“No sé que verás en mi, pero no dejes de mirarme”
5:57 de la mañana. Katerine se dirigía al espejo de su baño a terminar de poner en el neceser lo que necesitaba para irse de vacaciones con el amor de su vida
“El amor de mi vida” se repetía una y otra vez, sin querer dejar de hacerlo.
Las maletas estaban hechas, pero no cerradas. Sólo faltaban poner un par de cosas para poder dar fin al infierno de llevarse media casa en una simple maleta; ropa, cremas, accesorios, más ropa, champú, gel, más ropa.. En fin, y muchas ganas de vivir esa experiencia, aunque eso.. Esas ganas permanecían dentro de ella.
Katerine ya estaba vestida, peinada y arreglada. Le faltaba untarse la cara de maquillaje marrón claro y los ojos de color negro. Especiales para la ocasión. Sus padres estaban despiertos, pues querían despedirse de ella y ayudarla a meter las maletas en su coche. Alguien, en ese momento, picó a la puerta de su habitación con cuidado.
-¿Lista?-Preungtó Romy.
-Lista-Respondió Katerine, sonriente.
La madre de Katerine agarró dos de sus maletas, pues llevaba una maleta grande y tres bolsas más, también de grandes dimensiones. Su padre, de mientras, terminaba de aparcar en la carretera el coche de Katerine, para que les fuera más fácil colocar las maletas. Antes de salir, vio una nota en la mesita de entrada.
“Te echaré de menos, hermanita. Y ya sabes, si quieres comprarme algo estás en tu derecho. Te quiero.”
James, su pequeño James. Mientras lo leía, se le escapó una sonrisa, pues para James, el sentido del humor era esencial en cada frase que relataba. Abrió la puerta y vio a Harry con sus maletas, Ryan y Rachel. Los tres la miraron a la vez, y sonrieron.
-Menos mal, te echaba de mens-Dijo Harry, con voz ronca, mientras la abrazaba.
-Ahora no podrás echarme de menos, me verás cada segundo que puedas-Contestó, Kate.
Harry la abrazó, esta vez con más fuerza, como si lo que Katerine acababa de decir le hubiera dado fuerzas suficientes para sonreir el resto de su vida. Mientras lo hacía, le cogió la mano, y ella le mordió el cuello. Terminaron, y Katerine se dirigió a los Elgort, queriendo expresar que ya era hora de irse. Los abrazó fuerte, muy fuerte. Tanto, que Rachel dejó ir un gemido acompañado de una sonrisa. Harry hizo lo mismo con los padres de Katerine, le dio la mano a Steven y dos besos a Romy. Una vez se despidieron, Harry abrió la puerta del coche de Katerine para que se pusiera a conducir, y tras ella, él entró como copiloto.
-Decirles a los pequeños que los queremos, que no nos olvidamos de ellos-Dijo Harry, sonriendo.
Ambas famílias asintieron con la cabeza. Romy y Rachel parecían emocionadas, y estaban cogidas del brazo. En cambio, Steven y Ryan les miraban orgullosos.
-¿Tienes el pasaporte y los papeles de la estancia?-Preguntó Harry.
-Todo listo.
Katerine agarró el volante, y sintió un escalofrío; hacía tiempo que no conducía, y tenía miedo.
-Vigilar niños, os echaremos de menos.-Dijo Rachel, antes de arrancar.
-No os preocupéis, la cuidaré-Contestó Harry.
Una vez dicho, arrancaron hacía su próximo destino. Dejaban atrás esas dos pequeñas casas que les habían permitido conocerse, y esas dos famílias que, lo pensaran o no, les habían unido mucho más de lo que creían. Katerine se paró en un semáforo.
-No sabes cuanto tiempo llevo esperando esto. No sabes cuanto tiempo necesitaba tenerte-Susurró Harry, de repente.
-¿Desde cuando? No nos conocemos desde hace tanto, ricitos.
-Desde hace mucho.
-¿Cuánto es mucho?-Preguntó Katerine.
-Ya te necesitaba antes de conocerte, pequeña.
Katerine lo abrazó antes de que el semáforo se pusiera en verde. Arrancó de nuevo, con la mano de Harry y la suya agarradas en el cambio de marchas.
-Tengo que decirte-siguió hablando Kate-que cuando te ví por primera vez en ese tren, me cambiaste la vida. Si, estaba con Peter,-hizo una mueca-pero no había ni un solo dia en el que no pensara en volver a verte, aunque fuera por unos segundos.
-Así que..-hizo una pausa-¿te gusté desde el primer momento?
-Si-respondió Katerine-desde el primer momento en el que te mordiste el labio inferior.
Harry la miró y se mordió el labio inferior.
-No hagas eso, que me mata.
-A mi me mataste tu-Respondió, agarrándola aúun más fuerte de la mano.
Con el paso de los minutos Katerine se dio cuenta que quizás no se le daba tan mal conducir, pues cosas como estas no se pierden aunque pase el tiempo. Cada segundo que pasaba se sentía más segura, pero no sólo con eso; ¿Cómo no podía sentirse segura teniendo al lado a alguien como Harry? Era ilógico.
Y allí estaban, Harry y Katerine, en dirección a sus vacaciones de verano, unas vacaciones que ninguno de los dos habían imaginado, unas vacaciones que ambos sabían que serían inolvidables. Inolvidables por el hecho de ir a un sitio increible, dónde la unica preocupación era llegar vivos a casa después de horas y horas de fiesta, donde las palmeras eran parte del lujo, y dónde el sol salía reflejado en las olas que no paraban de sonar. Inolvidables porque para los dos, el amor de su vida respiraba su mismo aire. Mientras Katerine conducía, el viento soplaba en su cara. Miró hacía Harry, que miraba hacia la ventana mientras sus rizos también se le revoloteaban a causa del aire, pero que más daba: la perfección en su rostro no cambiaba por nada. De repente, él sonrió. Y a ella le gustaba esa sonrisa, era una de sus cosas favoritas. Esas ganas de sonreir y reir pese a los problemas, esa fuerza que Harry le daba para ser ella misma a pesar de todo, y a pesar de nada. Esos labios con esos besos que le llevaban al cielo.
“Cielo”
Estaba amaneciendo. El viaje iba a ser largo hasta el aeropuerto. Pero no lo suficiente para ellos; una vida juntos era insuficiente.
-Que cielo, que aire, que vida, que sueño-Dijo Harry, en tono poético.
-¿Sueño?-Preguntó Katerine-¿deseabas ir a California?
-No-Contestó Harry-mi sueño era ir contigo.
Katerine apoyó la cabeza de Harry mientras conducía. Pasaron minutos y minutos, segundos y más segundos, y al fin llegaron al aeropuerto. Apenas tubieron que esperar, ya que llegaban tarde. Pasaron las maletas por el detector de metales, subieron al avión con ellas, y se sentaron relajados.
-Ahora empieza lo bueno-Gritó Harry.
Se agarraron de la mano antes de despegar, mientras ambos se dignaban a mirar por la ventanilla. El avión despegó, y con él, sus cuerpos rozándose el uno con el otro. Y con dos enamorados volando a cien por hora, medio sol a su vista, nubes casi rozando sus caras, la sonrisa de Harry, y la felicidad de Katerine, sus corazones acelerados, sin darse cuenta, gritaron.
“California, preparate, que allá vamos”.
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Hold me, idiot
Подростковая литература"Ese amor que no sabes a ciencia cierta qué significa, que no sabes ni dónde empieza ni dónde acaba. Te gusta verlo, encontrarte y hablar con él, te cae bien y, cuando pasas un poco de tiempo sin verlo, lo echas de menos. En fin, ese amor que no pue...