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Midoriya estaba muy feliz. Era la primera vez que saldría a pedir caramelos por Halloween con sus amigos.
Su madre estaba tan emocionada que no podía parar de tomar fotos de su disfraz y eso le gustaba, era feliz cuando su madre sonreía. Pero, hacia más de veinte minutos que el flash de la cámara golpeaba contra sus ojos y no creía poder soportarlo más. Su celular comenzó a sonar y así que corrió en busca de su salvador. Iida y los demás ya estaban afuera esperándolo, así que saludo a su madre, tomo la calabaza para depositar los dulce y fue en busca de sus amigos.

•~

Sus disfraces eran fabulosos.
Uraraka era una bruja, Iida era Frankenstein, Kaminari era un demonio, Kirishima era Caperucita y Kacchan era el lobo. Se sorprendió de ver a este último participando de este tipo de salida y rodeado de sus compañeros de la UA, pero imagino que la razón era el chico de cabello color carmesí que le hablaba efusivamente.

—Deku-kun que hermoso disfraz.
—Muchas gracias Uraraka-san —murmuró nervioso Izuku, mientras la castaña lo rodeaba echando vistazos a su atuendo.
—Ahora que estamos todos es mejor ponernos en marcha. Como delegado de la clase 1-A es mi deber que todos lleguen a salvo a su casa y a una hora acordé para sus familias.
—No me digas que hacer, lentes. Vamos Kirishima.

El lobo y Caperucita fueron marcando el camino mientras los demás charlaban y observaban con gran entusiasmo la decoración de las casas.

•~

—La leyenda dice que hay una casa embrujada en esta manzana —susurro con voz escalofriante Kaminari, mientras una linterna alumbraba su rostro.
—Waah no digas esas cosas Kaminari-kun, me da mucho miedo.
—Lo lamento Uraraka-chan —le contestó el chico al ver como su amiga se volvía pálida.

Kirishima, interesado por lo que escuchó, se acercó a su amigo para saber más de la historia.

Todos los 31 de octubre, la casa es envuelta en llamas y humo. Los vecinos y aficionados que se acercan a ella, dicen haber visto a un ser delgado y alto en la puerta de la casa, creen que viene a llevarse sus almas.

—Debemos ir a esa casa y demostrarle a esa persona, o lo que sea, que un verdadero hombre no se asusta por su estúpida juego de luces y efectos especiales. Vayamos a esa casa japonesa.
—Kirishima-kun, ¿estas hablando de la casa embrujada?
—S-
—No, no te preocupes —dijo tranquilamente Kaminari.—Estábamos hablando de otra cosa ¿verdad? —le dijo a el pelirrojo mientras disimuladamente tapaba su boca.

Este asintió sin saber nada y corrió a calmar al lobo que parecía querer estallar la cabeza de Chargebolt.
Midoriya estaba tan concentrado en observar una casa con decoración de All Might, que no escucho nada de lo que hablaron los otros.
Ojala lo hubiese hecho, porque cuando una gran tormenta se desató y todos corrieron a buscar refugio, la soledad fue su única compañía.

•~

El día que tanto había esperado no estaba yendo como lo imaginaba. Estaba solo, mojado y tenía frío.
Cuando la lluvia había comenzado estaba un poco alejado del grupo, y ahora se arrepentía de ello.
Camino por las calles en busca de un lugar alejado de la lluvia y encontró consuelo bajo el techo de madera de  una bella casa de diseño japonés.
Espero allí por lo que le pareció una eternidad, hasta que escuchó una leve melodía provenir del interior de la casa. Había creído que no había nadie en ella, ya que no había luces encendidas ni se escuchaba alguna voz. Pero ahora que escuchaba claramente la música, creyó que podría preguntar a quien viviese en ella, si le dejaba usar su teléfono para así poder contactar a sus amigos.
Llamó a la puerta y esta se abrió con un lento y estridente ruido. Observo la calle y el patio de la casa pero no había nadie aparte de él. Pidiendo permiso y disculpas repetidas veces entró en la casa y camino a través de la penumbra de lo que parecía ser la sala central. Sólo se escuchaba el ruido de sus pisadas... y la música. Se detuvo repentinamente para intentar descubrir de donde provenía: fue así que se encaminó a través de la casa, buscando la fuente de la triste melodía.
Se detuvo en la puerta de entrada de una amplia estancia, vacía. A excepción de un piano, en el que sus teclas se movian, por los dedicados dedos de un chico.
Un hermoso chico.
Midoriya, hipnotizado, recorrió el cuerpo del joven con su mirada; observó sus zapatos negros, su pantalón negro y la capa que envolvía su cuerpo.
Se detuvo en su delicado rostro por tanto tiempo, que si el estuviera en el lugar del chico, ya estaría rojo de vergüenza.
Tan concentrado estaba, que no había reparado en su cabello rojo y blanco. Reconociendo ahora si a su amigo se encaminó hacia él.
La música se detuvo.

—Midoriya, ¿qué haces aquí?
—Feliz Halloween Todoroki-kun. Lamento la intromisión, pero estaba con los chicos y luego comenzó a llover y me perdí y tenía frío y me sentía sólo entonces...

Todoroki escucho atentamente lo que le contaba el fantasma de cabello verde... bueno, lo intentó, porque este hablaba tanto y tan rápido que no pudo entender mucho.

—... así que por eso estoy aquí. ¿Y que haces tu aquí, Todoroki-kun?
—Esta es mi casa. No suelo estar aquí en estas fechas pero por unos...emm, problemas, pasaré el día aquí.
—¿Qué problemas? —preguntó curioso Midoriya.
—Bueno... Endeavor no es muy bueno comunicandose con al gente y menos con los niños. Así que siempre que es Halloween y los pequeños vienen a pedir dulces, termina perdiendo la compostura y usa su quirk para asustarlos.

Midoriya, sintiendo la incomodidad y la tensión que desprendía Todoroki, decidió cambiar de tema y continuar la plática.

•~

A la mañana siguiente, Midoriya les contó a sus amigos lo que había pasado. Todos se veían aliviados al saber que no le había pasado nada, pero era extraño: Kirishima y Kaminari no paraban de reír.

Rain |bnha|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora