Inexplicablemente, me pasé la noche pensando en Harry. Me tenía muy intrigada y necesitaba volver a verlo. Quería saber quién era, de dónde había sacado esa dichosa melodía que tanto me inquietaba, qué relación le unía al señor mayor, por qué de su voz se desprendía tanto odio... Mi curiosidad nada tenía que ver con lo que me había contado la tía Beatriz. No existía ninguna conexión entre él y yo, de eso estaba completamente segura. Tal vez sus teorías fuesen ciertas y existiera un complemento perfecto para cada uno de nosotros, pero ni mucho menos Harry era esa persona. Tenía claro que, cuando apareciera, no podía abordarle y someterle a un interrogatorio, así que mi mejor opción era sonsacar a Kobalsky.
Le localicé en la barra, rodeado por tres chiquitas de primero de Bachillerato que tonteaban con él abiertamente. Al ver que me acercaba, me tendió la mano con cierta desesperación y me atrajo hacia él con fuerza. Era evidente que se sentía incómodo y decidí aprovechar la oportunidad.
—¿Os importa que os lo robe un segundo? —pregunté con mi mejor sonrisa—. Os prometo que os lo devuelvo en un ratito.
No parecían muy decididas, pero, tras constatar que Kobalsky mantenía ceñido su enorme brazo alrededor de mi cintura e intentaba ocultarse inútilmente detrás de mí, se alejaron al fin, dejándome además uno de los escasos y preciados taburetes.
—¡Pero bueno! —exclamé, fingiendo enfado—. Te dejo un minuto y ya te encuentro ligoteando por ahí. ¡Si es que no se puede estar tan guapo!
—Calla, calla —respondió abrumado—. No estoy acostumbrado a esto. Me he pasado toda la vida siendo el gordo polaco, y me iba mejor así. De los insultos sé defenderme, pero de esto...
Siempre me enternecía la sinceridad de Kobalsky. Tenía algo infantil que me infundía ganas de abrazarlo y protegerlo.
—¡Tú eres tonto! —le di un fuerte beso en la mejilla—. Siempre has sido igual de guapo. El problema es que ellas no sabían verlo.
Sonrió y apretó fuerte mi mano en señal de agradecimiento. Kobalsky era un verdadero encanto, como un enorme oso de peluche en el que puedes hundirte y sentirte a salvo.
—¿Y tú, qué? —preguntó—. ¿Sigue sin haber nadie?
—No —me encogí de hombros—. Nadie. Como soy idiota, sigo esperando al chico perfecto. Pero no llega...
—Yo ya la he encontrado —suspiró—, pero ni siquiera sabe que existo.
—¿Laura? ¡Claro que sabe que existes! Es que ella está a otras cosas, con eso de la tienda de su madre, y su padre, que no la deja hacer nada... Además, está con Zayn... —sentí una punzada muy dentro—. Tal vez deberías abrir un poco el punto de mira y no cerrarte a otras opciones. Ahora que estás tan arrebatador, seguro que se te presentan muchas oportunidades.
Sonrió complacido mientras daba un sorbo a su bebida. «Es el momento», pensé.
—Por cierto, ¿sabes que tu amigo Harry es mi vecino?
—Sabía que se había cambiado de casa, pero no que estaba en tu urbanización. ¡Qué casualidad!
—¡Ya ves! ¿De qué lo conoces? —intenté no demostrar demasiado interés.
—De la piscina del polideportivo. El año pasado decidí apuntarme para aprender a nadar de una vez.
—¿No sabías nadar? —me sorprendía que a Kobalsky no le diera vergüenza admitir ese tipo de cosas. Yo me hubiera muerto antes de confesar algo así.
—No, no sabía. Estaba harto de no pasar de la parte baja de las piscinas y de no poder meterme mucho en el mar. Es verdad que a mí tarda bastante en cubrirme, pero quería aprender de una vez por todas.
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Pero a tu lado │Harry Styles│
Fiksi Penggemar«--Todo sería más fácil si te apartara, --me dijo.--¿Y por qué no lo haces?--No lo sé... --respondió finalmente--. No lo sé... --repitió acercando tanto su cara a la mía que podía respirar su aliento--. No lo sé... --susurró de nuevo apoyando su fre...