Está aquí

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1. Presencia

El símbolo que había visto muchas veces en su sueño ahora estaba presente en la pared de su casa, parecía un mal chiste pero era seguro que estaba hecho con sangre, por algún razón el hedor era muy fuerte, por lo tanto insoportable. ¿Quién en su sano juicio podría hacer eso en su hogar? Su familia tenía muchísimo tiempo viviendo en Villa de la luna, eran distinguidos católicos, no tenían enemigos y vivían tranquilos. La única turbulencia que habían tenido en los últimos diez años había sido la muerte de su madre.

–Matilda ¿por qué estás despierta tan temprano? –Dijo David, su esposo.

–Vine porque escuché ruidos y mira, al parecer algunos mocosos hicieron de las suyas en nuestra pared.

–¿De qué hablas? Yo la veo normal.

–¿Qué? ¿Cómo que no ve...? Nada.

–Debes tranquilizarte, cariño, no queremos que tu embarazo se complique.

–Está bien. ¿Qué quieres que te haga de comer? –Le dijo al momento que le daba un beso en la mejilla, sin olvidarse de aquel símbolo tan conocido y tan extraño para ella. El día siguió su curso, sin sucesos extraños. Al parecer nadie podía ver lo que había en su pared a excepción Matilda.

Tiempo después, un martes para ser exactos, su marido fue a trabajar como a diario, por la tarde el teléfono sonó. Su esposo había tenido un accidente automovilístico. Murió en el hospital, casi al llegar. Ella tenía que ir caminando, ya que era el único coche que tenían y no encontró transporte. Iba llorando por la calle y las personas se quedaban viendo. Dolores de parto comenzaron a sacudirla, a pesar de sólo tener ocho meses parecía que el bebé nacería en ese instante, se hincó en la banqueta y se acostó, su visión comenzaba a nublarse, entre la bruma distinguió a un hombre corpulento que la cargaba hacia una camioneta. Cuando recobró conciencia se encontraba en una camilla de hospital.

–Felicidades por su bebé, es una niña, por el momento no puede verla ya que está en una incubadora. Espero su pronta recuperación. –Quien hablaba era una enfermera joven con un uniforme impecable.

–Muchas gracias, señorita, es muy amable de su parte.

Por la noche no le quedaba remedio más que el de pensar, pues no tenía con qué entretenerse. Pensó en su esposo, su tan repentina muerte, le dolía, pero la llegada de su hija la hacía tener ganas de vivir, aunque ésta no pudiera tener una figura paterna. Sería cuestión de ponerle empeño en su papel de madre. Todo a partir de ese momento sería por ella... Lisa.

2. Universal

El funeral a David se hizo en el único cementerio que había en el pueblo, la mayoría de personas que ambos conocían asistieron, incluso los padres de él que viajaron de un lugar tan lejano como lo era Aureo Memoria, una pequeña comunidad Italiana ubicada al norte del país. Ellos le ofrecieron a Matilda alojamiento y apoyo en el sustento para la recién nacida Lisa. Aceptó sólo el apoyo, porque no quería irse lejos de su pueblo natal.

La vida marchaba bien, se estaba acostumbrando a vivir sin un marido que le ayudara. Lo primero que quiso hacer fue pintar el horrendo símbolo que parecía ser que sólo ella veía. Con un rodillo comenzó a intentar tapar la marca, la pintura parecía bordear la sangre con la que estaba formado aquello. El símbolo pareció comenzar a sangrar a su vez que se desvanecía, a Matilda le pareció extraño y la invadió el temor, decidió entrar y rezar para ahuyentar aquellas malas energías de su hija y ella. Cuando entró, todas las figuras religiosas tenían sangre bajo los párpados, y seguía brotando como si lloraran. Corrió hacia la habitación de Lisa. De ella también brotaba el jugo escarlata, parecía sonreír a su madre, más que una sonrisa era una mueca totalmente diabólica. Todo comenzó a hacerse más borroso en su línea de visión, hasta que cayó sin consciencia.

Está Aquí (One Shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora