Prólogo

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Sus padres siempre habían sido muy protectores con él y por eso no acostumbraba salir del castillo a menos de que hubiera sido completamente necesario, siempre estuvo en un ambiente “seguro y protegido” las 24 horas del día.

Cada día de su vida se reducía a lecciones  y preparación para cuando se volverá la “pareja” oficial de Kyle Broflovski ,un beta hijo de los reyes elfos Broflovski, también se reducía a fiestas exageradamente formales y extravagantes que le aburrían de sobre manera .

Estaba atrapado en una jaula hecha joyas y oro repleta de lujos.

En todo lo que llevaba de vida, lo más cercano que podía estar en el exterior era cuando salía en compañía de Thomas al jardín del palacio o cuando recorría el pueblo (otra vez, en compañía de Thomas).

Las cosas empeoraban cuando su “prometido” iba de visita al castillo, siendo que el tenía que hacerse cargo de cada una de sus necesidades, permanecer siempre a su lado bajando la cabeza en señal de total sumisión (la cual, siendo sinceros, nunca demostraba) ante su futuro esposo, incluso debería ser más abierto con las caricias de su “amado”.

Pero siempre terminaba por alejarlo, asustado de todo contacto que no fuera el de su madre o el de Thomas.

Siendo que este último causaba gran disgusto y celos en el príncipe.

Su más grande sueño consistía en salir y ver el bosque que según el mismo Thomas decía que se ubicaba al final del pueblo, quería una oportunidad para salir, poder  ver el mundo con sus propios ojos.

Ver si era tan peligroso como sus padres y mismo prometido le pintaban.

Desde pequeño le habían dicho que el mundo era un lugar peligroso, lleno de monstros de grácil apariencia para aparentar su maldad. Aunque realmente dudaba un poco de sus palabras, después de todo no les creía mejor que esos supuestos monstruos….

Ellos mismos se condenaban a una vida basada en mentiras, lujos y avaricia, siempre procurando una imagen falsa de lo que eran, preocupándose solo por “ser mejor”.

Y había aún más razones que podría nombrar.

Pero prefería guardarse su opinión y mantener su actitud sumisa, “como debía de ser siempre”.

Por años miro con devoción las estrellas por su ventana antes de dormir junto a las luces de su prospero pueblo, sin darse cuenta de que desde la puerta de su cuarto su madre junto a su amigo rubio le observaban, siempre sintiéndose impotentes ante la idea de no poder complacer el único deseo del joven omega.

Aun que un día cuando  Linda estaba peinando el largo cabello de su hijo le  hiso la siguiente pregunta:

-“¿Deseas salir del castillo tu solo, aunque sea por unas horas?”-.

Obviamente el pequeño negó con tristeza, más su amigo apareció en la habitación llevando entre sus manos una gran capa con una capucha.

-“Planeamos que no sería nada malo que pasearas un rato”-. Dijo el guardián antes de entregarle la prenda.

Una gran sonrisa (la cual daba por desaparecida) apareció en los labios del blondo, antes de ponerse aquella capa el abrazo con cariño a ambos, repitiéndoles cuanto los quería. Y siendo guiado por Thomas, llegaron a un pasadizo donde podría salir fácilmente sin arriesgarse a ser descubierto.

Nunca podría explicar la sensación de libertad y jubilo de cuando puso un pie fuera del castillo, inevitablemente empezó a correr cuidando de no tropezarse o tirar a algún aldeano por andar distraído.

Y sin darse cuenta había llegado a los límites del pueblo en tiempo record. Por lo que se dispuso a explorar mirando con alegría cada pequeña cosa del bosque.

Fue ahí donde lo conoció.

Lo primero que vio fue un par de ojos verdes, los cuales adquirieron un brillo ámbar cuando conectaron su mirada.

Ambos chicos permanecieron quietos, impactados ante el hecho de que Habían encontrado a su destinado siendo que uno estaba más feliz que el otro.

Antes de que siquiera pudiera decir algo el mayor salió corriendo en dirección contraria al blondo.

-¡E-ESPERA!-. Grito Tweek aterrado ante la idea de no poder estar al lado de su destinado, sin contar que él era su única esperanza para romper su compromiso.

El príncipe se dispuso a perseguir al misterioso joven por todo el bosque sin embargo solo basto un segundo de distracción para perderlo de vista, siendo que lo único que sabría por mucho tiempo sobre él serían el color de sus ojos y pelo.

Y su única referencia para encontrarlo sería aquel brillo ámbar que ambos compartían en sus ojos.

Para cuando se dio cuenta la luz del sol estaba casi por extinguirse, por lo que decidió volver a su castillo preparándose mentalmente para el seguro regaño que recibiría de parte de su madre y Thomas.

Destello Donde viven las historias. Descúbrelo ahora