él entregaba su confianza y más oscuros secretos a pocos.

y era duro, min yoongi era un hombre duro, como una piedra. pero sus piernas flaquearon, sus manos dejaron el café que bebía: su rostro reflejó una minimalista angustia.

—me gustan los hombres.

jung sonrió, sus castaños cabellos estorbaron en su vista por una ráfaga de aire fresco. el gran yoongi huyó de sus sentimientos para confesar el mayor de todos ellos. el castaño le dejó hablar, sabía que no era necesario intervenir.

seokjin fue el primero en reaccionar aparte al silencio, no dijo ni una sola palabra mientras se acercaba al más bajito. lo miró a los ojos, y él sostuvo su mirada; estaba seguro, tan seguro de sus sentimientos, que esperaba que nadie en ese momento pudiese intimidarlo.

sin embargo, sintió algo de temor, temor que creció en su pecho por el gran porte que su amigo tenía. no duró nada, kim sonrió, y abrazó a su pequeño amigo.

—gracias, min.

seokjin se marchó, dejando al pálido atónito; esperaba cualquier cosa, menos un abrazo. estaba extrañamente satisfecho.

—yoongi... —suran esbozó una cálida sonrisa, parecía aliviada,—cuentas conmigo, y lo sabes. siempre lo has sabido. —se dirigió hacia min, y siguiendo el ejemplo de seokjin, le dio un segundo abrazo.

también se marchó. yoongi no entendía cuándo carajo les había dicho que se fueran, pero parece que kim había impuesto tal regla inexistente.

sólo faltaba la reacción, de aprobación, rechazo o indiferencia de jimin, park jimin, el chico que luego de la confesión, se mantuvo cabizbajo y bebiendo su café caliente.

head in the clouds;; ykDonde viven las historias. Descúbrelo ahora